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PARECIDOS Y DIFERENTES (2ª parte), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital, 9/01/2016)

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¡Oh, quién puede dormir mientras arde Troya!
                                                          (Hermann Broch La muerte de Virgilio)


"ÁGAPE"
La producción y el saber teológicos de Hans Urs von Balthasar fueron calificados de enormes, incluso en la parte de Teología fundamental. La aportación de Joseph Ratzinger hubiese sido mayor y mejor, si su dedicación pastoral y de gobierno, desde 1977, no le hubiesen hecho “perder” muchas horas al estudio e investigación. ¡Qué líos y qué de horas con los zascandileos o zancadillas de los de Lefebvre o con los misterios de lo de Fátima!
Para colmo, Ratzinger alcanzó lo sumo, de mucho jaleo y trifulca: llegar a ser Romano Pontífice, o sea, cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal en la tierra.
Gobierno, forma de mandar, y Ciencia, forma de saber, son una pareja inestable por imposible.
Ratzinger no pudo escribir un tractatus o un magnum opus como Balthasar, haciendo de la categoría de la Belleza un trascendental teológico, con apertura de vías excelsas e insospechadas para el conocimiento y contemplación de Dios –que eso es ser teólogo  y no sólo el que sabe de “cosas” de teología--, sí escribió (Ratzinger), por el contrario, maravillas, tales como: “La prueba de Dios es la belleza”, “la belleza es prueba viviente de la fe o signo luminoso de Dios y Su manifestación o epifanía” (Coloquio con los sacerdotes en la Catedral de Bressanone, al pie de los Alpes, el 6 de agosto de 2008). Y lo quiso dejar muy claro, a manera de advertencia: “La búsqueda de la belleza de la que hablo, evidentemente no consiste en una fuga hacia lo irracional o en el mero esteticismo” (Discurso de Benedicto XVI en la Capilla Sixtina el 21 de noviembre de 2009).
Y añado: Belleza, atributo de lo divino (concepto teológico) que puede estar en las grandes obras del Creador –arts infinita- y de los creadores (catedrales, letras o números, lienzos, piedras, partituras y canciones) y también puede estar en la debilidad –debilitas-, que es esencia de la condición humana (Hans Blumenberg).
Mucho más que como anécdota, procede recordar que Simone Weil, francesa, judía y cristiana -para unos la mayor mística del siglo XX y para otros una anarquista revolucionaria-, en sus Lecciones de Filosofía del Curso 1933-1934 (Instituto de Roanne), enseñó: “La belleza es la eternidad sensible”, “la belleza es, como enseñó Platón, una encarnación de Dios” y “lo bello es la prueba experimental que la encarnación es posible” (Leçons de Philodophie de Simone Weil (Ed. Plon 1989, con prefacio de Jean Guitton, amigo laico y confidente de Pablo VI).
"GOETHE ESTÁ TAMBIÉN EN MI SITIO DE TRABAJO"
Esto, lo de la apoteosis de la belleza, suena asimismo a muy germánico, existiendo también en esto –en el germanismo- diferentes grados; no es lo mismo el “radical” de los del Norte o Prusia, como el de  Goethe (“Todo es sím-bolo”, escribió), Nietzsche o Lutero (El Papa, en su visita a Erfurt en 2011, le atribuyó una pasión profunda: Dios), no es lo mismo –repito- que el germanismo atenuado de los del Sur, como von Balthasar (suizo de lengua alemana) o Ratzinger (bávaro). Goethe y Nietzsche hicieron de la estética una locura, una diablura. El Fausto (vendido a Mefistófeles) de Goethe es un drama de “ascensión hacia la naturaleza, la sensibilidad y la belleza” (George Santayana, Ed. Tecnos 1995, pág. 105), y un Fausto que tanto recuerda al bíblico Libro de Job, de muy frecuente compañía y de lectura -leer es releer, que siempre lo pensé-.
Dos precisiones: a) En el trascendental asunto de la estética, la belleza y el arte, no se debería olvidar que por ahí también ronda y transita la maldad y la malignidad satánicas. Esto es importante, que no olvidamos, mas ahora lo aparcamos y remitimos a lo último publicado, el Diccionario amoureux del Diablo, deAlain Rey (Ed. Plon 2013, pág. 91 y ss). Y b) Respecto a Prusia y lo prusiano, por ser muy poco conocido, recuerdo que el 25 de febrero de 1947, el Consejo interaliado, que entonces administraba la ocupada Alemania, anunció: “El estado prusiano, encarnación del militarismo y de la reacción, ha cesado de existir en los hechos”. No estuvo mal lo de los aliados.
La pretensión de brujería, magia y alquimia de algunos prusianos, de hacer de sus vidas una obra de arte, jamás la tuvieron ni Balthasar ni Ratzinger, que siempre trataron de circular por lo divino y no por lo demoníaco, tan lindante. Eso no impidió a ambos, de manera distinta, tratar de alcanzar un “modo de vida” estético: no como efecto buscado, con causa ad hoc, sino como resultado producido y –digamos- que  descontrolado.
"DISCO DE MONJA, BENEDICTINA, LIBANESA Y MARONITA "

Vendría muy bien, en cualquier circunstancia, no desdeñar lo que dijo la Hermana María Cristina, abadesa y benedictina, también francesa: “Toda vida, cualquier vida, es un misterio; toda vida, cualquier vida, es una historia sagrada”. Sí, sí, efectivamente, lo último es muy cristiano y judío, y también es una pretensión equivocada o dislate intentar hacer de la vida una obra de arte, lo cual suele, como en carambola de billar, dislocar hacia lo feo y ad efesios. El Papa Francisco, en la Homilía (Epifanía) del miércoles de esta misma semana, dijo: “Nos empujan –los tres Reyes Magos- a escrutar con pasión el misterio de la vida”; antes habló de lumen y splendor.
Recordé (1ª Parte) haber visto la revista “Communio” en un Seminario de Facultad de Derecho (Oviedo); ahora recuerdo haber comprado, en años juveniles, un libro iniciático, fundamental: Formas de vida de Eduardo Spranger (Selecta de Revista de Occidente, 6ª Edición). Para Spranger, si lo estético es “expresión-impresión con FORMA” (pág. 205), el homo oestheticus “en cada trozo de vida está el alma entera como una fuerza que da forma, color, emoción y ritmo”, con resultado de individualidad, genialidad inconsciente, voluntad de forma y de lo erótico.  Todo congenia con la personalidad de “mi bendito Benedicto”. ¿También lo erótico? preguntarán muchos, pues también –respondo-. A ello vamos a continuación.
Benedicto XVI, en su primera carta-encíclica Deus caritas est (2005) enseñó que el Nuevo Testamento nunca emplea la palabra eros –usa la de agapé- , y trae a colación a Nietzsche precisamente, por haber escrito que el cristianismo dio de beber al eros un veneno. El Papa se preguntó: ¿el cristianismo destruyó al eros? Y respondió lo importante: “de ninguna manera”.
"EROS"
Teoriza el Papa sobre el eros, que califica devehemente y ascendente, “que quiere –escribe- remontarnos en éxtasis hacia lo divino y llevarnos más allá de nosotros mismos, insertando el momento del agapé en el eros inicial”, “eros de Dios para con el hombre, que es a la vez agapé”. Vuelve el Papa a ello en el Mensaje con ocasión de la Cuaresma de 2007: “Eros que denota el amor de quien desea poseer lo que le falta y anhela para unirse con el amado”. Aquí ¡atención! está la Mística y lo místico...¡Ufff!
En la encíclica posterior Caritas in veritate (2009), sólo queda el agapé, pero permanece lo estético: Veritas y splendor de la Caritas.
¿Es pensable que Pio XII, hierático y gran jurista –el Papa del pajarito amarillo, il canarino, hablase o escribiese del eros? (que sor Pasqualina mandase mucho, es, tal vez, anecdótico). ¡Qué esclavitud, la de Pablo VI, permanentemente acosado por la angustia, cómo para liarse además con lo del eros! Y lo más erótico de Juan Pablo II fue aquello de que era “un atleta de Dios”. Sí, efectivamente, mucha VIDA, “Humanae vitae” de Pablo VI (1968) y “Evangelium vitae” (1995) de Juan Pablo II, pero del eros, silencio.
Pavor y sudores provocarían a los obispos –incluidos los españoles tan “porcelanosos” o de  porcelana- escribir la palabra eros. Miedo nunca es prudencia. En el Evangelio leído el viernes día 8, ayer, se dice: “En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor, y empezó a enseñarles muchas cosas…” ¡Qué dolor, qué dolor, qué incomodidad, más para algunos que para algunas!
Rebus sic stantibus y llega un Papa esteta y teólogo, y en pirueta, como de trapecista (acrobacia preciosa y atrevida en las alturas) -esto ya lo vimos y escribimos hace años y a ello volveremos en parte posterior-, escribe mi bendito Benedicto, con suma y sublime coherencia, sobre eso tan sustancialmente humano como es el eros, casi tanto como la debilitas.
Y sobre esto, el jesuita Papa Francisco….
(Continuará)
Esta vez, en horas saturnales, la compañía fue de una monja benedictina y libanesa. Los cantos maronitas de Sor María Keyrouz movieron e hicieron danzar al plumín, al plumín de la estilográfica.



La tercera parte (3ª) se publicará el día 23 próximo, no el 17, pues esa semana y día será para escribir y publicar en prensa escrita y aquí, en lo digital, un artículo que se titulará “Los pavos”, que nada tendrá que ver, nada, con Dios ni con papas. Sí, por el contrario, con pavos, sean reales o no reales.


TODAS LAS FOTOS FUERON REALIZADAS POR EL AUTOR

A PROPÓSITO DE LAS FOTOGRAFÍAS DE LAS PUBLICACIONES DEL MAGISTRADO ÁNGEL AZNÁREZ

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A ÁNGEL AZNÁREZ cuenta doña Isabel , titular del blog o página, que es el medio de comunicación –es lo que está en medio entre el escritor y los lectores- que muchos de estos últimos preguntan (la), con inquietud o afán de saber por las fotografías que se acompañan a las letras. A ello, a esa demanda, se trata ahora de responder.
Todas las fotografías que aparecen son realizadas por el autor de los textos, todas. Unas son más fáciles de hacer que otras; unas tienen más misterio de que otras. Tratan todas de que el lector mire o contemple lo que otros ni siquiera ven.
Pueden ser las fotografías otro artículo, éste de naturaleza visual, mucho más visual que las letras mismas.
Vayamos, pues, a las fotografías, que no son sólo un adorno, un ornatus, como escribirían los romanos retóricos, de la 2ª parte de “Parecidos y diferentes”:
1º.- Fotografías de la rosa y del “Cristo”, respectivamente llamadas eros y agapé.
Fueron realizadas en la localidad zamorana de Benavente.
La rosa esplendorosa estaba en el jardín del parque llamado “La Mota", muy cerca del Castillo que es hoy un Parador de Turismo (reitero que en Benavente, no en Medina). Fotografiar flores es pasión del autor y una pasión que comenzó en un colegio de Madres Teresianas antes de tener “uso de razón”. La monja explicaba, con detalle, las llamadas “partes” de las flores, sin saber ella que estaba explicando a los niños la genitalidad, la de las plantas.
El autor, casi sin razón, sí que lo entendió. Eso le resultó inolvidable y causa de viajar a Japón, dando la razón a los japoneses que no comprenden por excesivos los ramos de flores –de muchas flores y de diferentes colores- españoles ¡Qué desmesura, qué exageración! Los ramos de flores japoneses son de muy pocas flores y del mismo color, casi siempre blancas.
Por todo ello, a la rosa se llamó eros.
El Cristo está en la sacristía de la iglesia parroquial de Santa María del Azogue, antes Colegiata. De la arquitectura de esa Iglesia se puede leer bastante en Internet, luego nada escribo; con consultar basta (de lo que está en Internet, a diferencia de otros, de tantos, nada digo ¿para qué?). Señalo que en la plaza (por atrás), junto a esa Iglesia, en los años mozos, vi unas tiendas de lona como de beduinos, en las que se vendían melones y sandias, con unas imponentes balanzas de pesar o romanas.
El empedrado de esa plaza era el adecuado para que en los jueves se celebrase en ella el mercado de cerdos, también llamado de cochinos. Y en esa Plaza había una fonda que se llamaba “La Victoria” (¡qué sustantivo femenino!), cuyos titulares fueron Andrés y Orosia. También, un poco más abajo, Flórez tenía una carbonería y almacén de piensos, siendo Miguel el “criado”, que transportaba a domicilio, con un carro y una mula, la mercancía.
Suelo visitar tres veces al año la iglesia de Santa María y, cada vez, descubro una maravilla en su rico interior ¡Qué maravilla!
Y una de las maravillas es el busto del “Cristo”, que por eso se le llamó agapé.
2º.- Fotografía del busto de Goethe.
La “leyenda” que se acompaña lo dice casi todo. ¡ojo al adverbio también!. Ese busto fue adquirido por el autor en Salzburgo (Austria), en un verano musical o de Mozart. Compré eso, el busto, y una armónica. Para disfrutar de los magníficos trenes austríacos, fui de Salzburgo a Innsbruck varias veces, y no para esquiar -el autor sólo esquía por medio de los papeles, nunca por la nieve, que ni pisa y que no es patoso-.
Con la armónica –es el instrumento que toca, mucho mejor que el de las ochenta y ocho teclas- recorre en vacaciones los caminos que parten de Roales de Campos (Valladolid) y llegan al Monte de Belvís (entre Zamora y León).
El “ruido” de la armónica no sólo no asusta a los pájaros sino que éstos dejan de volar y bajan a escuchar; los topillos del camino salen de sus agujeritos y las amapolas coloradas se abren gozosas “como de patas”, poniendo sus sexos al aire. Prueba de todo ello es la foto que ahora se adjunta.
Y al fondo, el gran ventanal con artísticos barrotes, protegiéndolo todo, todo, incluso al autor.
3ª.- Fotografía del abrazo de los Papas.
Los lectores habrán visto fotos de ese abrazo, pero del sentimiento que resulta de nuestra fotografía ninguna; ninguna como la fotografía “colgada”. ¿Cómo se hizo esa fotografía? Eso lo contestaremos otro día.
4ª.- La fotografía de Sor María Keyrouz.
Para hacer esa fotografía únicamente hay que tener el disco. Por cierto que bastante difícil de conseguir: el autor lo compró durante unas Navidades en una localidad de USA.
Viajar es esencial, queridos y queridas, para todo, para todo.


Tal como escribí en Religión Digital, todo se hace en horas hurtadas al sueño ¡Cómo se puede soñar, que es parte del dormir, mientras arde Troya!
Nunca en horas de jornal o de salario pagado por el Ministerio de Hacienda; un salario, por cierto, escaso y suficiente, pues las necesidades son las justas y están ajustadas. ¡Qué más se puede pedir! Suele exclamarse. Absurda exclamación, pues lo recomendable es no pedir nada, nunca nada de nada.
Una de las claves está en no pedir y trabajar como es debido, o sea, a tope.
Fdo. Ángel Aznárez.

"DESDE LA CUEVA "EL SIDRÓN" HASTA ORIENTE PRÓXIMO Y LA ACTUALIDAD, artículo de ROLF BEYEBACH publicado en "la Nueva España (enero 2016)

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ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO, CIVILIZACIONES E IDEOLOGÍAS

Cuando hace 49.000 años en España desaparecieron en plenas condiciones glaciares los últimos homo neanderthalensis, en la Cueva de "El Sidrón" (Piloña), posiblemente un corrimiento de tierra, produjo 
la muerte de un grupo de 11 personas, cuyos restos, con importante material fósil, fueron encontrados tan solo en el año 1994,causando, entonces, y hasta hoy, enorme sensación en el mundo de la ciencia.
Alrededor del tiempo de la desaparición de los neanderthalensis debió de llegar a la zona franco-cántabra el hombre moderno, homo sapiens, o sea  nosotros. Se refugió en pequeños grupos nómadas en kársticas cuevas durante gran parte del friísimo año, desde Lascaux y Chauvet en Francia, hasta el Nalón Medio y Altamira ("Capilla Sixtina del Cuaternario"). Esta última fue distinguida en 1985 por la UNESCO como "Patrimonio de la Humanidad", distinción ampliada en 2008 a otras 17 cuevas con el título "Cueva de Altamira y arte rupestre del norte de España".
Concretamente en la cueva de Altamira se albergaban homo sapiens desde 35.600 hasta 13.600 años a.C., cuando se derrumbó su entrada.
Más o menos sobre esa fecha, después de unos 100.000 años, finalizó también la última glaciación, lo que, primero en la lejana Mesopotamia, llevó al inicio de la cultura neolítica. Había surgido la vegetación y en la así llamada "media luna fértil, desde los valles del Nilo y Jordán, Levante Mediterráneo, Mesopotamia y hasta Persia, el hombre cambió su vida de nómada/cazador/recolecto, o sea depredador, a productor (ganadería/agricultura), y comenzó a domesticas animales e inició el cultivo de cereales, adaptando paulatinamente una vida sedentaria.
Estamos hablando de la revolución neolítica a partir del mileno VIII, en la que en la primera transformación radical de su vida, el hombre hace importantes invenciones con nuevas artesanías y técnicas, como la irrigación y el arado del suelo, la rueda y el torno, la cestería, la cerámica y la metalúrgica, con el cobre y posteriormente el bronce.
Desde la llegada a la Edad del Bronce en el IV milenio, Mesopotamia  es considerada como la "Cuna de nuestra Civilización".
En esto también tiene gran importancia la invención de la escritura, y ya en 2.650 a.C. aparece "Epopeya de Gilgamesh" la primera obra de la literatura de la humanidad, impresa sobre tablillas de barro en idioma sumerio.
A la revolución neolítica del VIII milenio sigue otra, la revolución urbana en el milenio IV a.C.
La vida sedentaria había llevado a la aparición de poblados, siguiendo más tarde la construcción de ciudades (Jericó, Eridú, Uruk, etc. ), que en el transcurrir del tiempo evolucionaron hacia Ciudades-Estados, después a Estados con sus propias monarquías, diosas y dioses, y terminaron en grandes imperios.
En el imperio de Babilonia su 6º rey impone en 1.780 a.C. la primera ley escrita del mundo, el código de Hammurabi. En el norte de Mesopotamia existió el imperio asirio desde 1.813 a.C. hasta esa misma fecha. 
Muchos siglos más tarde (539 a.C.), los persas conquistan Mesopotamia, todo el Próximo Oriente, creando el inmenso imperio aquemínido, siendo vencidos por Alejandro el Grande en 334 a.C. Después, el imperio griego sucumbe en 146 a.C. al de Roma y nace la civilización greco-romana.
El Próximo Oriente, cuna de la civilización, era/es un centro espiritual y verdadero crisol de religiones: Judaísmo, Iglesia Ortodoxa, Islam, Yihadismo, Mitraísmo, Zoroastrismo, Maniqueísmo, Fe Baha`i, etc.,etc.También incluye distintas familias lingüisticas, como la indoeuropea, afroasiática y lenguas áltáicas, siendo la más hablada el árabe en sus numerosas variantes. 
Para llegar al día de hoy, demos ahora un gran salto hasta la historia moderna, primero al gigantesco Imperio Turco Otomán (1.299/1.923) y después concretamente al siglo pasado.Después de la 1ª Guerra Mundial, sus vencedores dividen el Imperio Otomán del Oriente Próximo en varios Estados (Siria, Irak, Libano, Palestina, Jordania, Chipre, etc.) sin tomar mínimamente en consideración las enormes diferencias étnicas y religiosas de toda la zona, y Francia y Gran Bretaña se repartieron estos Estados para su "administración".
Esta repartición se puede considerar el inicio de la creación de un foco mundial de tremendas tensiones.
En los años treinta, al descubrirse petróleo en la zona del Golfo Arábigo, recién transformada de sociedad tribal/nómada a monarquía absoluta y teocrática, la influencia de Franca y Gran Bretaña en Oriente Medio es suplantada por las superpotencias USA y Unión Soviética, que en la Guerra Fría escenifican allí su lucha ideológica.
La extracción masiva de petróleo comenzó en la zona en 1.945, sobre el final de la terrible II Guerra mundial y el comienzo de la Guerra Fría.
De 1.975 hasta 1.990 se libra una cruenta guerra civil en el Líbano, antaño la "suiza del Próximo oriente", con miles de muertos y masivas destrucciones.
1978, invasión por la Unión Soviética de Afganistán para defender el gobierno comunista de la guerrilla islamista Muyaidín, ésta por su parte apoyada por USA. Solo en 1989 las tropas soviéticas se retiran, pero desde 1992 sigue la guerra civil hasta 2001, cuando el entonces gobierno talibán es derribado por una fuerza internacional occidental, también en retaliación por el ataque talibán (liderado por el saudí Osama Bin Laden)al World Trade Center de Nueva York el 11/09/2001 ("nine eleven"). Siguiendo la guerra civil en Afganistán ¡hasta hoy!
El 16 de marzo de 2003, un después denominado "Trío de las Azores" decide la invasión de Iraq por países de Occidente, justificándola con la inexistente posesión de armas de destrucción masiva por el dictador Sadam Hussein, que es derribado, ejecutado, su administración totalmente desmantelada y sus seguidores sunnitas, perseguidos. ¿Resultado? Otro fallido, años de guerra civil chiitas contra sunnitas y curdos, etc. ¡hasta hoy!
En 2011 había estallado la guerra civil de Siria  como consecuencia de la "Primavera árabe"; hasta 2015 mueren en ella casi 400.000 sirios y unos 6 millones se refugian, la mayoría en países vecinos.
¡En esta caótica guerra del Próximo Oriente, también contra el nuevo "Califato", ahora ya participan saudíes (con una alianza de más de 30 Estados suníes), rusos, americanos, ingleses, franceses, alemanes, turcos, etc.!
Otra infeliz intervención había ocurrido en Libia en 2014/2015, cuando Occidente derriba al dictador Mahumar Gadafi y el anterior (riquísimo) Estado se desintegra en tribus, ¡quedando todavía hoy dos gobiernos rivales luchando entre sí!
En  Israel, creado por Occidente en Palestina en 1948, y después de varias guerras contra el mundo árabe, millones de palestinos viven desde hace décadas (y muchos nacen) en gigantescos campos de refugiados.
Por fin, en 2015 Europa es meta de una, por lo los políticos imprevista, gigantesca ola de refugiados del Próximo Oriente, pero también de África. llegan atravesando el Mediterráneo primero hacia Italia, y luego hacia Grecia. Muchos mueren, y siguen muriendo hoy en día, en su desesperada fuga hacia Europa.
Sólo Alemania, confiando en la solidaridad europea, acepta en 2015 un millón de refugiados siros, iraquíes, pakistaníes, eritreos, etc. y es criticada por varios países europeos, que mayormente se desentienden del gravísimo problema.
¿Puede esto poner en peligro las misma continuidad de la Unión Europea?

                                                 Rolf Beyebach (Gijón, 06/01/2016)


ÁNGEL AZNÁREZ reitera que el próximo domingo, 17 de enero, escribirá "LOS PAVOS", tal como anunció

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La prosa es propia de la ironía, que camina tras la sátira sin llegar a ella. Y es de ironía porque es de comedia, de comedia humana, y no trata, como en la sátira, de incomodar en exceso a los lectores: sólo lo justo.
Los ingleses que de ironía y sátira saben mucho, calificaron a la sátira de ironía militante, armas implacables, las dos, contra la estupidez de la comedia.
El estilo, como el lector apreciará, nada tiene que ver con los escritos del mismo autor en Religión Digital.
Y muchas preguntas se harán los lectores, a las que se dará respuesta el domingo.

AQUÍ unos se preguntarán el porqué del ahora de los pavos, a los pocos días de haberlos cocinado y cenado con motivo de las Navidades. Los turkeys, a la familia real del Reino Unido, fascinan casi tanto como la ginebra, y los pavos, a la familia real del Reino Menos Unido, pues ni fú ni fá según cuentan sus cocineros.

ALLÁ otros preguntarán de qué pavos se trata, de los reales para ver o de los reales para comer. En relación a los de comer, se recuerda, que son recomendables para lo que se tiene alto, como la tensión. Lonchas de pavo, alimento fresco, envasadas cumpliendo la normativa europea, la pasada, la presente y la futura.

ACULLÁ los demás se preguntarán el porqué para frailes vestidos de color más o menos blanco -nunca blanco como el del Papa-, el pavo es tan importante. Y atención porque los pavos nunca fueron esos mismos frailes, sino otros, parecidos, pero no frailes, y tradicionales enemigos.  

La fotografía 1ª es de una dama que da la espalda a la cámara, lo que no es aconsejable como se dice en Los Pavos, y la dama, en vez de mirar al precioso mar, mira al espejo ¿será boba? El jardín está en un Principado. Si el mar fuere el Cantábrico, podría estar en Asturias; si el mar fuese el Mediterráneo, el jardín podría estar en Cataluña o Mónaco.
La fotografía 2ª demuestra la magia del creador artista –mejor criatura que creador-. Nunca pudo imaginarse el artista que su cuadro se pudiera un día titular: “La danza del pavo”.

Fdo. Ángel Aznárez.

LOS PAVOS, artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (La Nueva España 18/01/2016)

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(Escrito con ocasión del anunciado pic-nic entre pavos durante la próxima Semana Santa en Gijón).
 El pavo
La próxima Semana Santa, siempre tradicional, puede resultar muy revolucionaria. Concejales de Oviedo la quieren laica y sin procesiones, empeño difícil por la pasión de los humanos al disfraz (concepto antropológico) y a ponerse máscaras (en la Semana Santa, estas son las geométricas y cónicas: capuchones. Concejales de Gijón quieren esa semana comestible, no de ayuno y abstinencia, para lo cual se anunció un pic-nic entre pavos y pavas, un paverío con paveros, pavanas, y un pavorrealeo que no faltará sin duda.
Quien esto escribe, con sólo oír la palabra pavo, deja de ser impávido y pasa a ser pávido; se inquieta y sus flemas se hacen mocosas. El jardín con árboles para recreo de los de Oviedo, se llamó campo, el Campo de San Francisco, y el jardín con árboles para recreo de los de Gijón se llamó parque, el parque de Isabel la Católica. Tal diferencia puede ser por la nostalgia que a lo diminutivo suelen tener los fanfarrones: el “in“ en Oviedo es fundamental: “Oviedín”, aunque sea del alma, y “Escorialín”, aunque sea ciudad de Reina: ¡Letitia y alleluia!
El mural del Coro, con pavo, de San Estéban de Salamanca
El Campo de San Francisco es franciscano y barroco como el de Bomarzo del argentino Mújica Lainez (¡Qué de argentinos hay ahora!).El parque de Isabel la Católica es ateo y romántico como el de Brideshaed de Evelyn Waugh, lugar de crímenes y suicidios, incluidos los del Real Sporting tan próximo.
Oviedo, ciudad franciscana con parque y calle, sólo tiene dos franciscano: Uno es el San Francisco, de piedra, en el Campo, y otro es el que pastorea en la Corrada (del Obispo), éste de hueso y carne. En Gijón, por el contrario, los franciscanos-capuchinos tienen hasta iglesia, aunque ahora, capuchinos, capuchinos, tampoco deben de pasar de dos, y ninguno cuelga ya o asoma la barba-chiva.  
Vayamos ahora a ese noséqué y deprofundis, causado al oír la palabra pavo, debiendo, de entrada, distinguir entre los pavos reales, que remiten a lo sublime, y los otros pavos, que son carne apreciada por gástricos y “gourmettes“, tan de moda y de pasarela ahora. ¡Ay, ay, qué poco y de tan suspensa calidad tenemos para sacar a pasear por la pasarela, ay, ay!
 Otro Francisco
La escena se sitúa en el Campo de San Francisco una tarde de verano, paseando por la Rosaleda. Ella, Begoña, luego concejala socialista, que subía del Palais, aunque su abuelo, que era músico, vivía en la calle Cimadevilla, y él, Ángel, que allí llegó desde la calle Campomanes y del “Prado Picón”. Ella con un aro de madera y un palote para dirigirlo; él con un arco de juguete y con carcaj al hombro para flechas, aparato guerrero que le compraron en Navarro Óptico de la calle Uría, el mismo de la diplomatura en Jena, el del “gratis la graduación de la vista” y el de la tienda de cristales azules (lo de los cristales azules siempre fue de un dandismo superior al del empolvado Oscar Wilde: ¡Cristales azules, ni cóncavos ni convexos, en el Oviedín del alma!).
De repente surgió un pavo real con la cola extendida, seductora, esplendorosa, que, al moverse, las plumas hacían un caleidoscopio por tornasolada, y con las antenas de la cresta muy tiesas. También de repente y como por arte de birlibirloque (acaso para mirar a la pava), el pavo dio la vuelta y nos enseñó lo más feo de su anatomía: el agujero negro, el del trasero. Ante eso, Begoña, inteligente ya entonces, dijo: “Eso le pasa (al pavo real) por hacer alardes y por no tener la cola recogida, tapándolo, que, al presumir tanto, queda con el culo al aire”. Y Ángel la preguntó: “¿Disparo al agujero?”.
Lo de “disparar al agujero”, al otro, al de la genitalidad femenina, suena machista, pues ellas no paran de quejarse de que muchos hombres, a la hora de hacer el amor, se limitan a eso: “disparar al agujero” (mi muy leído Torres de Villarroel, dieciochesco como Jovellanos, escribió del “terremoto de braguetas”. No ocultemos que hay bastantes caballeros que, por el contrario, a dicho agujero (al de ellas) le tienen pánico y horror terribilis, con nostalgias de mamá. Y un agujero, el del pavo real, tan visible por falta de rabo ¡Qué importante es el rabo para los animales, en especial para los asnos rabones! Por eso, el afán de cortar rabos a los perritos de compañía me sienta tan mal: además de amputarles, obligan a los pobres, perritos, a enseñar lo que no quieren y que los rabos taparían.
Un hermano pájaro
De aquello visto, lo del pavo, en La Rosaleda de San Francisco, surgió mi decisión de procurar nunca ponerme detrás de quien lleve plumas como los pavos, los pavipollos, los gilipavos, o sea, a contrario implume. Tuve muchos miedos: miedos en las misas tridentinas antes de la reforma litúrgica del Concilio, en los pupitres del colegio cuando el profesor, laico o con votos y botas, escribía en el encerado, etc. etc.
Un día ocurrió que un pavo se escapó del Campo y apareció en el jardín del Palacete de los Marqueses de Aledo en la calle ovetense de Santa Susana. Allí grazno con su típico “glo-gló”, poniendo duro su pecho azul, muy azul, casi verde. Contó una vez Margarita, que era la mandadera, que la señora marquesa, muy amante de las flores, se atragantó con una pastilla de jabón Heno de Pravia y que tal atragantamiento u obstrucción aristocráticos ocurrieron junto al tocador, repleto de frasquitos de perfume, colocado en el primer piso de Palacio con vistas al Seminario del Obispo Lauzurica. La señora Garralda –escribámoslo de verdad- era ella la marquesa y de la aristocracia navarra, no así él, el señor Herrero, que era, por herrero, de la burguesía local. Pues bien, la señora marquesa llamó al jardinero, que vivía en San Lázaro, y el pavo dejo de “decir” lo de “glo, gló.
Todos los años, el Jueves Santo, por fidelidad al paverío, voy a San Esteban, el Convento de los Dominicos (antes los de los calcetines blancos) de Salamanca; después de saludar a los frailes, subo al coro conventual y miro a la impresionante pintura o mural. Los ojos, detenidos en la primera fila de la pintura (empezando por abajo) contemplan al pavo, al pavo, que, según la “zoología santa” es el símbolo de la soberbia. Sí, sí, el símbolo de la soberbia ¡Qué pecado de idiotas es el de los soberbios!
Y de los pavos gijoneses escribiremos más adelante, cerca de la Semana Santa, con su pic-nic entre los tales. Sólo diré ahora que citaré al satírico y sátiro Perseo, el de las pezuñas y patas de cabra, que, al pavonearse, llamó Pelle decorus. Que Gijón es también ciudad de pavoneo no existe duda, y también de algún ganso, que es pariente y compañero de corral, corrada o corrida.
PS. Al escribir de los Franciscanos y de Oviedo, recuerdo y saludo a mi amigo Francisco (Paco) Oviedo, excelente maquinista de RENFE, que, aunque no sale de La Perruca (túnel de Pajares), es un felino y jabato; y además, del Bierzo, como el botillo y las sabrosas castañas.
Las fotografías:
Para fotografiar al pavo, el fotógrafo que es el mismo que escribe, tuvo que subirse a un tejado con peligros, gracias a una escalera muy larga como de bombero.
Para ver al pavo dentro del impresionante mural del Coro del Convento de los frailes dominicos en Salamanca, el lector o lectora habrá de pulsar la tecla o tetilla de hacer grande lo que suele ser pequeño. Una vez pulsada o propulsada aquélla, verá que junto a la rueda de la izquierda, abajo, en dirección al centro, está el pavo.
Uno de los dos franciscanos de Oviedo, el de piedra, está en el Campo de San Francisco.
Y para fotografiar al “hermano pájaro”, tan exótico como los pavos reales, el fotógrafo tuvo que desplazarse a Oriente.

De postre, plátanos, muchos plátanos

Fdo. Ángel Aznárez.

ÁNGEL AZNÁREZ otra vez anuncia que...

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 ...el sábado próximo, día 23 de enero, en Religión Digital y en otros medios de lectores masivos, aquí también, se publicará la tercera parte de Parecidos y diferentes.

Quienes aún no conozcan las partes anteriores e ignoren de lo que puede tratar, lo tienen muy fácil sabiendo manejar las teclas de lo digital.

"Escudo de Benedicto XVI, que de cerca parece un llavero y de lejos un escarabajo"

En la próxima 3ª parte se escribe de clérigos, de unos clérigos muy especiales que se contradicen a sí mismos continuamente, y no es esa parte anticlerical, pues no puede serlo. El que escribe es un laico que nada pretende y al que es imposible il carrierismo, tan de los cercanos al río Tiber, antes Tiberis; eso sí, el escritor tiene todos los papeles sacramentales en regla, incluido los del matrimonio, tan difícil de entender (el católico).

Sale otra vez Salamanca, pero no San Esteban, otra iglesia que no lleva nombre de santo ni de santa, que es diocesana ahora, no de frailes ni de padres. Y el ruso Dostoyevski, que es importante en esta semana para la “Unión de los cristianos”.

Se escribe de uno, Santo, que se subió a un ciruelo a predicar, y de otro, vivo y coleando, que a un palacio llamó “embudo al revés”.

Se utiliza un trampolín suizo y para así dar un salto, no como el de los trapecistas, pero casi, y siempre sin perder las formas, que son tan importantes, esenciales.

"Lo femenino, a propósito de..."
También se escribe -como de pasada, ¡Ufff de la mujer-, importante para la identidad sexual de los varones y para evitar estructuras de gobierno muy viejas por ser de ancianos. En el Evangelio de hoy mismo, día 21, se lee que Jesús “encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha…” ¿Pueden los ancianos preparar lanchas?

Y concluye la 3ª parte con una declaración de cariño a uno y de admiración a otro.

Entre paréntesis y nada que ver con lo femenino de lo escrito en la 3ª parte: (Aunque los frailes dominicos o predicadores O.P, los del sermo, apenas salen, rezamos aquí por/a Práxedes Fernández, laica dominica, siempre “venerable” y ahora más, ya en trance de beatificación. Con los mejores deseos para que aquélla tenga mejor suerte que mi patrocinada Sor María de Agreda, consejera de Filippo IV y escritora, que el Obispo de Burgo de Osma y Soria la tiene tan en el olvido.


Lugar de las fotos:

La foto de la escultura de la mujer desnuda se hizo en una localidad de la Costa Azul francesa, a la derecha de Niza.

La foto del escudo papal se hizo en el Vaticano, una mañana septembrina del año 2011. Ese escudo estaba a la derecha, justamente debajo de los ventanales del Palacio Apostólico.

Fdo. Ángel Aznárez.

PARECIDOS Y DIFERENTES (3ª parte), artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (Publicado en Religión Digital)

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¡Y que Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, nos proteja!

Sobre lo del eros de Benedicto XVI, que no es el de Apuleyo ni el de Plotino ni el de Freud, el Papa Francisco aún no ha dicho o escrito nada; es natural. Francisco es un padre jesuita. Lo que es un simple adjetivo que califica, jesuita, resulta que, en este caso, es mucho más, es un sustantivo de mucha sustancia: un padre jesuita es un padre muy especial, original, al que lo del eros no va, no va, no puede ir con él (el agapé es otro asunto). San Ignacio de Loyola, Padre y Maestro, aquello (lo del eros), no lo perdonaría.
Por tanto, para descubrir al Papa Francisco, hay que partir del hecho de que se hizo jesuita; que es de la Orden de los jesuitas y que batió el record de ser el primer jesuita elegido Obispo de Roma. Y lo de jesuita admite muchas definiciones o caracteres. Ahora y aquí, nos interesa una: un jesuita es una paradoja. El Papa Francisco, en cuanto jesuita, es, pues,  una paradoja, es un ser paradójico, un Homo paradoxalis.
Tan atrevido atributo requiere con urgencia y a toda prisa aclaraciones, partiendo del dato esencial e inicial de que los paradójicos nunca se ven tales; se suelen ver, a contrario, superlativos de lo opuesto, o sea, muy coherentes. Con este inconveniente de salida, -me da igual, soy comprensivo- iniciamos la andadura con la prisa antes indicada, y a manera de un cuadro sinóptico:
A).-Lo de la paradoja y lo paradójico es muy complicado, pues es una categoría compleja de la Lógica y muy discutida (los que quieran iniciarse en su conocimiento debería estudiar el libro de Roy Sorensen Breve historia de la paradoja. Filosofía y los laberintos de la mente. (Ed. Tusquets, 2007), que en la página 13 dice: “las paradojas son preguntas que nos dejan suspendidos entre demasiadas buenas respuestas”. Aquí, para no enredarnos –la cosa es muy complicada- nos limitaremos a contraponer lo paradójico a lo no contradictorio; aquello que está en discordia con eso tan aburrido que es el sentido común.
B).- De ninguna manera es de admitir la disyunción con la que el belga Jacques Claes, profesor emérito de Filosofía y Psicología de la Universidad de Amberes, tituló su libro, en lengua flamenca, Homo sapiens of homo paradoxalis. Es justamente lo opuesto, pues a mayor sabiduría, mayores paradojas. La condición paradójica es propia de los muy inteligentes, y hay que ser muy inteligente para que las paradojas sean “fetén”. Los jesuitas, por sus estudios, mantienen el liderazgo intelectual y la excelencia en la Iglesia. Otros bajaron, algunos en picado.
Las paradojas de los jesuitas son herencia, genética, de Eneko, Íñigo, Ignacio de Loyola, Padre y Prefecto, que fue de los tiempos antiguos (Edad Media) y de los Nuevos (Edad Moderna) ¡Qué atinado estuvo don Miguel (Unamuno) al escribir la Vida de don Quijote y Sancho y acordarse tanto de Ignacio de Loyola, lector como Don Quijote de libros de caballerías! Un San Ignacio, predicador en palacios y en casas señoriales y predicador a la plebe desde lo alto de un ciruelo; que fue un reformador y estuvo a la cabeza de la contra-reforma; un disciplinado “militar” pero que descubrió eso tan poco militar que es la grandeza de las conciencias individuales.
Los hijos, los jesuitas, que no gustan de clericalismos, pero que levantaron el gran monumento barroco que es La Clerecía de Salamanca; que no paran de hablar de la obediencia al Papa y resulta que a los papas traen a mal traer por “desobedientes” (episodios con Pablo VI y Juan Pablo II). Que gustan de la em-patía y de la sim-patia y que pueden ser de una distancia y frialdad gélidas (que quieran ahora que se les llame Lolo, Chencho o Patxi, o que lleven pulseras de trapos deshilachados, es un complemento circunstancial: asunto de la pastoral juvenil o cultura de ONGs). Y de la alfa a la omega: Misión aquí y Reino allí, que se busca aquí lo de allí.
Y que el pincel para el arte de los Ejercicios Espirituales sea el discernimiento, no es contradictorio -en esto no hay paradoja-: la preocupación ¿obsesión? por el discernimiento, es natural y exclusivo de seres paradójicos, en continua pugna con el común sentido. De ahí que en las comunidades o “casas” de jesuitas, el superior sea un primus inter impares. Esto, los frailes de la Orden de Predicadores, los del sermo, tan críticos con aquéllos, no lo entienden.
EL Papa Francisco es paradójico como sus hermanos de Orden. El lema papal ya lo es: Miserando atque eligendo; vio en el Palacio Apostólico (tradicional residencia papal en el Vaticano) un “embudo al revés”; calificó a los mismos jesuitas de descentrados; se declaró autoritario y también de consultar demasiado. Es Francisco un impaciente y no para de predicar la paciencia y que lee a Dostoyevski, que es interminable y que lee también los Evangelios que son cortitos. El leer a Dostoyevski, su Diario de un escritor (Dnevnik Pisatella), es esencial para entender, en Roma, al laberíntico Patriarcado Ortodoxo de Rusia (esta semana en especial de rezos por la unión de los cristianos); y un Dostoyevski que repitió: “No sabéis nada de nosotros, ni de nuestra historia”; al jesuitismo calificó de “recóndito”.
Por tanto el Papado paradójico de Francisco es y será una novedad en la Historia Contemporánea del Papado, del cual puede resultar lo uno o lo otro. Un Papa “pastor y paradójico”, que, por esto último, hace difícil lo tan conservador que es “el a qué atenerse”. Normal que monseñores de aquí y de Roma, tan rectilíneos, ante un Papa tan curvilíneo, estén inquietos; es normal que los más tentados por la “voluntad de Poder”, estén agazapados como tortugas bajo su caparazón esperando que...

“Mi bendito Benedicto” de Papa paradójico, nada de nada. Asunto diferente es que haya sido un Papa “trapecista”, como tendremos ocasión de demostrar en parte sucesiva (la 4ª,5ª o 6ª, que no sé cuál). A los teólogos les suele pasar eso: hacer piruetas en el trapecio, que nada tienen que ver con las paradojas. El homo oestheticus” de Benedicto XVI es ajeno a lo jesuítico y a Francisco, lo que se declara con dos reservas: a): No se duda de la afición de Francisco a Mozart o que casi levite escuchando la Pasión según San Mateo de Bach. B) La indiferencia estética de San Ignacio y sus discípulos no significa ignorar la gran aportación al Arte de la Compañía de Jesús (Hace varios años, el Padre Teodoro García Testalayo S.J., por Navidad, me regaló el libro El arte y la Compañía de Jesús, que tanto alumbra a mi pequeña biblioteca).
Aunque ya salió Benedicto, para volver a él, como Dios manda, Von Balthasar, aristócrata y sabio de inmensidades, nos es trampolín de mucho impulso. Fue jesuita Balthasar y dejo de serlo por ser muy de la estética y de lo Bello, también pianista de piano de cola (aquí nos remitimos a la 1ª parte) –y siempre sacerdote-. Tuvo Balthasar la suerte de haber sido fecundado por la sabiduría de Adrienne von Speyr ¿De dónde salió lo de que el hombre siempre es el fecundador y que las mujeres siempre son las fecundadas? ¿De dónde salió lo de que las mujeres sólo son receptoras y los hombres los dadores?
El haber prescindido el catolicismo romano de la ciencia de las mujeres fue y es de un derroche tremendo, tremendo. Ese es uno de los núcleos de “sus problemas”, que van desde confusiones en la identidad estructurante (la sexual) a su estructura jurídica arcaica por gerontocrática. A propósito: en el Evangelio del jueves último (día 21) se lee que Jesús “encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha”; y una lancha está pintada en la Sala Clementina, lugar donde el Papa recibe los saludos navideños de los ancianos cardenales. Pregunto: ¿Cuántos longoevi cardenales podrían preparar la lancha que la tienen en la Sala tan a la vista?
El concepto esencial en la teología de von Balthasar que es “la figura” nos da la mano para pasar a Ratzinger, en el que “la forma”, por homo oestheticus,es esencial (y volvemos a Spranger (2ª parte). La forma también es categoría esencial en la Teología, la Filosofía y el Derecho. Fascinante tal palabra: de forma se pasó a formoso y luego a hermoso. Resulta que a los educadores de novicios de los jesuitas se les llama formadores. Y que al Cuerpo de Cristo, la hostia, se la denomine la Sagrada Forma.
La forma tiene dos poderosos enemigos: los anti-formalistas y los pro-formalistas que se exceden con las formas, excesivas. ¿Habrá sido Benedicto XVI alguna vez de estos últimos? No precisamente en la renunciaal Ministerio Petrino, de mucho interés jurídico, que analizaremos en parte posterior, formalizada con cumplimiento riguroso de la ley canónica.
Y antes de terminar esta parte (3ª), una declaración: quien esto escribe siente cariño a Benedicto XVI y palpita de admiración al Papa Francisco. El proceso intelectual es tasado y taxativo: primero pensar mucho en la persona, de ello nace la admiración (puede no nacer), de cuyo parto resulta más tarde el cariño (puede no resultar). Está acreditado que sin admiración previa, el cariño no “sale”, queda obstruido.
Las claves de lo escrito deben darlas las lectoras /es o los que lo interpreten (mediadores), nunca el autor. Pero toda regla general tiene excepciones tasadas, y como excepción se dio una clave: la del párrafo anterior.
Esta 3ª parte se escribió sin acompañamiento musical, que San Ignacio, de músicas, de coros y orquestinas, muy poco.
  (Continuará)


EXPLICACIÓN DE LAS FOTOS:  
El Santo jesuita de la foto es Francisco Javier, que está en una iglesia que fue de jesuitas y que ya no es; hay también una reliquia del Santo, cuyo apellido figura en el Castillo de Javier Esa iglesia es muy importante para el autor, pues en ella fue bautizado y se confirmó. También cayó por las escaleras de caracol y a punto estuvo de romperse la crisma portando los crismas.
Ejemplar impresionante del libro regalado.
Cúpula de La Clerecía de Salamanca, que también fue de jesuitas. La foto se realizó subido el fotógrafo, que es el autor, al peligroso tejado.
El color rojo cardenalicio es el oscuro objeto del deseo. El color negro, que acompaña, es signo.
La fotografía del Papa Benedicto fue realizada por el autor con ocasión de una Audiencia General, un miércoles de septiembre de 2011.


"Escalera de caracol de la Iglesia de San Isidoro (Oviedo), que fue de Jesuitas, antes de que los expulsaran la penúltima vez"

ÁNGEL AZNÁREZ, como es costumbre, anuncia...

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... para el sábado, día  30 de enero, la publicación en Religión Digital y en otros medios digitales,  la publicación de la 4ª Parte de “Parecidos y Diferentes”.

Por  exigencia  del  guión,  esta  parte  se  divide,  a  su  vez,  en  dos,  aunque no como las amebas.

Es  un  desfile,  que  comienza  con  los  cañones  y  demás  piezas  de  artillería y termina con la marcha a pié, encabezada con la mascota como  de la Legión o caprina.

Es una orquesta, que al principio se oyen los finos violines y violas y  al final las músicas son como de flauta travesera.

Es un tren encabezado por una potente locomotora y detrás están  los vagones de la Compañía Wagons‐Lits //Cook, para dormir y soñar, que  es peor.

Si en la 3ª Parte salieron las tortugas –pudieron haber salido en su  lugar caracoles‐, en esta 4ª asomarán ardillas roedoras. 


Por culpa de un Rey loco, viajaremos a la Catedral de Milán.

Hay mucho latín de pulchrum y de color colorado.

Y  sale  un  artículo  de  este  modesto  escritor  ‐antes  escribano‐  publicado  en  el  periódico  de  Asturias La  Nueva  España, en  fecha  muy  señalada: el 19 de abril de 2005.

Y esta vez, a diferencia de la anterior que, por lo de San Ignacio, tan  contrario a coros y danzas, no hubo músicas, esta vez –repito‐ sí las hay.

Y “¿Por qué sois tan cobardes?” pregunta Jesús a sus discípulos en  el Evangelio del próximo sábado, día 30.




EXPLICACIÓN DE LAS FOTOGRAFIAS: 

 El sujeto  lector/lectora  habrá  identificado  el  objeto  de  la  primera  fotografía. Habrá de saber que tal joya de madera está  colocada en una  Catedral de Castilla‐León, ahora Primada. O sea, que no está en la catedral  de Toledo.

 El  cuadro o  cromo (fotografía número dos) está  colgado o pegado  en una pared en el Pazo de Mariñán, municipio de Bergondo (A Coruña),  en el que la batuta o bastón de mando la lleva doña Alejandra.

El interés  está en el parecido físico del alto Purpurado gallego con un Arzobispo en  funciones, de posibles y de posibilidades.

 En  la  tercera  foto  el  gordo  es  el  King  Jorge  III  de  Inglaterra  y  el  diminuto  es  Napoleón  Imperator.  Lo  más  importante  es  el  catalejo  que  recuerda al del canónigo, de Clarín, don Fermín de Pas, que, desde la torre  catedralicia  no  deja  de  espiar  en  esta  Vetusta,  que,  por serlo siempre,  también es ahora.   

Fdo. ÁNGEL AZNÁREZ

PARECIDOS Y DIFERENTES (4ª PARTE), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital, 30/01/2016)

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Es muy difícil jugar con Dios y no ensangrentarse.
(Eso lo escribió un cristiano greco-ortodoxo, al que bautizaron con el nombre de Nikos).


Continuamos con el Papa Ratzinger; a Von Balthasar lo dejamos ya tranquilo, y ahora convocamos a Hans-Georg Gadamer. Otro alemán, éste de más pura raíz o cepa germánicas -por ser de la Alemania luterana- que la de Ratzinger, que es de la Baviera católica. Una Baviera, que tuvo un Rey, Luis II, loco famoso por la película de Visconti. Precisamente, es por la vía de este esteta y dandy que nos dirigimos al Milanesado, muy de la “familia Visconti” y de la Cátedra de San Ambrosio.


Aquí pide el escritor a sus lectores especial atención para que no confundan lo que son saltos de ardilla roedora –acrobáticos-, con lo que es el llamado “pensamiento ardilla”: un continuo pasearse por las ramas. En esta 4ª parte, seguimos en nuestro objeto o tronco (y de ramas, nada), que es el meollo de Papas, entre “Parecidos y Diferentes”, Benedicto y Francisco.


Fue en la Catedral de Milán, una tarde gris del 14 de febrero de 2005 (días antes del Cónclave de 2005), cuando Ratzinger subió al imponente púlpito de San Ambrosio, y desde allí, pronunció la oración fúnebre o sermón por la muerte de monseñor Luigi Giussani, de cuerpo presente. El sermón fue magistral, como pudieron constatar los presentes y los que siguieron la ceremonia fúnebre, en directo,  por la Radio y Televisión (la RAI).


Aquella predicación, por su forma y fondo, “sonó” a este tele espectador, aquí escritor, a una anticipada “Urbi et orbi” de Ratzinger, entonces Decano del Sacro Colegio y Prefecto de lo de la Fe. La segunda, la genuina, la “Urbi et Orbi” del Papa Benedicto XVI, fue dos meses después, la tarde del  Habemus Papam, el 19 de abril. Hasta aquel sermón, el Ordinario de Milán, allí sentado en su Cátedra, el cardenal Dionigi Tettamanzi, aún escuchaba a los que decían que era “papable” ¡Qué engaño de aduladores!   


El párrafo precedente es fácil escribirlo hoy; más difícil fue haberlo escrito el mismo día 19 de abril, horas antes de la elección papal. Eso se hizo en el artículo publicado en el periódico matutino de Asturias La Nueva España bajo con el siguiente título: “El gran elector: monseñor Ratzinger”. La importancia del artículo –créanme los lectores y no hay ironía en la petición- es fundamentalmente para la Teoría literaria: demostración de que los escritores –éste antes escribano- siempre escriben, escribimos, de lo mismo.




¿Cómo creer a los hagiógrafos de “mi bendito Benedicto”, que cuentan la historia mítica del deseo de Benedicto de retirarse a un monasterio? Los hagiógrafos de San Ignacio de Loyola escribieron cosas parecidas. Y es que es muy bonito y como de muy santo, decir que lo que se desea, de verdad, es el retirarse a un monasterio para rezar y estudiar; eso, en realidad, lo hacen de verdad, unos pocos, muy pocos, los benedictinos y dos más. Y admiro a los monjes benedictinos por haber inventado la conjunción genial para el management contemporáneo: el lugar adecuado (Monasterio), la sabia norma (la Regla de San Benito) y la autoridad sensata (el Abad), que es mucha más de autoridad y sensata que la de un “superior”.


Y casi todo es explicable, pues, por una parte, dicen los de la psique (también de Apuleyo como el eros) que está el consciente, y, por otra, el subconsciente, que no dejan de jugar entre sí, siendo regla de juego hacerse trampas ¡Qué bobadas a veces las del consciente…!
En la Historia de la elección de Papas -escrito quede para que conste- hubo dos cónclaves “jesuíticos”. El de 2005, con dos jesuitas en primera línea: Martini y Bergoglio, y el de 2013, que, por primera vez en la Historia, hizo Papa a un jesuita, al Jesuita Padre Bergoglio: diana perfecta. Es entendible que el Decano Sodano, del Sacro Colegio Cardenalicio, no siendo elector por impedimento de edad, anduviera, nada más enterarse de lo de Bergoglio, purgando como “alma en pena” por los aledaños de la Capilla Sixtina, y en busca del Subdecanus, el cardenal Giovanni Batista Re, para pedirle explicaciones por presuntos “desafueros”.


Y ahora sí toca lo de Gadamer, el hermeneus dialogante y entusiasta según su biógrafo, Jean Gorudin, del Evangelio de San Juan por ser el más griego de los cuatro, que fue un artista  (Gadamer)  de la explicación y de la comprensión, como el divino Hermes. En su Palabra e Imagen (1992) escribe de la “armonía, de la afinación y de la belleza”. Tres palabras tres, que son el “modo de ser y estar” del Papa Ratzinger, el homo oestheticus (como el Papa Bergoglio es el homo paradoxalis).


Fue en el Viaje Apostólico al Reino Unido (2010) cuando el Papa Ratzinger exhibió por primera vez un objeto muy especial: un bastón, siendo el auténtico fenómeno no el objeto, sino la manera de sujetarlo; en mínima sujeción para que no caiga, con delicadeza extrema y nada que ver con la palabra tan brusca y bruta que es “agarrar”. Es una muy elegante forma de coger o asir, como diciendo: “Ni te quiero ni te necesito”. Ver a Benedicto con el bastón es como ver una cumbre de armonía y de delicadeza de afinador (¿afilador?) de pianos.  


Una precisión inmediata, en referencia a Benedicto XVI, se impone. Sería más exacto sustituir la palabra “bello” por la de “pulchrum. Benedicto, a propósito de las obras de arte y la pintura del judío Marc Chagall, llamó la via pulchritudinis al tránsito de la belleza “hacia el infinito y la Verdad y la relación con Dios” (Audiencia de miércoles en Castelgandolfo).  Item mas: El 30 de julio de 2012 Benedicto firmó la Litterae Apostolice Motu Proprio Datae, que denominó Pulchritudinis Fidei, y de tanta pulcritud que su redacción está sólo en latín: una barrera que únicamente la pueden pasar los muy pulcros.


Al final de la precedente 3ª Parte, hicimos referencia a la FORMA, señalando sus dos enemigos: los que las desprecian y los que las exageran. Sabemos que sin “forma” no hay Arte, ni Ceremonia, Liturgia o Ritos, y que es:  
a) Palabra esencial en la Teología. Lo de la  “Sagrada Forma” (léase el Método en Teología, 4ª Ed.de Bernard Lonergan), hace innecesario más disquisiciones por ahora.
b) Palabra esencial en la Filosofía, siendo indesligable el contenido del continente. Lo de mucho clasificar fue siempre asunto y cosa de Aristóteles.
 c) Palabra esencial en el Derecho, tanto en el Público (leyes de excepción y estados excepcionales que lo primero que suprimen son las formas o garantías procesales de los ciudadanos (–el que más supo de esto fue otro alemán, el jurista Carl Schmitt-), como en el Privado (protección por las formas a la voluntad manifestada, tal como en el matrimonio y en los testamentos).
Pasar, corriendo, por lo anterior, sin estacionamiento, causa zozobra al que escribe, que durante años se dedicó, profesionalmente, a hacer formas –escrituras- y que vio estropicios formales, muy de fondo. Mas no nos extraviemos: Benedicto XVI es un gran amante de las formas por ser homo oestheticus, pero tiene un inconveniente: es germano, y a los germanos, según Ben Donald, “les apasiona la absoluta perfección y la armonía en nuestro caótico mundo” (autor del libro (1996) Springtime for Germany or How I learned to love Lederhosen). Aquel afán germánico de perfección absoluta llevó a que la Historia de Germania haya sido catastrófica: un reiterado vaivén, un pasar continuo de lo angelical a lo más demoniaco, fáustico y de Goethe.


Nada que objetar a la ortodoxia de las formas litúrgicas o ceremoniales del Papa Benedicto XVI, ni tampoco a las del Papa Francisco. ¡Qué importante es tener sapientes Maestros de Ceremonias, aunque acaben muy mal de los nervios, que es el riesgo profesional de los de tal oficio! Ni de ello se libró el bueno y Ceremoniero monseñor Virgilio Noé, luego cardenal. Pudiera ser que el germanismo, incluso el más Light de Baviera, hubiese llevado a Benedicto a incurrir en excesos y en desmesura.
¡Qué lío montó Papa Ratzinger con la Litterae Apostolice Motu ProprioDataeSUMMORUM PONTIFICE! Por ese Motu Proprio se amplió la posibilidad, con carácter excepcional, de celebrar la misa según los libros litúrgicos de 1962 (Juan XXIII), permaneciendo la forma ordinaria que es la establecida por Pablo VI en 1970. ¿Para qué guiñar ojos a los de monseñor Lefevbre, que ni miran ni ven? Y con lo de la Liturgia es preciso ser muy cuidadosos y nunca nerviosos: Matthew Hodgar, en su libro titulado Satire, con grabados de mucha risa, recuerda que la tradición escénica del mimo, que depende de la mímica, fue un espectáculo de mucha diversión en el Bajo Imperio Romano. De ninguna manera se puede admitir que la Liturgia se convierta en un espectáculo de Mimo (cosas tridentinas).
¡Qué lío montó Papa Ratzinger con lo de las marcas! Que si los zapatos de la “casa” Geox y que si los mocasines colorados fueron diseño del creativo italiano (valga la redundancia) llamado Prada, siendo en verdad ingenio del zapatero pontificio -lo pontificio admite muchos sustantivos de oficios, el Teólogo, el Notario, el Zapatero, el Limosnero o de la Limosnería Apostólica (que esté ultimo sea en la actualidad un polaco es una paradoja, otra, de Francisco (¡un Limosnero polaco, eso fue el acabose!). Y qué lío el de Papa Ratzinger con los lentes de sol de Serengeti.
Es inútil el empeño, aún para un Papa alemán, de que las formas sean perfectas. En todo lo humano resulta y resalta lo imperfecto. Así, el sombrero Saturno puede tener una mancha o el cartón puede presentar arrugas; así el Papa puede pretender que bajo la sotana blanca nunca, jamás, se le vean los pantalones, pero hete aquí que, al saludar con los brazos en alto a la multitud, acaba enseñando los tobillos, muy imperfectos a ciertas edades por problemas circulatorios.
No es sorprendente que el Papa Ratzinger, antes de serlo, se pasease por la Plaza de San Pedro de manera austera, con sotana negra y boina casi como la de los vascos muy varones. Sorprenderse por el cambio es ignorar la condición germánica y de los germanos: ser Papa es una cosa muy seria para andar con sotana y boina (los notarios alemanes, nada más serlo, lo primero que buscan son cintas de colores y lacres para adornar los documentos). Benedicto XVI –en esto es diferente de Francisco- jamás colocaría la Cruz pectoral, de obispos y cardenales, colgada allí donde la barriga comienza a abombarse o a la altura del ombligo: siempre el pectoral en el pecho. Benedicto la llevó en su sitio.
El autor, sin necesidad de espejo, se ve sonriendo en los últimos párrafos. Pero se ha de interpretar su sonrisa como un homenaje más al “bendito Benedicto”, que es uno de los escasos clérigos con sentido del humor (Francisco también lo tiene; en esto son parecidos). Humor que es escaso en profesiones de alto simbolismo, por miedos e inseguridades comprensibles. Este problema también lo tienen los toreros.  
Esta 4ª Parte se escribió con el acompañamiento musical de Tabular Bells, de Mike Oldfield, versión de 1998.
(Continuará)


EXPLICACION DE LAS FOTOGRAFIAS:
La foto número 1 es de los tobillos de Benedicto XVI. Fue realizada en la primera jornada del viaje papal al Trivéneto, en concreto en Aquileia. Benedicto tenía por costumbre, al saludar a la multitud, levantar en exceso los brazos. Jamás enseñó pantalones por explicables razones, pero sí los tobillos, que son de más intimidad.
La foto número 2 está en el libro citado en el artículo del inglés Ben Donald. Se ven a unos alemanes danzando con mucha gracia y para risa.
La foto número 3 es del artículo publicado en la edición matinal del periódico de Asturias La Nueva España. La elección papal fue por la tarde del mismo día 19 de abril de 2005.
La foto número cuatro es de un Tauro, que no precisa de laberinto; él es laberíntico. La fotografia se hizo en el pueblo de trigos y viñas, llamado Gordoncillo, en la provincia de León, casi Tierra ya de Campos.   
Y, a modo de propina, para los lectores de “Las mil caras de mi Ciudad” este “angelito”.

Fdo. Ángel Aznárez.   

ÁNGEL AZNÁREZ vuelve a convocar a sus lectores...

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... para el próximo sábado, seis de febrero, a través de Religión Digital, Asturias mundial, Las mil caras de mi ciudad y otros medios digitales.
"Una mano de pastor y de pianista"
Lo próximo a leer es la 5ª Parte de “Parecidos y Diferentes”, que fue escrita en la madrugada del último jueves, al tiempo que nacía un nuevo día; y en unas horas en que los panaderos cuecen sus panes y las monjas rezadores salen de sus sueños.
Todos los sentidos se emplearon en la tarea: los ojos miraron los blancos papeles y vieron lo que dictaba la cabeza; los oídos escucharon músicas y cantos de voces humanas; las manos acariciaron las plumas (no de pavo real) de escribir; y los paladares saboreaban los gustos de aromas de café.
 "Los importantes son los pavos"
Si en partes anteriores escribimos de tortugas y de ardillas, las que ahora salen son las tarántulas, negras, muy negras y cavernosas. Puede resultar extraño que en un texto que busca lo pulcrhum, la tarántulas, no precisamente pulcras, se paseen.
Claro que el pulcrhum tampoco es compatible con el barullo, y de barullos y enredos se trata bastante.
Y como siempre, por el hilo tratamos de llegar a la madeja, y en ésta encontramos cosas sorprendentes.
 "Una torre en La Maragatería"


Y como siempre, como si estuviéramos en el Valle del Jerte, las cerezas en ramas abundan emparejadas y sus rabitos verdes se anudan. Puede hacerse referencia tanto al cocido maragato (Astorga) como a un autor nada recomendable e interesante, no por él, sino por su madre.  
Y como siempre hay referencias teológicas y también jurídicas; esta vez de peculiar profundidad.

Y se termina con una referencia a los notarios, no a notaires y sí a notarii.




Fdo. Ángel Aznárez.

PARECIDOS Y DIFERENTES (5ª parte), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital, 6/02/2016)

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Así me dijo el demonio una vez: ”También Dios tiene su infierno: es su amor a los hombres”.
De un escritor alemán de la antigua Prusia.

De enredo como de araña fue lo que ocurrió a Benedicto XVI con el PALLIUM, símbolo de la misión del pastor, del Ministerio Petrino, que es una lana de cordero que se pone sobre los hombros papales, pecho y espalda, y que representa a la oveja perdida, enferma o débil que el pastor lleva a cuestas. El pallium, puesto a Benedicto por el cardenal protodiácono, el chileno Medina Estévez, en la Misa de Iniciación del Pontificado el 24 de abril de 2005, por ser de preciosidad estética, resultó difícil de poner y de llevar muy aparatoso.
Foto nº 1
Años después, Benedicto sustituyó aquel pallium por el más normal, dejando el artístico depositado en el relicario de Celestino V en Aquila, Italia; un Celestino también Papa y también dimisionario ¡qué misterio! Hoy sábado, 6 de febrero, el Evangelio lo protagonizan ovejas y pastores, pues se lee que Jesús, al ver que tantos andaban “como ovejas sin pastor” tuvo lástima (lo cual no es nada sorprendente ni antes ni ahora). Que el Papa Francisco sea pastor vino como anillo (otro símbolo de Pedro) al dedo.
Ningún enredo provocó la Carta-Encíclica Spe Salvi (2007) de Ratzinger, que es un Tractatus de muchas ciencias; una reflexión de un profesor teórico( o contemplativo), no práctico como Francisco, y que no enredó (la Encíclica) porque pocos, muy pocos, la leyeron, no obstante las interesantes reflexiones sobre la esperanza y el pensamiento contemporáneo (de Marx señaló la “gran capacidad analítica” y “la agudeza de sus análisis”, lo cual hubiera causado a il canarino sotto la finestra de Pio XII un ataque de hipo.
Una Encíclica magistral con sibilinas referencias al capitalismo, que luego desarrollaría el Papa Francisco con ataques muy directos. Y es que Benedicto, tanto en eso, como en las denuncias de los pecados de “carrierismo” y de la vanidad en la Iglesia, fue pionero, denuncias en Angelus, en laAudiencia de 3 de febrero de 2010, en los Consistorios, en los miércoles de ceniza y hasta en los viajes (viaje a Portugal). Evidentemente, todo a la manera de Benedicto, con la impronta de Homo oestheticus, que no es la paradoxalis del jesuita Papa Francisco. Quiénes no leyeron a Benedicto –pregunto-: ¿Cómo se atreven a interrogarme por qué tanto me gusta, siendo sus tres encíclicas de disfrute intelectual? (excluyo el empleo de la palabra “gozo” por ser muy y mal usada por clérigos rancios).
Foto nº 2
Ahora vamos a tratar ya lo del barullo o embrollo inmenso en el que se vio envuelto “mi bendito Benedicto”, a causa de los cuales  resultó muy perturbado, perdiendo casi lo tan suyo como  la “armonía, la afinación y lo pulchrum. El principio del fin del Pontificado de Benedicto ocurrió en enero de 2009, con ocasión de la remisión de la excomunión a cuatro obispos de Lefebvre (uno de ellos, Williamson, había negado en la televisión sueca, en noviembre de 2008, la realidad del uso de cámaras de gas por los Nazis). Ese hecho, con avalancha de protestas, reveló una inoperancia sorprendente de la Secretaría de Estado y de la Curia. Un Papa en soledad total (los episodios de ese escándalo se pueden leer en el libro Attacoo a Ratzinger,publicado por los “vaticanistas” Paolo Rodari y Andrea Tornielli, con protagonismo de cardenales longoevi como Re y Calderón Hoyos). Al libro, pues, nos remitimos.
Sí, por el contrario, nos interesa ahora y aquí examinar cómo un hombre tan mesurado, de mucha medida –“hábil trapecista” como demostraremos en parte siguiente y final- aparece en medio de una tempestad incontrolada, inadmisible y constitutivamente insoportable para él. El texto para el análisis es la papal Carta a los Obispos de la Iglesia Católica, de fecha 10 de marzo de 2009, sobre la remisión de la Excomunión de los cuatro Obispos.
En esa carta llena de interrogaciones inquietantes, que trata de clarificar y hacer comprender, Benedicto escribe, de manera insólita en un documento pontificio, de su “contrariedad”, de las “heridas con hostilidad dispuesta al ataque“, de “desaciertos”, del “debemos tomar nota”, de “me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema”.  Y no menos sorprendente fue el final en referencia a San Pablo: al “morder y devorar” de la Epístola a los Galatas. Benedicto escribe: “Desgraciadamente este morder y devorar existe también hoy en la Iglesia”. Las arañas, que los italianos llamaron corvi, se metamorfosearon en tarántulas negras y de caverna como las de Nietzsche (Los discursos de Zaratustra).
Foto nº 3
Hay que tener mucha precaución con las construcciones gramaticales que contienen predicados cualitativos y de participio: “exagerado retórico” del sujeto (San Pablo) escribió Benedicto. Que Pablo fue un exagerado es lo que repiten los que dicen que el cristianismo es una exageración de Pablo. Esos mismos, enemigos de Saulo, se siguen preguntando: ¿Qué sería de Cristo sin Pablo de Tarso?  Benedicto XVI, por el contrario, es muy paulino, al que cita continuamente en sus escritos (la Spe salvi facti sumus, con el que inicia su Encíclica es de San Pablo). Es que a Ratzinger le pasó lo que suele ocurrir a los tímidos: no hay mayor atrevimiento que el de tímido asustado y “fuera de sí”.
Lo último escrito sobre San Pablo está en el libro El Reino de Enmanuel Carrère (Anagrama 2015); un libro recomendado sólo a los que tienen mucha fe. Si el que ahora escribe leyó tal libro, no estando entre los  de mucha fe –con ello anda en líos-, es porque el autor Enmanuel, un tarambana,  es hijo de madame Hélène Carrère d´Encausse, de L´Academie française, a la que todo leo por ser la mejor experta en la santa Rusia y en la URSS. Gracias a ella  comprendí a Dostoyevski, al también lee el Papa Francisco -dado que ahora en el Vaticano ya usan Internet, esto se lo deberían filtrar a Francisco-.  
El asunto Williamson, unido a lo de la escandalosa pedofilia (inmadurez y falta de identidad sexual de cierto clero), fracturó física y psíquicamente al Papa, lo que se percibió en las posteriores apariciones públicas de los años 2009 y 2010. El 4 de abril de 2010, en un artículo publicado en el periódico de Asturias La Nueva España,titulamos: Y la tormenta se desató sobre el Vaticano. Posteriormente,el 3 de octubre de 2010, después del viaje papal al Reino Unido de Gran Bretaña, publicamos otro con motivo de ese viaje, que lo terminamos así: “Con modestia y atrevimiento de laico, al Papa, que tantas escaleras aún deberá subir, deseamos mucho cuidado y muchos cuidados” (luego vendrían los graves acontecimientos de 2011 y 2012).
Es para recordar que en tiempos de inoperancia y de filtraciones por doquier, bajo la batuta del cardenal  Bertone en la Secretaria de Estado del Vaticano, al número tres de tal Secretaría, al arzobispo Dominique Mamberti, Secretario de la Sección para las Relaciones con los Estados, se le haya colocado por el Papa Francisco la birreta cardenalicia en el último Consistorio. Explicable por la condición de francés, que lo francés en Roma es de prestigio (esto bien lo sabe el cardenal Rodé, que no es francés sino esloveno), y muy poderosa, aunque temblorosa, es la mano del actual camarlengo y protodiácono, el cardenal francés (de las brumosas Landas) Jean-Louis Tauran, que también fue Secretario de aquella Sección. Mamberti,  hoy, es Prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, en sustitución del famoso cardenal Burke, ahora de vacaciones en Malta por haber ladrado demasiado.
Todo lo anterior quede dicho sin desdeñar la inteligencia de bisturí y la discreción de boca cerrada de monseñor Dominique, que procede de Academia Pontificia y no de la diócesis de Astorga, la del cocido maragato, y sufragánea de la “Archi” de Oviedo, por eso y por más, también maragata.   
El barullo, el desconcierto, la pérdida de control de la situación –insoportables para un Homo oesthteticus-, provocaron la estampida de Benedicto XVI en febrero de 2013, que ya tuvo un precedente: la marcha o escapada por lo mismo --el barullo- de la Universidad de Tubinga en los años sesenta, dando un adiós o bye, bye a Hans Küng.
Y Benedicto XVI, en la declaración de renuncia a seguir siendo Pontífice, Máximo y romano,  mantuvo el pulcrhum–el texto fue leído en latín-;  pero sin ningún añadido estético, siendo suficientes la vestidura papal (la muceta o el terciopelo rojo con armiño blanco, junto a la imponente estola haciendo juego) y la artística decoración de la Sala del Palacio Apostólico. En cualquier caso, allí donde hay drama, desesperación y angustia, lo bello y su contemplación es como si se desconstruyese (Derrida). La cara de Benedicto recordó a la de Pablo VI  durante el cautiverio de su amigo Aldo Moro, y ambos  Papas con sentimiento de fracaso, rotos, cascados y fallidos a primera vista (lo cual es otro motivo de mi admiración, que rechaza los “súbitos” santos).   
El rostro feliz de Benedicto XVI en la radiante mañana del 24 de abril de 2005 se transformó en rostro doloroso en la oscura mañana del 11 de febrero 2013, con unos ojos y ojeras que hasta parecían pesarle. La renuncia a ser la cabeza del Colegio de Obispos, a ser el Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la tierra,  es mucha renuncia: es/fue un acto extremo, a la vez normal por estar en la norma canónica y anormal, que el mismo Papa calificó de decisionem magni pro Ecclesiae vita.
Foto nº 4
Y si la renuncia, la repudiación, la abdicación, son siempre complejas en lo jurídico –en el Civil y en el Canónico- renunciar al Ministerio de Pedro tiene componentes teológicos de difícil respuesta. ¿Si la elección Papal es obra del Espíritu Santo, a ese Espíritu se le puede decir basta? ¿Es que el ligamen que une a los obispos con su diócesis, al Papa con la Iglesia,  no es también indisoluble como el que une a los esposo? ¿Es que lo único indisoluble en la Iglesia es el matrimonio? ¿Cómo es que aquél a que Dios escoge pueda quedar sin fuerzas? Cuestiones de profundidad teológica que siempre –siempre- se plantearon con ocasión de las infrecuentes renuncias papales. Dejando estacionadas las sutilezas teológicas, el humano  principio de necesidad -evitar males mayores-, ha de ser causa justa de renuncia, y por eso está prevista en el Código de Derecho Canónico.
En cualquier renuncia a derechos, cargos  y oficios se requiere un proceso –en todo, en todo, siempre hay un proceso hasta en la generación espontánea misma-. En el caso de renuncia al Ministerio de Pedro, el proceso tiene tres fases esenciales: a) lo que conduce y termina en la libre voluntad de abdicar, b) la redacción escrita del texto de renuncia  y c)  la comunicación, sentado el Papa con los Cardenales (Consistorio). El texto en latín, firmado y leído por el Papa, supuso un trabajo de una antiquísima institución (siglo IV): el Colegio de Protonotarios apostólicos, con título honorífico de “Muy Reverendos Monseñores, siendo siete los notarii di numero), e integrados en la Familia Pontificia y en la Secretaría de Estado (también en su tiempo fueron los scrinarii o archivistas). De la pericia de ellos habrá salido lo de más calado jurídico de la Declaratio papal: “Siendo muy consciente de la seriedad de este acto, CON PLENA LIBERTAD, declaro que renuncio…”. Y téngase en cuenta que Benedicto XVI es de excelencia teológica, no  jurídica como lo fue Pio XII. Francisco es de lo pastoral como San Ignacio, que, como guipuzcoano, fue mucho del Divino Pastor.
La intervención de una pluralidad de personas en un proceso hace muy difícil mantener el secreto de las “actuaciones”. Por ello, los más importantes cardenales de la Curia, aquella mañana, en el Consistorio, ya sabían lo que estaban oyendo.
La redacción de lo anterior tuvo, en la madrugada del último jueves, la compañía musical de una excepcional opera teológica (de Teología Política): AKHNATEN de Philip Glass, siendo los textos en inglés de   Shalon Goldman (1987 CBS Inc).
(Continuará, Dios mediante, el 20 de febrero la sexta y última parte).
EXPLICACIÓN DE LAS FOTOGRAFIAS:
La foto nº 1 corresponde al momento inmediatamente posterior a la Declaratio de Renuncia. Se ve en ella a los cardenales Re y Sodano,  que ya conocerían con antelación la decisión papal por sus estrechos vínculos con la Secretaría de Estado. También se ve de espalda al cardenal español Herranz Casado. Esa fotografía fue portada de los principales periódicos europeos el 12 de febrero de 2013.
La foto nº 2 es un dibujo de Pedro Menchaca, que se publicó el domingo 3 de octubre de 2010 en el periódico de Asturias La Nueva España, con ocasión ese día de un artículo del autor titulado  El viaje al Reino Unido de la Gran Bretaña. Un adorno excepcional y diana perfecta.
La foto nº 3 es la portada del texto íntegro del Discurso de ingreso en la Academia francesa de Hélène Carrère, madre del autor del libro discutible El Reino. La foto quiere transmitir el interés del autor por esa dama, gran especialista en la Santa Rusia y en el rusismo de su alma. El autor tuvo el privilegio de escucharla en Paris durante un invierno de excedencia jurídica.
La foto nº 4 es de un pelícano, de potente simbología cristiana (Cristo que alimenta). Hay dos pelícanos, uno a derecha y otro a izquierda, en la Iglesia de Santa María del Azogue en Benavente (Zamora).  
¿Y el pastor dónde está?

Fdo. ÁNGEL AZNÁREZ.
 

ÁNGEL AZNÁREZ, a sus impacientes lectores...

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... les anticipa y tranquiliza que este próximo domingo, día 14, en la prensa escrita y también en la digital, se publicará un artículo que es el primero de varios o serie.
El artículo nada tiene que ver con los que se publican en Religión Digital, titulados “Parecidos y diferentes”, publicándose, Dios mediante, el día 20 de febrero la sexta parte.
El del próximo domingo es del estilo de “Los pavos”, más o menos. Es resultado de la afición al juego –no ludopatía, de la que está muy alejado el autor-. Fue Paco Umbral en su Mortal y Rosa el que escribió: “Escribir es jugar y jugar es ser niño esencial”. Es muy difícil jugar, incluso a ratos y con Literatura, teniendo en cuenta los graves problemas sociales que rodean; también es difícil el juego por el tiempo que hay que dedicar –para defenderse—a los envidiosos, inútiles, lechuguinos, berzas y repollos ruidosos por la rabia, que pasó de los perros a los humanoides.  
Lo del domingo comienza con el peliagudo asunto del llamado “género”, pero no es la preocupación fundamental; hay otras.
Se sale de Gijón y llegamos a Oviedo, deteniéndonos en las varias unidades del convoy.
Especial atención merece una corneta, que no es precisamente un instrumento para música; cornetas por ser los cuernos de una banda de música, como las que tocaban en el quiosco del Paseo de Begoña (Gijón) y en el del Bombé (Oviedo), muy cerca éste de la caseta de madera de bosque, llamada “La Chucha” ¡Qué bandas!
Y como suele ser habitual, se escribe de una cosa pensando en otra y en otra. La mente lectora, para entender, ha de estar en varios sitios a la vez. Y nadie tiene garantizado no salir trasquilado como las ovejas o los machos cabríos.

Fdo. Ángel Aznárez.
Fotos del autor

EL COSTA VERDE (1ª parte), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (La Nueva España 14/02/2016)

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Con todo apoyo y amor a las asociaciones y plataformas en defensa del ferrocarril de Asturias.
Máquina verde: "De la serie 7.700

Es normal que los lectores/as sensibles a la Gramática y que no sufran disturbios con lo del género, queden perplejos ante un título como “El Costa Verde”, en el que un masculino artículo/adjunto (el) determina lo tan femenino como es la costa. Sabemos que la Gramática es sexista: quiere que lo masculino concuerde con masculino y lo femenino con femenino: de mezclas, batiburrillos o cabalgaduras de unos con otras, nada de nada. Don Víctor de la Concha, capitoste de la Real (Academia), nada pudo hacer para remediar tal problema, y eso que en don Victor concurren cualidades muy destacables a estos efectos o de sexo: es sabihondo de Santa Teresa, la de amores locos, y fue cura.
“El Costa Verde” puede ser un snipe o balandro, que los de posibles estacionan en el puerto de Luanco o de Tapia de Casariego; también puede ser un yacht en el que los pisa-higos, lechuguinos y de imposibles, se pasean por la marina de Panama City o por las aguas del Támesis cerca de London, el de la City paradisíaca.
Un vagón azul alemán
“El Costa Verde” puede ser un crucero muy fino como “El Costa Diadema o “El Costa Fascinosa”, que partiendo de Gijón llega a la orilla asturiana de Unquera, ruta oceánica con ida y vuelta, y con todos los lujos posibles (o sea, con spá, spáaa).Y una vuelta después de la ida para saborear las inodoras e insípidas “corbatas”, que es invento santanderino o “montañés”: todo, todo, lo de allí, es como su Presidente, el Revilla, que no es una galleta.
En verdad, “El Costa Verde” fue un tren que, cuando circulaba, nadie lo llamaba así: era el exprés o expreso, que salía de Gijón sobre las 21,45, paraba en Oviedo sobre las 22,40, con rumbo a Madrid, que era entonces como el “Rumbo a la Gloria” (lo del Teatro Principado de la Voz del Principado y de Menchu Álvarez del Valle y Manilo Aguadé, los domingos a las 12 horas, espectáculo a base de coros y danzas, muy de aquí (como de la abuela), y de tonadilleras con fajas elásticas y ajustadas “a nivel” del pompis (en Oviedo hubo hasta una tienda de fajas de sujetar abajo, femeninas, con apellido americano).
De Rumbo a la Gloría: ¿Quien es ella?
Salía el trenazo de Gijón, que era como la Estación de Roma o stazione Termini, aunque la gijonesa mirase a la calle Marqués de San Esteban, siempre oscura y de muchos gatos y gatas. De aquella Estación se destacaba la “cantina” (más que chigre), y cuyo cantinero tenía las piernas combadas como combas. En lo de la “cantina” había diferencia entre la Estación de Gijón y la de Oviedo, pues en Oviedo no había “cantina” sino cafetería, lo cual era de de ciencia, teniendo en cuenta que los de Gijón, por aquello de la clase, llaman “cantina” a las cafeterías, y los de Oviedo, también por la clase, llaman cafeterías a las cantinas o chigres.
Otra diferencia entre estaciones era lo del estanco, que el de Gijón estaba fuera, enfrente, como a treinta metros de la Estación; era el estanco un tugurio oscuro o trastero, en el que la estanquera colorada estaba sentada en una mesa camilla, aspirando los vahos de eucaliptos que salían de una pota roja, humeante, que estaba a sus pies, junto al brasero. El estanco de la Estación de Oviedo, por el contrario, estaba en el hall, que olía a café colombiano y no a serrín, al fondo a la derecha entrando, al que daba la espalda Domingo, el del quisco de la prensa, que estaba al otro lado, en el andén.
En ese estanco ocurría con habitualidad un acto político: en el reverso de los sellos –sellos de peseta- que allí se vendían, al otro lado de la cara gorda y caudillesca, para activar el pegamento e incrustarlos en las cartas, los del Régimen pasaban con cariño la húmeda lengua de acariciar y los contrarios del Régimen escupían –de auto-adhesivos nada-. La estanquera de Oviedo no tenía, por los vahos, la cara colorada como la de Gijón, sino azulada por los vahídos, más elegantes, ovetenses y románticos que los vahos. Por cierto que la estanquera de León ni era de vahos ni de vahídos, sino de Vados, natural de Toral de los Vados, cerca de Ponferrada.
Un pantógrafo de locomotora eléctrica
Para coger el tren el nerviosismo se producía no en Gijón, sino en Oviedo, por ser de tránsito. Asomando la cabeza por la vía, mirando a la derecha, era de ver la potente luz de la locomotora saliendo de la lejana curva de la Corredoria. Y todo se precipitaba, especialmente por aquéllos, precipitados, que, con miedo a perder el tren, habían llegado dos horas antes a la Estación; un miedo justificado, pues algunos hasta lo perdían, lo cual era demostración de esa falsedad, tan de inútiles, de que un “hombre prevenido vale por dos”. Y lo del Jefe de Estación tocando la campana al grito de ¡“Señores viajeros…al tren! siempre fue innecesario, pues no hay mogollón más compacto y de nervios que el de los viajeros tratando de subir al tren –jamás se precisó incitación-.  
Por la vía 1 del andén 1 pasaba el convoy, “El Costa Verde”, ya a marcha muy lenta;  y era tan largo que cuando la máquina paraba lo hacía casi en La Argañosa, mientras que el furgón de cola (o de facturación) parecía que seguía en Lugones. El largo convoy lo componían la máquina, las unidades o coches de 1ª o de 2ª clase,  la unidad o coche de la Brigada de Correos, pintado de amarillo pajarón, incluida la corneta tan de Correos y Telégrafos y de banda de música (¡qué banda!) Seguían las dos unidades de los lujosos coches-camas, cada uno llevando al frente un “conductor” vestido de marrón hasta el gorro; a estas unidades de coches-camas -esto no lo sabían entonces los de Oviedo- los ingleses en la londinense Victoria Station, que marchaban a Constantinopla, llamaban los sleeping cars. Y todo terminaba con el furgón de equipajes y de facturación, de maletas y de facturas, que, por ser de cola, llevaba fuera el furgón una luz roja parpadeante, muy roja.
Vagones de la Brigada de Correos
Y vayamos por las unidades, que siempre me pareció una palabra muy de RENFE e interesante. Llamar unidad a un vagón del convoy manifiesta una preocupación aritmética muy de la Red ferroviaria española digna de alabanza; la pena es que después se haya olvidado de la aritmética llegando el mamoneo a ser trigonométrico y geométrico.  
La primera unidad era la máquina verde, de la serie inglesa 7.700, que tenía dos pantógrafos, que tiesos y muy machos, hacían centellas al rozar la catenaria. Aquellas 7.700 fueron la madre que las parió; igual  por delante que por detrás, como casi todas las máquinas de RENFE, incluso en los detalles y acabados, cosa nada frecuente. Desde el andén, abajo,  apenas se veían, arriba, la cabecita del maquinista y el cabezón del ayudante, que era un soldado “de Ferrocarriles” y de mucho enchufe, con gorro azul y distintivo como un broche de color oro, estando dibujada una máquina de vapor con “tender” carbonero.
Mucho pensé en aquellos maquinistas o pilotos, imaginándolos rodeados de muchos aparatos o artilugios para correr y frenar, con luces rojas y de parpadeos verdes (nunca me gustó el visible cordel de las 7.7OO que, tirando hacia abajo, salían los pitidos de la locomotora (era un detalle de tranvía). Hasta el 15 de noviembre de 2015 pensaba que los maquinistas de tren era algo así como “un batería” de un conjunto musical lleno de cachivaches para hacer ruidos: a la derecha las maracas de Machín, al centro los platillos, a la izquierda el bombo y a los pies los pedaleos (lo de los pedales siempre me interesó mucho, hasta tal punto que a los pianos miro los pedales y no las teclas, y a los pianistas miro los movimientos de pies y no de manos).
Después del 15 de noviembre de 2015 caí en la cuenta que ser maquinista de RENFE es un trabajo de solitarios, singles o desparejados; es un estar solo horas y horas ante un semáforo rojo, esperando que se ponga verde. Tanta soledad es preocupante y puede dar en vicio -el vicio de los solitarios que en la Biblia fue el pecado de Onán-. ¿Estará previsto por el Instituto Nacional de Previsión Total? Doy fe de que los maquinistas que conozco son profesionales excelentes y en plena forma psíquica, que es la importante.
La locomotora tenía en su mitad una puerta muy estrecha por la que apenas cabían los maquinistas flacos con sus enormes carteras de cuero negro. Y mucho más estrecho era el pasadizo para llegar a la cabina de pilotaje, la de delante y la de detrás: un pasadizo que los más gordos pasaban con mucha dificultad y caminando de canto, pues las abultadas barrigas chocaban con los aparatos de propulsión de la máquina y los ventiladores allí instalados. Y el limpia-parabrisas de la locomotora verde no estaba a la altura: parecía de juguete.
(Se advierte al abejado lector que, para entender lo del antes y después del 15 de noviembre de 2015, deberá leer el artículo “El deseo”, publicado en este periódico el domingo 22 de noviembre último).
El vagón, unidad o coche de Correos, llevaba una brigada postal en su interior, que se pasaba la tal brigada durante el viaje jugando a las cartas, y siendo los brigadistas unos señores con bigote y tirantes. Nada que ver con la alegría amarilla del vagón y la corneta. Y es que en aquel tiempo, para llegar a ser funcionario de Correos y Telégrafos, había que tener mucho enchufe, casi tanto como para hacer la “mili” en Ferrocarriles.
Por las calles Uría y Fruela, que siempre fueron de muchas pensiones –ahora son de muchos pensionistas- iban los maleteros, con blusones azules  y gorra negra, en dirección a la Estación del Norte…
        (Continuará) FOTOS DEL AUTOR
                                                                                                                  

DE ÁNGEL AZNÁREZ se publicará el próximo sábado...

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..., 20 de febrero, en Religión Digital, Asturias Mundial y otros, también aquí Las mil caras de mi ciudad, la sexta parte de una serie bajo el título de Parecidos y diferentes, cuya temática es bien conocida por los lectores.

Esta parte sexta pretendía ser la última, pero eso ni el autor lo controla. Una cosa es lo que le parece y otra distinta, muy distinta, es lo que la “cabeza” o inteligencia le manda, y la obligación de un escritor es ser obediente, no interferir entre la pluma que escribe y la mente que dicta.
En el texto saldrán todos los papas del siglo XX y XXI, con una excepción: el Papa Sarto, que fue santo en un tiempo que no era moda hacer santos a todos los papas (San Pío X). Un Papa muy importante que, en espiritualidad y en reformas de la Curia romana, dio lecciones a los siguientes, incluso al admirado Papa Francisco, de la Societas Jesu.
Fueron muy importantes la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y muy diferentes, siendo el Papa de la Primera y el de la Segunda muy diferentes a Benedicto XVI. Es sorprendente que aquellos dos Papas, muy diplomáticos, poco pudieran hacer y que un Papa  tan poco diplomático como Juan Pablo II fuera actor esencial en la caída del comunismo soviético. La “cosa” tiene su explicación: el primer Papa eslavo en la Historia conocía perfectamente la Rusia soviética, siendo eso una excepcionalidad,  pues en el Vaticano apenas se entiende lo que es Rusia, la Santa Rusia, el rusismo. Ni el sabio cardenal Casaroli se enteró.
El no entender bien lo ruso e ignorar la Teología política de la Ortodoxia rusa se hizo manifiesto hace una semana. Y si hace un mes recomendamos la lectura de Dostoyevski, hoy recomendamos la lectura de Pedro el Grande, el primer emperador de todas las Rusias, escrito (2015) por Francine-Dominique Liechtenhan.
Tiempo tendremos para ir al Circo (espectáculo con mayúscula y que puede ser tan sublime como las tragedias griegas) y entretenernos viendo a malabaristas o equilibristas, quedando con la boca abierta ante el espectáculo aéreo del trapecista. ¿Quién será el trapecista?
La música escogida, compañía durante la escritura en la madrugada del miércoles, hace horas apenas, es la extraordinaria Musica dei Papi.
Fdo. Ángel Aznárez.
 

PARECIDOS Y DIFERENTES (6ª parte), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en "RELIGIÓN DIGITAL", 20/02/2016)

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El que monta sobre un tigre, ya no puede apearse.
             Proverbio oriental
El excepcional y colosal acto de renuncia al ministerio de Obispo de Roma por Benedicto XVI (uno de los acontecimientos más importantes en la Historia de la Iglesia en los últimos quinientos años) tienen características comunes con las renuncias a oficios, cargos (incluso a bienes), que los ciudadanos formalizan, en ejercicio de sus derechos y facultades, con “normalidad”, sin la excepcionalidad ni la enormidad de la renuncia papal.

De las características comunes señalaremos las siguientes:
A).- Toda acto de renuncia lleva implícito un repeler o repulsar, un frustrar (frustrari) de una pretensión o de un afán libremente asumido, que no se puede o no se debe continuar pretendiendo. En ese sentido toda renuncia siempre es un fracaso, también la renuncia al Papado. Dicho lo cual, ha de añadirse que, para no hacer mayor el fracaso, lo que procede, con frecuencia, es precisamente eso, renunciar. Sin duda que supone un reconocimiento de impotencia o de imposibilidad –humildad-. Como prueba de ello, basta contraponer el optimismo de la Homilía de Iniciación del Pontificado de Benedicto XVI (abril de 2005) y la tristeza de la Declaración de la renuncia (febrero de 2013), que son el haz y el envés de una misma pieza.
B).- Todo acto de renuncia tiene varios momentos esenciales como ya indicamos al final de la 5ª parte: el muy personal de la “decisión”, la forma escrita y el social de la “comunicación” o anuncio de la decisión. Es muy interesante la nota a pié de página de José María Royo Arpón que tradujo del latín el Discurso en defensa de Annio Milón de Cicerón (Ed. Marcial Pons). En la nota 60 el traductor explica que la palabra renuntiatio era, en la Roma clásica, la proclamación del resultado del recuento de una elección, que se hacía pública a través de la voz de un pregonero; fue el  nuntiare la proclamación o el hacer público un asunto; y de aquel simple anunciar se pasó al renuntiare en las lenguas romances: renunciar es anunciar. Eso es fundamental, pues hace patente el aspecto esencial de la forma en los actos de renuncia. La Declaratio papal ante los cardenales reunidos en Consistorio fue muy importante, no obstante ser la renuncia -cualquier renuncia- un acto unilateral del renunciante, sin precisar consentimiento u aceptación por otros, que son “extraños”.  
C).-  La forma escrita y la declaratio son medios para verificar la plena libertad del renunciante, que no está sometido a intimidaciones o maquinaciones; que es libre y con plenitud constatable de las facultades mentales. Por ello el momento en que se realiza la renuncia es importante, en un tiempo en que el renunciante conserve sus facultades mentales.
No ha existido la mínima duda sobre esto en el caso de la renuncia de Benedicto XVI, y tal vez hubiese sido más problemática (la renuncia) en los últimos tiempos de vida de Juan Pablo II, muy acosado y limitado por la enfermedad cerebral. Un acto tan excepcional como la renuncia al Papado -acto de coraje y de atrevimiento máximos- requiere tiempo, un aplazamiento, pero en la demora las facultades mentales pueden ir a menos, y la renuncia puede hacerse imposible o cuestionable por falta de la voluntad.
D).- Y una cosa es pensar en la renuncia y otra es llevarla a cabo, hacerla efectiva. Muchas personas piensan en renunciar, con frecuencia agobiados por problemas reales o imaginarios, en situaciones psíquicas delicadas por patologías de depresión y de angustia. La euforia no suele ser el estado de los renunciantes. Casi todos los Papas en sus muchos momentos de angustia y de depresión, inevitables y naturales, pensaron en renunciar: hay pruebas de que esa idea la tuvieron Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II, éste en diversos momentos de su Pontificado (después del atentado). Mas el único que renunció  fue Benedicto XVI.
Hemos hecho una continua referencia a las “formas”, claves en la Teología (y en la Liturgia), la Filosofía y el Derecho. Pero debemos precisar que la forma es sustancia, substantialis, y a la vez es un instrumento, heterónomo, al servicio de fines más principales. En la Liturgia, por ejemplo, la forma o el ars celebrandi está al servicio de la comunicación con Dios, a hacer presente la presencia activa de Cristo. Y muy poco que ver con ritualismos y excesos que convierten en principal lo que es accesorio, con resultado de teatro,  pantomima o mimo (muy interesantes, por cierto, los plurales textos sobre Liturgia de los Sacramentos de Benedicto XVI.
En la primera de sus audiencias generales, la del miércoles 27 de abril de 2005, Benedicto XVI manifestó: “He querido llamarme Benedicto XVI para vincularme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV, que guió a la Iglesia en un período agitado a causa de la Primera Guerra Mundial”. Es interesante la “vinculación” deseada al Papa de la Primera Guerra, el que nombró a Monseñor Eugenio Pacelli (luego Pio XII) nuncio en Munich (1917) y que fue directo colaborador en la gran obra jurídica de Benedicto XV: El Código de Derecho Canónico (1917). Más tarde, el futuro Pio XII sería nuncio en Alemania (1925) y Secretario de Estado por nombramientos del  Papa que fue Pio XI (el Papa del “pacto con el diablo o Mussolini” según David I. Kertzer).
Es destacable que Benedicto XV (1914-1922) fuera el Papa de la Primera Guerra Mundial y que Pío XII (1939-1958) fuera el Papa de la Segunda Guerra Mundial. En ambos Papas se dio una característica común: ser ambos papas de destacada excelencia jurídica (y diplomática); los dos fueron los grandes Papas juristas del siglo XX.
Y también se produjo un extraño fenómeno: Benedicto XV y Pio XII, tan diplomáticos ellos, fracasaron con estrépito en sus respectivos empeños por evitar las  guerras. Y he aquí que un Papa de escasa formación diplomática como Juan Pablo II, fue el autor de una de las hazañas diplomáticas mayores en la Historia política: el derribo del Imperio soviético. El Papa eslavo, excepcionalmente, sí conocía los interiores de Rusia.
Benedicto XVI, el Papa teólogo, quiso vincularse por confesión propia al Papa jurista Benedicto XV. Acaso sea inexacto y erróneo añadir al nombre de los papas epítetos calificativos: parece que no hay dudas en calificar a Benedicto XV y a Pío XII como Papas de excelencia jurídica y a Benedicto XVI como Papa de excelencia estético-teológica, pero debemos preguntarnos: ¿Qué fueron los grandes papas del siglo XX, San Pío X, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI y el mismo Juan Pablo II, acaso Papa filósofo, no diplomático pero…? ¿Qué epíteto pondrá la Historia al Papa Francisco, que está en el inicio de la travesía?
 Pío XII con "il canarino (pajarito canario)
Pío XII es autor de textos teológicos de importancia y Benedicto XVI es autor de textos jurídicos sobresalientes (Discurso en el Bundestag el 22 de septiembre de 2011, sobre el cual el 13 de noviembre de 2011 escribimos en La Nueva España de Asturias escribimos: Ratzinger en el edificio del Reichstag. Otros textos como los jurídico-matrimoniales (Discursos ante la Rota en los meses de enero) no tuvieron tanto relieve. i
La excelencia jurídica, filosófica y teológica supone tener una mente “formateada” que predispone un peculiar estilo de sabiduría y que acaba determinando una forma de ser, estar y de pensar; todo un modo peculiar de pensamiento y de actuar, una “óptica de la mente” que escribiera Marcel Proust (de alguna manera, volvemos a remitirnos al libro de Eduardo Spranger Formas de vida). Y es que el carácter y la forma de estar de un papa jurista (Benedicto XV y Pío XII) son muy diferentes a las de un papa teólogo (Benedicto XVI). Si lo jurídico -su excelencia- es el equilibrio, la prudencia, la neutralidad y la imparcialidad, lo teológico–su excelencia-es la novedad, el riesgo y la intuición científicas.
Y a efectos didácticos una imagen o símil traída del grandioso espectáculo que puede ser un Circo (espectáculo con mayúscula). Los juristas son como los equilibristas y malabaristas que, con los pies en suelo firme, manejan los platillos, los aros y anillas; alardean con bolas y bolos por los aires. Los teólogos son como los trapecistas, que en lo más alto y sin red, hacen piruetas y volteretas que cortan la respiración. Y la condición de trapecista no se opone a la armonía, la afinación y la mesura de un Homo Oestheticus como Benedicto XVI sino que es complementario y muy natural.
Benedicto XV y Pío XII fueron equilibristas, y de tanta excelencia que eso mismo los paralizó; sus respectivos pontificados, coetáneos a la Primera Guerra Mundial y a la Segunda Guerra, terminaron en fracaso: la Historia, por exceso de equilibrio y prudencia, los ha cuestionado. Los intentos de mediación de Benedicto XV entre los contendientes, en la Primera Guerra Mundial, fueron rechazados, y de fracaso se estimaron sus iniciativas diplomáticas. Pío XII, en medio de unos (nazismo) y de otros (marxismo soviético), permaneció quieto y “prudentemente” callado, con el resultado de descrédito tan conocido hoy, a pesar de los esfuerzos de muchos por rehabilitarle (estoy pensando en el libro de Pierre Blet S.J. Pío XII y la Segunda Guerra Mundial.  Y es que razón tuvo Julien Gracq, autor de El mar de las Sirtes, en cuya “novela” escribió con ironía: “Lo tranquilizador del equilibrio es que nada se mueve. Pero lo cierto es que basta un soplo para moverlo todo”.                                                          
Benedicto XVI por teólogo, no obstante la ideas falsas sobre su personalidad (recuérdese la sandez de llamarle el “rottweiller de Dios”), ha estado haciendo continuas piruetas sobre el trapecio. El 12 de febrero de 2013, al día siguiente de su anunciada renuncia, escribimos: ¡Adiós, mi bendito Benedicto (la gran pirueta del Papa más “trapecista” de la Edad Contemporánea! 
Y concluimos con una pregunta: ¿Cuáles fueron las “piruetas” del trapecista Benedicto? La respuesta la daremos en la siguiente parte, la séptima, esperando que sea la última –el autor no lo sabe-, en la que haremos también referencia al concepto esencial en la Historia del Papado que es la continuidad. En el Papado siempre hubo “Parecidos y diferentes”.
El texto precedente fue escrito en la madrugada del día 17 de febrero, siendo la música escuchada Cantate Domino de la Sistine Chapel Choir dirigido por el Chorus director Massimo Palombella. (2015  Deutsche Grammophon).
                                              (Continuará)

Post Scriptum:
1º.- El domingo, 21 de febrero, se celebra en Francia el centenario del inicio de la batalla de Verdun, clave en la Primera Guerra Mundial.  Es buena ocasión para recordar que esa Guerra supuso un fracaso de la Modernidad, Ilustración y Progreso, tal como hasta entonces se venían entendiendo y que marcó hitos en la evolución del pensamiento europeo. Hay un antes y un después en pensadores tan esenciales como Husserl, lo cual no se ha tenido debidamente en cuenta, lamentablemente, a efectos de comprender su pensamiento final y global.
Se reconoce la gran aportación de Javier San Martín en su libro La nueva imagen de Husserl (Editorial Trotta 2015) para entender el olvidado último pensamiento de Husserl. Y para conocer intríngulis de esa Primera Guerra Mundial, determinante de la Segunda, es mejor acudir a la Literatura (a Stefan Zweig, El mundo de ayer Editorial  Acantilado), que a la Historia misma.
2º.- Con ocasión de la renuncia de Benedicto XVI, en la prensa europea y norteamericana se hicieron interesantes análisis sobre ella. Señalemos dos importantes: el de Jacques Le Brum en el Díario francés Le Monde, titulado L´énigme de l´abdication  y el de Bieito Rubido en el periódico español ABC titulado Un acto de extrema valentía y humildad (página “La quinta” del 12 de febrero de 2013). Es de equidad señalarlo.

Fdo. Ángel Aznárez.
 FOTOS DEL AUTOR

UMBERTO ECO YA NO ES NI ESTÁ, por el magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (La Nueva España, 21/02/2016

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La belleza del cuerpo está toda en la piel
     Umberto Eco, El cementerio de Praga.


Supe la muerte del dottore Umberto Eco el sábado, ayer, en la madrugada. Por ser eso, durante la madrugada, se compensó en mí la tristeza ante una muerte con la alegría ante un nacimiento, el de un nuevo día. Si para morir (también para dormir) está la noche obscura, para  renacer y vivir están las madrugadas. Comparto pues horario, tanto al principio como al fin de la semana –siempre- con los panaderos, con los verduleros que en un mercado central trasiegan con berzas y repollos en esas horas, y con las monjas contemplativas que, con la luz del alba, cantan maitines y laudes.  
"Primero Descartes y luego Proust razonaron la conveniencia de leer a sabios, luego también a Umberto Eco"
Durante bastante tiempo me pregunté: ¿Quiénes serán las personas, hombres o mujeres, vivientes más y mejor dotadas intelectualmente? ¿Quiénes serán los más sabios y portentosos? Y siempre me respondí: Umberto Eco, muy italiano,  y George Steiner, muy judío. Desde antiguo me llamó la atención la idea de que leer a sabios es como un pensar propio por medio de otra cabeza, genial. Marcel Proust que es un aburrido, pero que a veces pensando tuvo geniales “salidas por peteneras”, escribió: “La lectura es exactamente una conversación con hombres mucho más sabios y más interesantes que los que podemos tener ocasión de conocer a nuestro alrededor”. Por eso mismo, cualquier libro, artículo, entrevista en profundidad, tanto de Eco como de Steiner, leo y releo con precisión de relojero o puntillismo de afinador de pianos.
Nada voy a repetir aquí lo que los lectores puedan leer en Internet, pero sí señalar que Eco fue original en su especialidad científica e ilimitada: la Semiótica o análisis de los signos, tantos los importantes, los del logos lingüístico como los más importantes aún, los no lingüísticos y escapados de la razón controladora. Pero si saltamos de la Semiótica a la Literatura surge un problema. Es muy difícil ser un excepcional investigador en un concreto campo de la Ciencia (las llamadas sociales y no sociales) y ser al mismo tiempo un gran novelista. Me explico: las novelas de Eco son muy interesantes, pero son novelas que llevan un calificativo: semióticas, muy interesantes para esa especialidad científica, pero heterodoxas desde la preceptiva de la Teoría de la Novela. Las novelas de Eco más que tramas novelescas son análisis de conceptos de su especialidad y significativos como la biblioteca (El nombre de la Rosa), la conspiración (El Péndulo de Foucault), un tipo de periodismo y de sus falsedades (Número cero). Y siempre, omnipresente el complot.
Y es que, para ser un buen novelista, hay que ser esa cosa  tan digna y consistente que es ser unDon Nadie. Cervantes escribió El Quijote por ser un Don Nadie a base de trapichear con dineros ajenos. Kafka escribió lo que escribió por ser un oficinista o plumilla en una compañía de seguros, o sea, un Don Nadie (podría ser también lo que hoy se llama “un comercial”). Borges fue un bibliotecario de una empolvada biblioteca al otro lado del Océano. Valle-Inclán se pasó la vida para demostrar que era alguien, sabiendo que no lo era, y por eso escribió lo que escribió (La lámpara maravillosa, más que una novela).
"Un cementerio judío, que no es el de Praga"
Quevedo, por el contrario, fue político de caciquear, y todo lo que escribió muy bien, incluso los Sonetos, son literatura política: nada de novela. Si al gran y mejor jurista del Siglo XX, el austríaco Hans Kelsen,  se le hubiese ocurrido escribir una novela, lo que hubiese resultado es algo muy interesante y bien escrito para la Teoría del Derecho y del Estado (una novela jurídica), pero no lo propio del arte de novelar.
Por ello, cuando oigo de un nuevo escritor de novelas –eso tan sugestivo que se llama “novel”-, lo primero que pregunto, que es condición previa -seguida de otras numerosas- para abrir el libro, es si el nuevo escritor es un Don Nadie, pues como sea lo contrario o una celebridad del Derecho, la Teología o la Filosofía, no pierdo el tiempo, pues ya sé con lo que me encontraré; no desde luego, con excelencia novelística.
Steiner, a diferencia de Eco, nunca escribió novelas, acaso por ser laberíntico y por tener la suma inteligencia, propia de los judíos lectores  del Talmud y de lo cabalístico de la Kabbalah. Mientras Steiner reflexiona sobre La barbarie de la ignorancia, los italianos piensan en otras cosas; son más creativos, con facilidad para crear lo que sea, desde el fascismo al populismo (Berlusconi), pasando por las pinturas de Giorgio de Chirico. Y Eco llevó su empeño novelístico hasta el final con su Número Cero(2015), obra que trata de analizar la paranoia, la malversación y manipulación de una llamada “ética periodística” y de algunos alucinados y de pocas luces. Esa novela me recordó al libro anterior Construir un enemigo y otros escritos ocasionales.
Se retrata a los locos de columnas y a los editorialistas aficionados o sin oficio, presididos por el gran complotista que es Braggadocio, responsable de que si un complot no sale, se invente otro; y todo en un continuum como si nada pasare y los lectores fueren imbéciles. Hay un matiz importante: el periódico de Braggadocio no era para publicar; y si fuere de publicación aquel personaje hubiese durado muy poco, pues su aliento letrinal, por nutrirse de salpicones y mondongos baratos, hubiese apestado. Número Cero es la novela más corta de Umberto Eco, pero ¿es realmente novela? No lo es, pero da igual.
Un relativista como Ecose llevó mal, muy mal, con el absolutismo religioso, incluso con el tan atenuado como el del Vaticano. Siempre anduvieron a la greña. El jesuita cardenal Martini también dialogó con él (de ello se publicó en España el librito ¿En qué creen los que no creen?) Martini, que dialogó con tantos y tantos, no pudo con Eco, que en su libro El Cementerio de Praga la “tomó” con los jesuitas, primero llamándoles exageradamente  “masones vestidos con faldas” y luego haciendo decir al personaje: “No hay que fiarse nunca de los jesuitas”.
Esto último que parece muy fuerte, hay que entenderlo teniendo en cuenta el gran sentido del humor y picardía del catedrático fallecido de Bolonia, que dispuesto a zurrar a clérigos, eligió a los más importantes: no le pareció apropiado, por exceso de abuso, meterse con frailes menores o Capuchinos, o con Hermanos de La Salle o los Hermanos Maristas.
Y Eco falleció con la ventaja de saber dónde está Dios: ventaja inmensa. Dejó escrito no tener dudas de que el dios cristiano está en los cielos y que el dios hebreo está donde apareció según la Biblia, en una montaña y en una zarza; nunca más arriba.
Fdo. Ángel Aznárez.   FOTOS DEL AUTOR

ÁNGEL AZNÁREZ publicará en RELIGIÓN DIGITAL...

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... y en otros acreditados medios digitales, el próximo sábado día 27, la séptima y última parte de “Parecidos y diferentes”. Lo que se pretendió que fuese uno, han resultado siete -podían haber sido más-.


"LO CRISTIANO"
En este séptimo hay una primera parte a base de piruetas en el trapecio. El artista no parece que precisara frotar las manos con polvos talco para agarrarse, no obstante ser los ejercicios de mucho riesgo. Los errores pueden ser mortales.


En la segunda parte se trata del importante asunto de las relaciones, siempre muy conflictivas, entre el judaísmo y el catolicismo. El autor -acaso con alguna arrogancia- siempre pide a sus lectores que lean y relean despacio, muy despacio, con saboreo  de cada palabra y con lectura también de lo que, no pareciendo estar en el texto, sí lo está.


Entre la religión judía y la cristiana son imposibles los acuerdos teológicos, no obstante lo del Nuevo y Antiguo Testamento, y no obstante lo de llamar a los judíos “hermanos mayores”.


El texto concluye con una palabra que ahora no se la quiere mucho y que es, sigue siendo fundamental: continuidad en la historia.


"LO JUDÍO"
Y fuera del texto hay dos letras: la primera (A) es sobre el humor judío, o mejor, de la comicidad talmúdica, y la segunda (B) es sobre Teología política, que llamada a ser euro-céntrica y mirarse al ombligo -análisis sobre la secularización- en los próximos tiempos va a resultar dinámica, pues la están empujando los otros, los terceros, que ni son cristianos ni judíos: los del tercer monoteísmo o Islam.
"LO MUSULMÁN"
Es comprensible que este último párrafo sea al lector de difícil comprensión. En un futuro próximo, tal vez se entienda mejor. Una de las limitaciones intelectuales de los seres humanos es NO ser conscientes, un NO darse cuenta de los movimientos y mutaciones históricas que se inician bajo la superficie. Siempre la “cuenta” es a toro pasado por mirar sólo a la superficie y verla a ciegas.

Fdo, Ángel Aznárez.
FOTOS DEL AUTOR

PARECIDOS Y DIFERENTES (7ª parte y última), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ

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“Dios de nuestros padres, tú has elegido a Abraham y a su descendencia para que tu Nombre fuera dado a conocer a las naciones: nos duele profundamente el comportamientos de cuántos, en el curso de la historia, han hecho sufrir a estos hijos tuyos y, a la vez que te pedimos perdón, queremos comprometernos en una autentica fraternidad con el pueblo de la Alianza”.
(Oración de San Juan Pablo II delante del Muro del Templo (Jerusalén), recitada por Benedicto XVI en su visita a la Sinagoga de Roma el 17 de enero de 2010).


Benedicto XVI, por su condición de teólogo de excelencia, brillante en muchas teologías, contemplador de bellezas y verdades, hizo piruetas y volteretas, arriesgadas en lo alto del trapecio, que esa es la tendencia y predisposición de los teólogos grandes. Los de la excelencia jurídica y canónica, papas y no papas, harán malabarismos con artilugios del espectáculo, pero siempre con los pies fijos en suelos firmes y estables. De una dedicación –profesión- dedicada a la Teología y al Derecho, vivida como esencial, acaba resultando una psique  “formada y formateada”, que determina un peculiar ser y estar. Donde hay pulsión y líbido, la libertad mengua ante lo inevitable.
Lo anterior es fundamental para entender hitos del Pontificado de Benedicto XVI. El “excepcional y colosal” acto de renuncia, que hemos analizado en anteriores partes, es uno de esos hitos, acaso el principal: un Papa jurista jamás lo hubiese realizado por su enormidad (la enormidad jurídica oculta y tapa la teológica del Vicariato de Cristo –un Papa, figura carismática suprema, que renuncia cuestiona aspectos básicos del Ministerio de Pedro-. Es natural que todos los Papas hayan pensado en renunciar, teniendo en cuenta, de una parte, los continuos agobios y grandes problemas –a veces sobrehumanos e imposibles- a resolver, y, de otra parte, la ancianidad o vejez que supone una disminución natural en las facultades físicas y mentales, y por tanto en la facultad decisoria (problemas de dolores físicos y depresiones o angustias en la llamada Tercera Edad). Y es que en el ejercicio del Pontificado puede haber también martirio: el Papado como martirio (El 24 de junio de 2012, en el diario de Asturias La Nueva España titulamos: El Papa, soberano absoluto y mártir.
 Lo cristiano: "La Catedral de Oviedo"
Los inicios de un nuevo Papa ya indican lo que le sucederá: nada más ser elegido, entra, a vestir la sotana blanca, en la llamada Stanza delle lacrime (a llorar), pequeña sacristía situada a la izquierda del altar de la Capilla Sixtina; un momento iniciático que el arte cinematográfico ha descrito con precisión (el film de Nanni Moretti Habemus papam,2011). Está por escribir la historia tormentosa de los papas, papas contemporáneos, afligidos y fracturados por la depresión y otras patologías psíquicas (el Vaticano no tiene interés que esto se sepa y lo protege con el carácter de secreto pontificio: se hace esfinge). En general, el PODER –es lo mismo a estos efectos que sea el civil o el eclesiástico- esconde lo que quiere pleno y sano: en el ámbito civil fue de paradigma el ocultamiento de la enfermedad del presidente francés Mitterrand. Lo de que “los Papas no enferman, sino que mueren” es de hipocresía; es una ficción (la ficción, nutriente del Poder).    
Y como ya escribimos en anterior parte, si desde San Pío X (primer Papa del siglo XX) hasta el actual Francisco, todos pensaron en abdicar, en renunciar, Benedicto XVI, en pirueta arriesgada desde lo alto, fue el único que dimitió.
Ya nos referimos en anterior parte a la Carta de Benedicto XVI sobre la remisión de la excomunión a cuatro obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre (10 de marzo de 2009). Esa carta, por su fondo y forma, podría considerarse como otra pirueta desde el trapecio, aunque su esencia –eso nos parece- es más un acto de extrema pena de un Papa que creyó provocar divisiones entre los “suyos”, no habiendo sido fiel a una de las funciones básicas en cuanto sucesor de Pedro: garante de la unidad de los creyentes católicos.Dijo llorando: Ostilitá pronta all´attacco, herirme (colpire, attack, offenser) con una hostilidad dispuesta al ataque. Una personalidad de tanto revestimiento estético se desnudó y quedó desnudo.
Una pirueta arriesgada del cardenal Ratzinger -días antes de ser elegido papa- fue su meditación en el Vía Crucis del Viernes Santo (2005) en el Coliseo. Un vía Crucis particularmente dramático –los Vías Crucis en el Coliseo siempre lo fueron y son-: en aquél las antorchas iluminaban el teatro romano; la Plaza de San Pedro, a oscuras como un reino de sombras, recibían el resplandor de las luces como astros de las tres estancias del tercer piso del Palacio Apostólico, en el que San Juan Pablo II, en horas de fiebre, agonizaba (genialidad “de imagen” del Vaticano). El obelisco de la Plaza, que trajo el loco Calígula de Heliópolis, allí seguía impasible y tieso.  
 Lo Judío:" La estrella de David  y el muro del Templo"
Todo transcurría de la manera acostumbrada. De repente, en la novena estación (la del “Jesús cae por tercera vez”), sonó, como un chasquido de látigo, la meditaciónde Ratzinger: “¿No deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo  en su propia Iglesia? ¡Cuánta suciedad (sporcizia) en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar entregados a él! Luego siguió la oración: “Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo, vemos más cizaña que trigo…Ten piedad de tu Iglesia”.
En la sporcizia se anunció e incluyó lo que sería una bomba atómica, devastadora y terrible, en el mismo corazón de la Iglesia: la pedofilia. Y el cardenal Ratzinger, fiel a su estilo, hizo lo habitual en él: asustado y asombrado por su pirueta, la quiso como esconder: a la sporcizia ninguna referencia hizo, en días siguientes, en la Homilía de la Misa de funeral por el Papa muerto ni en la Homilía de la Misa inmediatamente anterior al inicio del Cónclave (era el decano del Sacro Colegio de cardenales). ¡Qué dos ocasiones…! Pero hay que comprender: si hubiese hecho referencia Ratzinger nuevamente a la sporcizia en aquellas dos ocasiones, acaso todo hubiese cambiado, desde el cuestionamiento in radice del Papado de San Juan Pablo II -al que él estaba tan vinculado- hasta su propia elección papal (los cardenales electores entonces eran los que eran).
Y hay también que recordar: fue el Papa Benedicto XVI el que trató, por primera vez, de afrontar el problema: lo de Francisco, en esto y en el asunto financiero (otra catástrofe), fue un continuar de más radicalidad, efectivamente, pero un continuar. La ruta fue marcada en el GPS vaticano.
También de pirueta arriesgada de trapecista, frotadas las manos con talcos para bien agarrar, fue el Discurso de mi bendito Benedicto, hijo del pueblo alemán de Baviera, durante su visita al campo de Concentración de Auschwitz (28 de mayo de 2006) –después, en 2007, el mismo Papa publicaría la Encíclica Spe Salvi-. Allí, en tierra de Polonia, delicado lugar para cualquier papa y mucho para un Papa alemán, formuló  interrogaciones inquietantes –“grito interior dirigido a Dios”-, jamás realizadas: “¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal? Preguntas que, para muchos, son obstáculo para la Fe y elevadas, por otros, a categorías de prueba de la inexistencia del Dios cristiano.
 Lo musulmán: "Foto realizada por el autor en su estancia en Teherán (noviembre de 2011)"
Aquellas palabras sólo y muy solo las pronunciaría –las pronunció- un papa teólogo: jamás un papa jurista y, menos aún, un papa pastoral.  Es magnífica la reciente edición en castellano de los ensayos de Teodicea de Leibniz (1710) y muchos ensayos de Teodicea harán falta para responder a las preguntas de Benedicto XVI en Auschwitz, aunque tal vez las respuestas vengan dadas por el canal menos esperado, que es el de la santidad y de los testimonios. Y vuelvo a mencionar a la fascinante Simone Weil, ahora a su texto El amor de Dios y la desgracia (malheur) en el que se termina “con el encuentro de la perla del silencio de Dios”.
El tema del mal y de Satanás ha sido, ciertamente, preocupación de todos los Papas. Pablo VI consagró una catequesis a la demonología , que no es demonopatía ni demonomanía, y a la presencia activa de Satanás en la vida de Cristo y en la Iglesia (Audiencia de 15 de noviembre de 1972) y San Juan Pablo II lo reitero repetidas veces, siendo interesantes sus reflexiones que constan en las páginas del Diario del Papa con referencias al libre albedrío y al Libro de Job (un Satanás muy peculiar por haber pactado servicio a Yahvé), y siempre con la promesa de Jesús del no prevalebunt.
 "Como la barca de Pedro"
Aquellas preguntas teológicas del Papa Benedicto le hacen diferente de los demás papas: es mucho más atrevido plantearlas y formularlas  que realizar “amables” –aunque necesarias- consideraciones sobre la Misericordia de Dios. En la interesante Bula del Jubileo de la Misericordia (Misericordiae vultus” ) del pastoral Papa Francisco (¿teólogo del pueblo?) se puede leer: “Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón”, “Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo”, “Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta que no se haya disuelto el pecado y superado el rechazo de la compasión y la misericordia”, “la misericordia de Dios desde su responsabilidad con nosotros”. Esas frases son muy interesantes, pero requerirían, previamente, una respuesta a las preguntas del Papa  teólogo.
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De “Parecidos y diferentes”·igualmente se pueden calificar a Benedicto XVI y a Francisco en relación al importante asunto de las relaciones entre el judaísmo y el catolicismo. Benedicto inició el Pontificado con la negativa sospecha por ser alemán; Francisco lo inició con la positiva certeza de su amistad con el rabino argentino Abraham Skorka (los judíos por su excelencia de inteligencia, activada por aprendizajes prontos –Steiner- lo piensan y anotan todo).
Durante el Pontificado de Benedicto XVI hubo momentos en que se dañó la sensibilidad judía, más por errores garrafales de la Secretaría de Estado vaticana que por verdadera intención. Fueron tristes el episodio el de la oración pro judeis del Viernes Santo, la aprobación de las “virtudes heroicas” de Pío XII, las reservas y críticas al discurso papal en Auschwitz, el “fracaso” del viaje  del Papa Ratzinger a Tierra Santa en 2009 y el frío texto leído en el Yad Vashem de Jerusalén.
Un anti-judaísmo siempre existió en el Vaticano y en lo cristiano, no por razones raciales sino teológicas –la teología judía se opone a la cristiana en algo tan esencial como es el negar la condición mesiánica y de Dios de la persona de Cristo: un judío, para un judío, jamás puede ser Dios. Sobre esto, el 31 de agosto de 2008 escribimos El libro del Papa (Jesús de Nazaret) y ellibro del rabino (Jacob Neusner).  
La visita de Ratzinger a la Sinagoga de Roma, “el Templo Mayor”, el 17 de enero de 2010, después de la realizada por San Juan Pablo II hacía casi veinticuatro años, resolvió muchos problemas. El último 17 de enero (2016) el Papa Francisco hizo la tercera visita de un papa al templo judío de Roma, lo cual tuvo particular interés, pues, como indicó el rabino Capo, Riccardo Di Segni, de conformidad con la tradición jurídica rabínica, un acto que se repite tres veces es ya costumbre –encuentros inter-religiosos-.
Es de señalar que fue el Papa Francisco –no el rabino Capo- el que recordó que el 6 de octubre de 1943 más de mil miembros, hombres y mujeres, de la comunidad judía romana fueron deportados a Auschwitz, lo cual habrá disgustado a los partidarios de la beatificación del Papa jurista, el malabarista total fue Pío XII, que dudó más que el metafórico asno de Buridán.
En los discursos de Francisco y Di Segni hay veladas, muy veladas alusiones, a lo que de manera apenas perceptible y trascendente se está “moviendo” ante el empuje de la (llamaremos) Teología política del tercer gran monoteísmo: el Islam (importancia a estos efectos del reciente encuentro ecuménico en La Habana entre el Papa Francisco y el Patriarca Kiril de Moscú y toda Rusia).
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Siempre los papas han sido “Parecidos y Diferentes”, siendo el concepto básico en su historia, de la Historia del Papado, el de la continuidad, raíz que está profunda, aunque a veces sólo sean visibles las ramas, las hojas y la hojarasca que tapan partes esenciales de una estructura ciclópea y compleja como es la Iglesia, que un jurista alemán calificó de complexio oppositorun, también versátil y ambigua su estructura jurídico-burocrática.
Chistophe Dickès, en la introducción de su libro (2015) sobre doce papas escribió: “En los hechos, todos los papas se sitúan en una forma de continuidad y raramente provocan rupturas en el sentido fuerte del término”. ¡Cómo no va a existir continuidad en una institución que tiene por misión mantener vivos a Cristo y a su mensaje,  a  que no muera! ¿Qué otra cosa ha sido la función de las curias, desde las del Bajo Imperio Romano, a las de los sucesivos imperios, incluida la romana y vaticana, única superviviente?
El precedente texto fue escrito en la madrugada del jueves 25 de febrero con el estímulo de la música VIA CRUCiS, bajo la dirección de l´arpeggiata Christina Pluhar.


P.S.
A).- Sobre la imposibilidad de avances teológicos entre cristianismo y judaísmo, el humor judío (o, mejor, la comicidad talmúdica), lo deja claro. En la compilación de Viktor Malka (2006) consta el siguiente diálogo:
-Un rabino pregunta a otro: “¿Tú crees que Jesús se habrá casado?”
- El otro responde: “Para Dios tener un hijo ya es bastante, pero tener nietos o nietas, sería excesivo”.
B).- No he querido salir del guión de “Parecidos y diferentes”, pero no quiero dejar pasar la aportación de mi querido y bendito Benedicto a la Teología política católica (Discurso del Papa a los participantes en el Simposio sobre Erik Peterson,del 25 de octubre 2010), muy centrada aquélla, casi exclusivamente, en el problema de la secularización. Ahora los problemas parece que van a ser otros: ¿Es posible que dentro de una misma sociedad o comunidad, los de una religión (cristiana) se secularicen a marchas forzadas y los de otra religión (musulmana) hagan justamente lo contrario? ¿Será otro caso de lo que los presocráticos llamaron armonía de los contrarios? No lo parece.
Sobre ello, si Dios quiere, escribiremos pasado un tiempo, dejando constancia de mi apoyo a Francisco, con admiración.
"Un espectador ante una obra de arte"


Fdo. Ángel Aznárez.     
FOTOS DEL AUTOR  

ÁNGEL AZNÁREZ anuncia,...

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... para el próximo domingo, día 13, la publicación en medio de comunicación –prensa escrita- la publicación de la segunda parte de “El Costa Verde”.
Resulta que bajé del Alvia ferroviario, que llegó puntual (un minuto antes de la hora marcada) a la estación de destino, y que rodó cuesta abajo por el Puerto de Pajares como un meteorito e indiferente a la tormenta de nieve y vientos ¡Éstos de RENFE son formidables, incluidos los “jefes de circulación! Todo exciting, very, very.   
Resulta que durante el viaje me acordé de la película El maquinista de la General de Buster Keaton, que, cuando la hizo, estaba en su apogeo, apogeo de La Belle Époque, El Orient-Express, en el que los dandis y maharajás no llevaban maletas sino baúles de Londres a Constantinopla. También me acordé de pasajeras ilustres como de la bailarina de mis amores llamada Cléo de Merode y la descocada Cocó Chanel que dijo eso tan cierto o incierto: “Los mejores perfumes se hacen con los órganos sexuales de los machos y no de las hembras”. Eso, que es de Zoología, lo dejaremos para otra ocasión, aunque si lo dijo la Cocó…
Resulta que todo lo anterior aconteció sin olvidarme de “nuestro” exprés “Costa Verde”, nocturno y noctambulo como un murciélago, que salía de Gijón. A él (al tren) dedicaremos la segunda parte y seguiremos con lo del vagón-estafeta de Correos y trataremos de entrar luego en los misterios de los vagones coches-camas o sleeping cars de Wagon-List.
Y por esas extrañas combinaciones o coctelerías que sólo la Literatura hacen posibles, también nos acordamos de un club de fútbol, que, extrañamente (¿será verdad o posible?), fue calificado de “club señor”.

Las fotos y el material ferroviario de ellas son del autor.  

EL COSTA VERDE (2ª parte), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (La Nueva España, 13/03/2016)

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La estafeta ferroviaria fue aquel vagón pintado de verde y luego de amarillo/gualda con el dibujo de la corneta colorada. Ignoro las razones para el cambio de color, pues lo patriótico no parece fundamento, dado el gran número de patriotas acreditados, civiles de guardia, que visten de color verde y con sombrero acharolado negro: no es triángulo ni cuadrado ni círculo, que, por ser de maravilla y todo un prodigio, se destaca.
"Quebraderos de cabeza de RENFE"
Correos, aquí y en el extranjero (La Poste en Francia y el Royal Mail en el Reino Unido) siempre fue muy importante, lo que se demuestra al mirar la arquitectura del que fue Palacio de Correos en Cibeles de Madrid, que da espalda y enseña trasero –despreciativo- al edificio de la Armada Invencible (en tiempos de Felipe II). Correos tuvo hasta una Caja, la Postal, que, por fusiones locas y bajo batuta de Rato, permitió que alguno y alguna, funcionarios de a pié y de cartería, llegaran a directivos del Banco de los ricos del exclusivo Neguri, en el Bilbao de Vizcaya ¡Qué gran ejemplo de dinámica y de movilidad sociales!
Y Correos fue más importante que el juego de dar, echar y recibir cartas, aunque lo de “echar” las cartas tenía su aquello: era meter la mano en la boca o fauces de un león fiero, pues así era el buzón de Correos cuando estaba en la calle Campomanes de Oviedo, enfrente de la casa natal de Ramón Pérez de Ayala –en Gijón, todo más a lo grande, ahora en la “Cuesta de Begoña”, las bocas de león siguen siendo cuatro-. Meter la mano en fauces de cualquier rey, venga de Austria o de Francia, incluido el rey de la selva, siempre impuso mucho (donde hay un reinado hay una selva).
"Buzón de Correos en la Cuesta de Begoña de Gijón"
Era llegar el tren Costa Verde a la estación de Oviedo con destino a Madrid y los carritos corrían en busca del vagón postal para depositar en él sacos y sacas de cartas, cerrados con candados. Al principio aquellos carritos eran de empujar, luego incorporaron un silencioso motorín que dirigía el mozo de carro que se subía en todo lo alto, con dos barras tiesas como porras a los lados, que se subían y bajaban, la de la derecha para la velocidad y la de la izquierda para la dirección.
Y durante el largo viaje nocturno, las luces de los vagones de primera y segunda se apagaban, extendidas las cortinillas, para que durmiesen los de dentro, sentados o en literas, pero en el vagón de Correos seguían trabajando sin descanso los de la brigada del tal en su estafeta -palabra esta que es “palabra-gata” por magia de la efe (de fute-fute)-.   
Aquel tren, nocturno y noctámbulo como los murciélagos, se llamó al nacer “el exprés” y luego RENFE lo bautizó “el Costa Verde”. Poco se pareció al mítico Orient Express, el de la Belle Époque, que partiendo de London, serpenteando por los Alpes, los campos del Véneto y las riberas de Danubio, llegaba a Constantinopla, de la Turquía que fue de los otomanos.
Las estaciones de Gijón y Oviedo, ramplonas y raquíticas de arte (la de Oviedo, más elegante, olía a café tostado), nunca se parecieron a la Victoria Station, de hierros, ladrillos y cristales artísticos. Los pasajeros del tren de aquí no eran lords con bombín (en Oviedo, lo más “bombín” siempre fue El Bombé, rústico doblemente: por estar en un campo (San Francisco) y por estar junto a una Granja. Las damas astures no lucían, como las de Britannia, plumas de sombrero o/y pamelas, pues aquí la sombrerería femenina siempre tuvo toque de toca, almidonada, de monja, como las de La Milagrosa (las Ursulinas fueron de toca muy ajustada hasta el Concilio, pero ni un segundo más).
En el Costa Verde no hubo crímenes ni viajó una Agatha Cristie que los inventara; en el Orient Express, los que iban, buscaban el  placer de ver ombligos de sultanas, o marearse viendo la revoltura mística y frenética de los derviches -para la mística, la Sufí de allí, dar muchas vueltas y giros es esencial; para la no Sufí, la mística de aquí, basta con marear la perdiz-. Los que iban a Madrid en el Costa Verde era, bien para hacer gestiones o ver la novedad de las escaleras mecánicas de Galerías Preciados.
A Dios gracias, tenemos el recuerdo que se alimenta de lo fantástico, y tenemos la palabra, que, si convoca a las musas, amantes de lo lírico, y éstas bajan del Olimpo, el mito de nuestro “exprés” occidental puede superar al del Oriente. Y es que, para hacer mitos, de quién sea y de lo que sea, los humanos sólo precisamos dos instrumentos: tener un poco de suerte y muchas ganas –eso, sobre todo ganas (la verdad o mentira es otro asunto). Por cierto, que excepcional libro es El poder del mito de Campbell y Moyers (2015), caliente aún en librerías.
Había un único parecido entre convoyes tan diferentes, el de London y el de aquí: ambos tenían vagones o coches de una misma Compañía Internacional: la de los Wagons–Lits, de coches-camas, de color azul y con leones elegantes de escudo. Unos vagones, enganchados a los otros, daban un carácter aristocrático al nuestro, tan mediano, de medianas y de medianías que así somos.
No es extraño que Oviedo, ciudad de reinas y de “Escorialines” tuviera una agencia de viajes en la calle Cabo Noval, llamada, precisamente Wagons- Lits Cook, casi enfrente del Teatro Principado, con un vagón azul de miniatura en el escaparate de la derecha, y en la mano opuesta –calle Principado por medio- estaba la “tienda” de Funeraria Empresa Fortuna. ¡Menuda Empresa y morrocotuda Fortuna! No sé si peor era la de la competencia Funeraria Guerra, la de “arcas para traslado y carrozas de gran lujo, Ría 11, teléfono 3383”- ¡Qué féretros tan bien colocados en paralelo, del mismo tamaño, y a la vista en la calle Cabo Noval y en la Rúa!
En relación a lo funerario, lo único sensato, lo único, en Oviedo, fue llamar Los Arenales a los tanatorios, por aquello de la polvera y el “polvo eres…”. 
Pero una cosa tan bonita, incluidos los llamados conductores de coches-camas, uno por vagón, vestidos y engorrados de marrón como los de la competencia (Pullman), a RENFE aquella Compañía Internacional causó problemas, pues fue la culpable de que el tren tuviera que llegar a Madrid a las nueve de la mañana, parando horas y horas en estaciones de empalmes como Venta de Baños o Medina del Campo (la cosa era encamarse aquí y “des-pijamarse” antes de llegar a Madrid, a las nueve de la mañana).
Ahora recuerdo que un Presidente del Real Sporting de Gijón dijo aquello tan sabio: “El Sporting es un club señor”. Esa frase profunda y muy metafísica se puede aplicar a RENFE, que siempre fue una “empresa señora”, en especial con la competencia no ferroviaria. Fue y es hasta evangélica y llena de misericordia (de tanta actualidad en los periódicos) la Red española ferroviaria, pues si la competencia la mordía en la mejilla derecha, ponía la izquierda. Y es que, en RENFE y en las EMPRESAS PÚBLICAS en general (como Hunosa), por ser empresas “señoras”, siempre pasaron cosas muy raras, rarísimas, y repletas hasta los topes de “istas”, como oficinistas y otros.
 "Imponente edificio de la Armada, en Madrid, mirando al trasero del que fue Palacio de Correos con fachada principal mirando a La Cibeles".
Es como si esas llamadas entidades de lo público quisieran todo para la competencia y nada para sí. Por eso es milagroso que en Asturias aún haya trenes ¡Jolín, qué milagro! Y por eso está ahora, esquilmada, la RENFE y vaya mordiscos y mordeduras que le esperan a ADIF, la de tantos chuches y solomillos. E imploro: ¡Hasta cuándo Catilina o Catalina, mío o mía, que da igual el sexo!
(Continuará)  
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