A la cabeza de todos estos artilugios el ordenador, que no he mencionado en el título pero que es el que me permite escribir en el blog, entre otras cosas. Si hace un par de años me cuentan que estarían tan integrados en mi vida, creería que se estaban quedando conmigo. Reconozco que no me resultó muy fácil la iniciación. Me opuse con todas mis fuerzas a sustituir el móvil básico que utilizaba desde hacía años por el smartphone que ahora uso. Ya no podría prescindir de los buenos días de Pablo por whatsapp o de las fotos instantáneas de los juegos de Inés, del baño, del paseo, de esos deliciosos videos de su primer día de playa, de… Compartirlo luego con mis amigos/as, y responder con una imagen a la pregunta de mi madre, ¿no tienes ninguna foto nueva? Verla poner sus gafas y pegar la nariz al teléfono para no perder detalle de la vida de esa rubita preciosa que es su biznieta. O llenar algunas noches de tristeza con esos deliciosos videos que voy acumulando en la memoria. Y qué decir de las fotos que hago aquí y allá. Es, ni más ni menos que la vida en directo, ni tan siquiera nos hace falta estar juntos para sentirnos próximos. Eso no tiene precio. Cada función que realiza tiene un sonido especial. Es decir, uno para llamada, otros para correo, un tercero para decirme que alguien está conectado y espera mi respuesta. Y Pablo, que es el artífice de mi informatización, me puso para cuando es él quien está la otro lado –casi siempre enviándome una cascada de fotos- un silbido que se repite hasta que yo respondo. Total, que hasta que me acostumbré, andaba medio loca buscando a ver quién andaba por ahí silbando. Lo que tuvo su puntito de gracia cuando sucedía trabajando en la oficina… Ahora, que ya me acostumbré, el silbido me produce una gran alegría porque sé que algo bueno me va a llegar de inmediato. No podría prescindir de mi móvil.
¿Y mi tablet? Pues también se ha integrado en mi vida. Desde ella, cada noche y ya en la cama, reviso facebook y respondo algún correo –no recibo muchos, pero los que me llegan son de quienes me quieren bien- por lo que es como terminar el día cerca de mis amigos, compartiendo lo que me cuentan o lo que necesito contar.
Pero eso no es todo, escucho música en mi mp3 en mis largos paseos por la playa y por el parque, y poco a poco voy entrando por el ebook; eso me está costando más trabajo, en muy cómodo disponer de tantas obras en tan poco espacio, pero el placer de un libro… Pero bueno, seguro que todo se andará.