4ª parte
Camilo José escribió mucho de alcarreños, de leridanos, hasta de judíos, moros y cristianos. Camilo José Cela escribió poco de gallegos, siendo él tan gallego y tan gallo, casi como “los capones” de Villalba. Por eso su libro El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos, es tan interesante. A ese libro, una tal Marisa Sotelo Vázquez, tan sabia como sabias son las del Cantón de Santa Marta de Ortigueira, dedica un capítulo en el libro Camilo José Cela, el taller del escritor, de La Editorial Renacimiento, publicado en 2023.
Es interesante reproducir aquí lo que dice Marisa al final de su capítulo: “Aunque Cela ubica el origen geográfico de sus apuntes carpetovetónicos en la España árida, en la meseta castellana (Cebreros, la Alcarria), no se olvida de que la perspectiva desde la que contempla esa realidad es la perspectiva de un gallego, con propensión ensoñadora, lírica e incluso sentimental…una visión humorística, caricaturesca e irónica de la realidad, en la línea de otros escritores gallegos: Julio Camba, Fernández Flórez y por supuesto Valle Inclán”.
En El gallego y su cuadrilla escribe Cela del torero conocido por “El Gallego”, curiosamente de nombre Camilo, que formó cartel taurino con el Chicha, llamado Adolfo Díaz, que fue algo bizco, grasiento y no muy largo, y con Cascorro, llamado Valentín Cebollada, que fue pequeño, duro y muy sabio en el oficio. Y también escribe Cela del puntillero, llamado Jesús Martín, que soporta cicatriz que le cruza la cara de lado a lado, siendo, además, un poco tartamudo, y flaco, de pocos amigos.
Cuenta Cela que por la puerta abierta del chiquero salió un novillo-toro, nacido en los campos de Ciudad Real, “colorado, viejo, escurrido y corniveleto”, al que “El Gallego” dio tres o cuatro mantazos como pudo. Después de varios percances de Tauromaquia, con cogida incluida, “El Gallego”, según Cela, tuvo que ingresar en la enfermería de la plaza toledana, muy malherido, correspondiendo a Cascorro la faena con la espada, y con tanta equivocación y reiteración, que media docena de guardias civiles tuvieron que bajar al redondel para evitar un desorden del respetable, dejando de ser tal para convertirse en furioso.
Esto último, no sólo está en el libro de Cela al principio indicado, también está en las llamadas Páginas Escogidas de la Colección Austral, por el crítico, también gallego, llamado Darío Villanueva, que tanto sabe, incluso de esa otra gallega, de ajustados corsés, apellidada Pardo y Bazán, que tan caliente la ponía su amante canario, llamado Benito (siempre los Benitos calentaron mucho). En el Estudio Preliminar de don Darío, se dice que el esposo de la señora Trulock, padre de Camilo José, fue funcionario de Aduanas, añadiendo yo, que ya, en aquellos tiempos, en Villagarcía de Arosa, había mucho peligro, aunque Santiago Apóstol no fue allí descabezado o descabellado, sino más lejos, en el Oriente.
Torerismo y tancredismo: Lo de lo carpetovetónico es interesante, pues el summum de ello es una corrida de toros, no siendo los gallegos, hay que reconocerlo, muy dados a ser toreros o dedicarse a lo de la torería. Conozco a muchos gallegos, no habiendo entre ellos un torero alguno. Lo que si hay, habiéndolo comprobado, es la abundancia, casi mogollón, de “tancredos”, que es también un torerismo, aunque de otra manera. Y para que no se me impute por partidismo de género, añadiré que también hay muchas “tancredas”, que es un parecido a eso tan sexual que suele decirse, subiendo faldas y enaguas: “Aquí me las den todas”.
Continuará.
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