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"VIAJE CON UN POETA Y UN HISTORIADOR (del DERECHO)" por el magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO (publicado en el diario "La Nueva España, 28/7/14)

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                                   ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
                                   espuma de la montaña
                                   ante la azul lejanía,
                                   sol del día, claro día!
                                   ¡Hermosa tierra de España!
                                               A. Machado


Acabo de regresar de Soria y de sus campos, y en cada “estar” allí –frecuente-, sufro de una emoción distinta. La de esta vez fue, habiendo pernoctado en el Parador de Turismo de la capital, cercano al cementerio, el recuerdo a mi compañero en el Notariado (y amigo), allí enterrado, Juan Francisco Delgado de Miguel, que murió, no ha demasiado, mientras rezaba ¡cómo no! en el interior de una catedral alemana.
Ese trajín mío soriano, de ir, estar, venir, volver, una y otra vez, es consecuencia, de lo que “viví” la primera vez que allí estuve –lo que hoy, con palabra bárbara, se llama “impacto”. Aquélla, la primera visita a Soria, junto a una docena de “escogidos” alumnos de Derecho, casi chavales, tuvo dos personajes principales.
Un personaje real (de carnes gordas), pacífico y colérico, aristócrata y villano (natural de Villaviciosa), que, siendo oficialmente profesor de Historia del Derecho, lo que explicaba, en realidad, eran historias pintorescas. Este personaje se llamó Ignacio de la Concha. Y el otro personaje ideal (las carnes se la comieron en la tumba los bichos) y muy contradictorio -siendo andaluz, fue el “Poeta de Los Campos de Castilla”, y siendo primoroso en las letras españolas, enseñó las letras francesas. Este personaje se llamó Antonio Machado.  Ambos personajes fueron raros, rarísimos.
Primera extravagancia del viaje a Soria, pues la panera estaba en Carrión de los Condes (Palencia), en la finca del Marqués de la Valdavia. Los que aparecen en primera línea, de izquierda a derecha son: Adolfo A. Busto, Emilio García Pumarino, Angel Aznárez, Rafael Juesas,  Santos Coronas, Carlos Prieto, Paulino Folgueras (el del sombrero) y Alfredo

Aquel primer viaje fue en un “bus” mini, casi furgoneta o camioneta, cuya única potencia estaba en el tubo de escape, que era como el de una locomotora a vapor, pero no delante y arriba, sino atrás y abajo. El chofer, de Sama de Langreo, hacía caer por la frente una onda pelo al modo de Elvis Presley. Y el objetivo de aquel primer viaje “escolar” era ver, con promiscuidad de vicio, el nacimiento del “Padre Duero”, allá en los altos picos de la Sierra de Urbión. Antes de esa escalada, estacionamos primero en Soria capital y visitamos el cementerio, de mucho cemento, en el que reposan los restos de la “mujer-niña” de don Antonio Machado –se casó ella a los quince años-, y de la que se enamoró como se enamoran los locos, de manera atrabiliaria y extravagante. ¡Pobrecita Leonor!
Los cementerios solían ser visita obligada en los llamados “itinerarios históricos” o viajes organizados por don Ignacio. La visita al nicho, por ejemplo, en el cementerio de Salamanca, de don Miguel Unamuno, era de rigor y obligado en cualquier viaje, viniera o no a cuento. ¡Ay, qué pequeños eran antes los cementerios y que grandes son ahora! Y es que soy incapaz de quitarme de la cabeza lo del nicho de don Miguel: ¿Cómo puede ser que Unamuno, que sabía de todo, incluso que el cristianismo es genial, esté y siga estando en un nicho del montón y de serie, horizontal en un vertical, anodino, ladrillero fúnebre, no en sepulcro, mas o menos blanqueado, o en sepultura con recordatorio como de Primera Comunión? Si algún lector/lectora, que todo lo sabe, me lo explicase, sepa que me habrá quitado un peso de encima.
Después de desayunar panes de hogaza y uvas de tempranillo (finales de septiembre), y visitar a San Saturio en su ermita, el “mini-bus-camioneta” nos subió a Covaleda, donde visitamos la iglesia gótica de los santos Quirico y Julita, que así se llama de verdad y no es broma -a mí lo de Quirico y Julita, nombres él de gallo y ella de modista, me gustó mucho, mucho-. Y en Covaleda compramos panes y chorizo (¡qué chorizo!), que eso fue lo que comimos, más arriba, casi en el cielo, en los campos “machadianos” de los Alvargonzález y al borde de la Laguna Negra.

Tocamos hayas, álamos, encinas y pinos, éstos que por ser muy verdes parecían azules; subimos a vericuetos, veredas y  colinas, unas calvas y otras con cuatro pelos. Vimos nubes rojas que hacían dibujos en el cielo sin compás ni cartulina. Y todo en la tierra sobre la que exclamó el poeta: “¡Oh tierras de Alvargonzález, en el corazón de España, tierras pobres, tierras tristes, tan tristes que tienen alma!”.
D. Ignacio, repartiendo pan y chorizo, custodiado por dos "ángeles custodios"; uno a la derecha ( Fernando Segura M) y otro a la izquierda (Adolo A. Busto).
            Allí, don Ignacio sacó el libro y leyó en alta voz, del poema “Campos de Castilla” de don Antonio, el capítulo de “Tierra de Alvargonzález”. La lectura fue acongojante y acojonante, pues, por la forma y modales, don Ignacio parecía un Don Quijote, en trance de sublime caballería. La chavalería, rodeando al maestro, estaba expectante y temerosa, pues al mínimo ruido de risa, se podía desencadenar la de dios por cachondeo ante tanta gravedad. El contenido del romance no podía ser, en primer lugar, más trágico, como de Freud: un padre que sueña; dos hijos-Caín (unos malvados) que matan al padre; un tercer hijo, pródigo, que llegó para morir; unas esposas (de los malvados) “fuinas” y “malonas”; y una madre santa. Y todo ello, en segundo lugar, por causa de la codicia por repartirse tierras, como si de una herencia se tratase. Esto último, en aquel entonces no lo entendí; ahora, sí y muy bien, después de derrochar fe en herencias y particiones, viendo peleas entre gentes vulgares.
Llegó la hora de comer, de comer el chorizo soriano con mucho pan, ¡Qué color lo del embutido, qué olor, qué sabor, qué picor, qué migas rojas las del pan crujiente! Los alumnos, cual pajes de Su Majestad, pusimos al maestro el mantel (restos de periódico) sobre una piedra a modo de mesa, y comió él rodeado de Fernando Segura Morís y de Adolfo Álvarez Busto (buen Letrado amigo), que ahí aparecen en la foto, a derecha e izquierda, como dos ángeles custodios. Y, mientras comíamos, las codornices, mirando, dejaban de poner huevos y crotoraban como con amor, y las moscas, voraces y pertinaces, nos picaban allí donde podían, rascando la cabeza con sus patas ortopédicas.
El autor (Ángel Aznárez) en aquel tiempo
Ante el misterio de la Laguna Negra, nuestro afán romántico iba a más, pretendiendo encontrar con los ojos, bajo las aguas, los cuerpos del padre y del hermano, Alvargonzález, allí arrojados por los dos malvados. Nadie los vió, ni siquiera Juan Jesús González -que no estudiaba Derecho- y del que se decía que era inteligentísimo, acaso por eso tan negativo.
Aquellos pinares, verdes y azules, olían a fragancias y ambrosías, como olían los pinares entre Salinas y San Juan de Nieva, antes de que el progreso –llamando tal a industrias asquerosas, pestíferas y malolientes- los matase por envenenamiento. Los pinares de Urbión sacaban sus raíces muy cerca del paritorio continuo del Duero, que brotaban del suelo desquiciadas, haciendo figuras de esculturas imposibles, no del arte contemporáneo, sino del arte del más allá.
Don Antonio, después de enterrar a su Leonor, aburrido y triste en Soria como son los domingos de Soria, cogió el tren-correo y escapó a Úbeda; allí se acompañó de su segunda, Guiomar, y cambió los pinos por los olivares, que lucen olivas verdes de pendientes. Y allí fuimos, naturalmente, tras don Antonio Machado en otro viaje, pasando por Córdoba, la del orinal, así llamada (por nosotros) a consecuencia de un episodio dantesco causado por un orinal.
Dicen mi estimados lectores/ lectoras que soy escribiendo (escribiendo se aclara) largo y tendido. Esta vez, por eso, quiero ser corto y distendido. Añadiré únicamente que, después de bajar de la cuna del “Padre Duero”, los viajeros, dirigidos por el buen pastor (don Ignacio), hicimos un zigzag. Primero, por el “zig”, fuimos a una Villa, donde unas señoritas, solteras y repolludas, amigas de De la Concha, nos tenían preparadas unas “yemitas” dulces, las “yemitas” de Almazán. Después, por el “zag”,  fuimos a la falda de Moncayo, para ver, en Agreda, el cuerpo incorrupto (?) de Sor María de Jesús, con hábito azul de La Inmaculada, muy loca, una loca monja, que se carteaba con el Rey Felipe IV, también loco –con locura de un Austria y no con locura de un Borbón.

Lo de las “yemitas y lo de la monja se contara la semana próxima; que hay que escribirlo, con la natural licencia de mis preocupaciones y ocupaciones, bastantes.
P.S: De don Ignacio aprendí mucho, no en aula, sí en viajes; recordarle y recordar también al profesor historiador don Carlos Prieto, excelente, forman parte de mis imperativos categóricos.  





DELIA SÁNCHEZ NOS CUENTA SU VIAJE A TRUJILLO, MÉRIDA Y CÁCERES

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 (3, 4 y 5 de julio de 2014)

  Aún con el tratamiento para la hinchazón de mis piernas, que en todos los viajes me causan problemas (pues hace un mes que  regresé del crucero por Los Países bajo y he llegado con la necesidad de tener un serio tratamiento), ello no fue obstáculo  para poder disfrutar del viaje programado por el Ateneo a tres ciudades de gran importancia histórica: Trujillo, Mérida y Cáceres.
    Día tres: Llegada a Trujillo al mediodía, y almuerzo en el Parador. A continuación, visita guiada por la histórica ciudad de Trujillo, desde la hermosa Plaza Mayor hasta el Castillo (antiguo alcázar árabe) en la cima de la ciudad. Todo el trayecto está jalonado por edificios históricos, muchos de ellos  con sus escudos de armas. Es una ciudad que ha desempeñado un papel importante en la historia de Extremadura, además de ser cuna de Francisco Pizarro, conquistador de Perú, de Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas… En 1892, con motivo del 4º centenario del descubrimiento de América, el gobierno español le concedió el título de “Excelencia” en homenaje a Francisco Pizarro.

 
  Su importancia histórica ha hecho de Trujillo un importante centro turístico de Extremadura.
   Sin olvidarnos de la inseparable botella de agua, seguimos ruta, unos noventa Km hacia Mérida. Alojamiento en el hotel Velada Mérida.
    Día cuatro: Primera visita al Teatro y Anfiteatro Romano, Templo de Diana, Arco de Trajano, Los Foros, Puente Romano… Luego, un merecido descanso en la Plaza Mayor, donde unas personas del grupo decidimos prescindir del almuerzo en el hotel y quedarnos a tapear lo típico de la tierra. En esto hemos tenido  la gran suerte de encontrarnos ante la casa de Nico Jiménez Torrero, “Maestro Cortador de Jamón”, “Premio a la mejor trayectoria profesional Gastronómica”, “Cuchillo de Oro” etc. Nos dejamos aconsejar por el servicio, y lo servido en la mesa (jamón ibérico de bellota, quesos, embutidos…) estaba todo exquisito; para remate, una foto con el Maestro.
    Desde allí, visita al Museo Nacional de Arte Romano, coincidiendo con el homenaje al primer emperador romano Octavio Augusto en el bimilenario de su muerte.  Se trata de una magna exposición sobre su figura con 71 piezas procedentes de museos de toda España y algunas de Portugal.
    Tras unas horas de descanso, nos preparamos para asistir al “Festival Internacional de Teatro de Mérida”: ópera “Salomé” de Richard Strauss. De la representación no puedo opinar porque de ópera lo ignoro todo. Sí puedo decir que el marco es  ¡incomparable! Sentarse en la grada y ver todo el entorno resulta fascinante.
  

  Día cinco: Nos dirigimos a Cáceres, ciudad cargada de historia. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y Renacimiento más completos y mejor conservados de Europa, y el primero de España.
   Desde la hermosa Plaza Mayor te adentras por calles, plazas, palacios, iglesias y murallas, y parece que estás en una época diferente, que has viajado al pasado. Es común que Cáceres reciba la denominación figurativa de “la villa de los mil y un escudos”, debido a la considerable cantidad de blasones familiares que adornan sus fachadas. (El número de estos blasones se estima en un centenar).

  Estoy muy agradecida al Ateneo Jovellanos por todo lo programado por tierras extremeñas. Ha sido un gran placer volver a admirar sus hermosas ciudades y revivir su interesante historia.
            Finalmente, almuerzo en El Parador y regreso a Asturias.
                                                                         Delia Sánchez

Oviedo, julio de 2014







ÁNGEL AZNÁREZ INFORMA...

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"el autor mismo o de perfil"
... a su distinguida clientela de seguidores y seguidoras, que, en horas breves, se publicará la continuación del relato anterior, que aquí mismo pueden ver y oler, justo debajo de lo de doña Delia.

En verdad, lo del viaje es un texto y sobre todo un pretexto; es como una batalla, campal, muy campal. Y saco a pasear a unos que llamo “papa-dores“ de natas (¿quíenes serán?) y a una monja muy querida por mí, Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima.

Y que les plazca y que Dios quiera.


"LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO PUBLICADO EN "la Nueva España" (4/8/2014)

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                        LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA
                                                                                 

¡Señor y Dios nuestro, glorifica en la tierra a la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda (1602-1665), por cuyo medio descubrimos los insondables tesoros de gracia concedidos a la Inmaculada Madre de tu Hijo!
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)



            El maestro, divino y humano (Ignacio de la Concha), se acaloraba al subir al carretón o mini-bus; no podían sostener tantas cosas, ¡tantas!, que de él colgaban: el aparato de fotos, el libro de don Miguel (Unamuno) “Por tierras de Portugal y de España”, la gorra de mayoral de toritos en capea, la cachava, la Corona que caía del ojal, la pipa, la sortija de aristócrata en el dedo meñique, y los tirantes. Nos despedimos de las monjas de Santa Clara, en su convento soriano de Santo Domingo; unas monjas que, como su Fundadora, doña Clara de Favarone, son de muchas claras y yemas; de muchos huevos, huevazos.
En aquella Iglesia, dos sores clarisas, permanentemente, adoraban al Santísimo Sacramento expuesto. La concentración de ellas era tal que no respondieron a mi endiablada provocación, susurrándoles muy cerca y por detrás, un nervioso “bisbisbis”. Nada, que ni caso me hicieron. Tanta concentración, en rezos, me recordó a las Madres Adoratrices, las de la calle del Sacramento de Oviedo, éstas no de Santa Clara sino de Santa María Micaela, que también, a pares, adoraban continuamente a lo más Santo. Las ovetenses hijas de Santa Micaela tenían una ventaja muy grande: don Gonzalo, cura, con finura de Toro (ahí nacido) y un bastante tarambana, era su capellán y confesor.


Estampa de Sor María de Agreda. Venerable
Desayunamos hojaldres y almendrados en el convento de las descalzas clarisas y franciscanas; desde él miramos al Instituto de Enseñanza Media, próximo, en el que enseñó don Antonio Machado, que ahí estaba esculpido, señoreando una cabeza grande, inmensa (los listos son siempre grandes de cabeza o cabezones y de narices poderosas; los de “cabecitas” y “chatos” son los otros). Después iniciamos la ruta a Almazán, que fue mora y cristiana, atravesando trigales capados (ya sin espigas) y campos de girasoles, que giraban para ver al sol -¡qué giros los de los girasoles, sin despepitarse, qué insolación por contemplativos!-.







Desde el fondo Juan Jesús González, Norberto, la poetisa, Paulino Folgueras y Adolfo A. Busto 
Y llegamos, el maestro y sus alumnos, a Almazán, siendo recibidos con parabienes por el Río, entre choperas, de Castilla (el “Padre Duero”), y por las señoritas, “solterones y repolludas” -tal como escribimos en anterior Crónica-, que nos recibieron en su palacio con cajitas de yemitas. En palacio las saboreamos (las yemitas, naturalmente), y hasta las chupamos -para saborear, de verdad, se recomienda siempre chupar, que es un consejo mío, no de cocinero de moda (afamados chefs) o “papadores” de natas-. Contemplamos con ansia, como ratones dentro del queso, las yemitas, coloradas como soles, en su redondez, sus capitas como estratos, sus cristales de azucares para alegría y pena de las caries dentales y mentales. De allí, tan lejos, como en alfombra voladora de Las mil y una noches, volví al ovetense Paseo de Los Álamos, donde me obligaban a merendar yemas batidas, mientras miraba a Begoñita (Begoña Pérez, ex concejala de Oviedo), que jugaba con su aro (la copita de “vino Sansón” en casa, en la calle Campomanes).    
No se quién, en tal trance de gozo (esta palabra gusta mucho a los obispos castos y no sé por qué), recordó a los “tocinillos” de Grado, muy de aquí, de la abuela; pero no, las diferencias son muchas: la principal es que los de Grado –dije- son paralelepípedos y poligonales, y las de Almazán son redondas y “chonchonas”. Y entretanto, al tiempo de esas elucubraciones, ocurrió un portento: las dos señoritas nos dijeron que tenían una sirvienta que era un monstruo, una monstruosidad, que siendo analfabeta y sorda era una poetisa de primera, pues tenía dotes innatas para hacer versos y recitarlos. Con nuestra mucha expectación, se llamó a la tal sirvienta-poetisa, y allí se presentó, con muchos años por ser de los tiempos de Mari Castaña; toda vestida de negro y con pendientes de rancia castellanía, como los de las Batuecas -pudiera ser la esposa de don Agapito Marazuela, tocador de dulzaina-. De repente empezó, de manera imparable, a recitar versos y coplillas, con rima de tercetos y cuartetas. Aquella mujer era un verdadero vate, una rapsoda y orate, en carne (poca) y hueso (mucho).

Don Ignacio apenas contenía la emoción, hormigueándole la perilla y con el cazo frontal en forma de puchero. A mí, tal portento, me recordó otro: a mi profesor de Griego, en los Maristas (de Santa Susana): don Valentín de la Varga; la punta de sus zapatos punteros iba siempre alzada -tal alzamiento era muy visible encima de una tarima- y comprobé después que los que vistieron sotana, tienen unos andares especiales (la excepción es mi querido “sanjuanín” don Álvaro Iglesias F., que anda como Dios manda, y don Herminio, párroco de Guimarán, también querido, que apenas anda por glotón). Y don Valentín, en griego, hablaba de Homero, que era ciego, poeta y analfabeto; justamente lo mismo que la sirviente aquella de las señoritas de Almazán.   
Dejamos la villa adnamantina –me dicen hoy mis amigos de allí, que es una villa riquísima pues llevan dos años tocándoles la Lotería de Navidad- y fuimos hacia el Moncayo, llegando a otra villa, la villa agredeña (por Agreda), aún en tierras sorianas y de la Diócesis de Burgo de Osma, ya sin las dulzuras anteriores, y con amarguras por sus muchos helechos y cardos. Es en el convento e iglesia de La Concepción (de Agreda), de las sores concepcionistas y de La Inmaculada, descalzas, contemplativas y de clausura perpetua, donde está el cuerpo incorrupto de mi Venerable Sor María de Jesús; para mí, muy importante desde que la encontré por primera vez en aquel “itinerario histórico” ignaciano, quedando en el acto prendado y prendido de ella (El lector se explicará más adelante esta extravagancia).
Antes de entrar en el convento, que está abajo y extramuros como manda la regla de las Concepcionistas, subimos a lo alto para ver la Agreda berebere y musulmana.  Allí está la imponente Puerta del Califa, desde la que se ven, abajo, los muchos huertos de patatales y espárragos, y los cajoncitos de la “abejería” o arte de abejas. Y justo, bajo la Puerta-mora pasaban entonces dos mulas cargadas hasta los topes, y me dio que pensar tal hecho y pensé lo siguiente: en vez de mulas por allí deberían pasar camellos, muchos camellos. Aquello, ver mulas queriendo ver camellos en sitios que fueron de Alá, me fue muy útil, pues junto a las moras La Giralda de Sevilla y a La Mezquita de Córdoba, pedí siempre pasear, no en coche de caballos, que es muy cristiano, sino en coche de camellos, que es muy moro.   
Y ya ante el convento de mi Venerable incorrupta, debo interrumpir mi Crónica, para no ser largo y tendido –insisto: espero que sea sólo en la escritura-. De los portentos que ocurrieron en el interior de la clausura, tratará la siguiente Crónica. Sólo añadiré que, por mi SorMaría de Jesús, interpelé al Obispo de Burgo de Osma y escribí al P. Gaspar Calvo Moralejo (Ofm), Vicepostulador de la Causa de Santificación de la monja concepcionista, para quejarme de que Santa Teresa de Jesús sea Santísima teniendo sólo incorrupto el brazo, y mi SorMaría, teniéndolo todo incorrupto, sea sólo Venerable. Y lo de las “monja política” ¿por qué? También se explicará en la siguiente Crónica.
"El cabezón de Antonio Machado"

Es muy de advertir al lector lo siguiente: Sor María de Jesús de Agreda es un personaje religioso, político y literario de primer nivel en la España del Siglo XVII, durante el Reinado de Felipe IV, una vez caído en desgracia el Conde-Duque de Olivares (1643), después del desastre de lo de Portugal y Cataluña. A ella estudié con pasión –la llamé “loca” por ser sin mesura-, siendo para mí formación histórico-política y jurídica muy importante, al igual –bueno, casi-, que la también monja Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima. Todo ello, también, se lo debo a don Ignacio de la Concha, mi profesor de Historia del Derecho.    

ÁNGEL AZNÁREZ VUELVE A INFORMAR A QUIENES LE SIGUEN POR LA ESCRITURA, QUE NO SON, POR SER MUY LIBRES, SUS SECUACES:

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En breves horas, saltará a la pilastra, que es también palestra, una nueva crónica, que es local por ser de Soria, y global por ser mundial.
Como por arte de magia o de chistera, se recuerda a los calvos en su calvario; se recuerda a los que siempre andan con prisas que son unos horteras (no hay foto de protagonistas de la Feria de Muestras de Gijón, con las manos juntas apoyándolas en la bragueta); se recuerda a los pájaros, muy numerosos, aún no enjaulados; y se recuerda a una monja, con extrañas calzas, muy pesadas para elevarse o levitar hacia el Cielo, por mística.   
Con ello, los lectores tendrán una idea aproximada y precisa, a la vez, del contenido de la crónica.
La foto que se adjunta fue realizada en el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria). El monje del Cister, con su ropaje gris, de puntillas como un bailarín y enseñando calcetines, sale fotografiado en plenitud del “ora et labora”, que es lo que   se debe hacer cuando se tiene la Regla.
Y termino: una ilustrada lectora, que vive por San Esteban de las Cruces, me formula la siguiente comprometida pregunta: “¿Cómo es posible, don Ángel, que habiendo tantos capullos y tan variados, haya tan pocas mariposas?”. Y la respondí: “Señora mía, de Zoología apenas entiendo, pues lo mío son las ciencias artificiales, del  hombre o de Dios”.
 


"LAS GOLONDRINAS AZULES", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO ("La Nueva España, 11/8/2014)"

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                                    LAS GOLONDRINAS AZULES


                                                                       ¿Quién reina agora en España?
                                                                       -Murió Filipo III –dije yo.
-Fue santo rey, de virtud incomparable –dijo el nigromántico- según leí yo en las estrellas pronosticado.
                                                                       -Reina Filipo IV días ha –dije yo-..
-¿Eso pasa? –dijo-.
                      Sueños y discursos (Quevedo).


                           Primero fue el recorrido por Agreda, la musulmana, subido a un camello –soñando como Aladino- y sentado entre sus dos jorobas, que caminaba no por el “arre, arre camellito” sino por el “krr, krr” de beduino, propulsado de atrás a adelante, que es, según los de Arabia, la manera fetén de leer el Corán. Más tarde tocó la travesía por la judería,colocada una kippa en lo más alto de la cabeza y sujeta a la calva –los calvos- con un imperdible (¡que calvario, señor, el de los calvos!). Después de todo aquello, por fin, fuimos a visitar lo nuestro.

Vista parcial y trasera del "mini-bus" o camioneta del viaje. De espalda: don Ignacio, Norberto, AlejandroSuárez y Rafael Juesas


                           Y ¿qué es lo nuestro?, pues lo de siempre, lo de toda la vida, lo único verdadero: también lo de Dios, pero esta vez en versión cristiana de Uno y Trino. Dejamos arriba e intramuros la Villa agredeña, para entrar en la iglesia y convento de las Reverendas Madres Concepcionistas y de la Inmaculada, descalzas, franciscanas, de clausura severa y más recoletas que las Agustinas. Mi “santa”, Sor María de Jesús, en ese convento de La Inmaculada, escribió cartas a Su Majestad, Filipo IIII (o IV); y en ese convento tuvo los arrebatos místicos en sus días finales con el imperativo “ven, ven y ven”, que repetía a Dios, lo cual, por cierto, siempre me pareció inapropiado, pues a Dios, cercana la muerte, debería haberle dicho “voy, voy, voy”, que es más educado.

El maestro, divino y humano (don Ignacio de la Concha), con parsimonia de dandy -los que siempre tienen prisas son horteras- tiraba de la cadena para sacar el reloj del bolsillo del chaleco de pana. Los discípulos, que llevábamos la pana en los pantalones, impacientes por ver el cuerpo incorrupto de la Venerable Madre, penetramos en el templo por una estrechez, una ranura, que, poco a poco, se iba abriendo hasta quedar de par en par (la puerta del Templo); momento en el que ocurrió un portento.

Locutorio de las monjas de clausura de las Concepcionistas de Agreda


Resulto que aquellas Madres estaban barriendo y encerando la Iglesia; que, por ser de estricta clausura, siempre con el rostro cubierto y detrás de rejas y celosías, nunca tuvieron tan cerca unos “hombrones”, una marabunta de “hijos” de Ignacio, no siendo causa de pecado sino el pecado mismo. Echaron las monjitas a correr hacia la sacristía, ingrávidas, fugitivas, persignándose una y otra vez, al tiempo que se oía el ruido del roce de los rosarios que colgaban y las penitencias o disciplinas que caían.

Las tocas almidonadas parecían planear como cigüeñas; las Madres movían los brazos sin ton ni son, pareciendo volátiles y volanderas, recordando su volar desconcertante al de las golondrinas y, puesto que el hábito monjil era azul celeste, el color inmaculado de La Inmaculada, las golondrinas era azules. “Volverán las oscuras golondrinas en su balcón sus nidos a colgar” cantó el poeta romántico (Becquer). ¡Qué bobada! Fue el mismo que escribió eso tan cursi de: “Poesía eres tú”. Ya se sabe, es que los poetas…

Ese episodio apoteósico de movimiento y colorido, dejó huella: no hay cuadro de golondrinas, incluso de Picasso, que supere la sensación, la emoción y el arte golondrinero de las de Agreda.

¡Jesús, qué belén se organizó! ¡Qué enredos, qué marañas! Don Ignacio tuvo que entrar en el locutorio de monjas, pidiendo disculpas a la Madre-tornera, quedando los discípulos a la espera en un cuarto, de cuyas paredes colgaban cuadros de santos, de un color amarillo rancio, como el tocino rancio. Encima de una mesa camilla, escuálida y sin faldones, había unos “cuadernillos” azules con letras negras: El Pan  de los Pobres. Y como la conversación entre la monja-tornera y el maestro duraba, todo fueron cábalas; que si estarían rezando una Avemaría; que si estarían intercambiando estampitas; que si el nuestro, por ser de mucho galanteo, estuviera galanteando con la tornera (no supimos que se llamase Margarita). Que de burlador, nada de nada.

La "mandadera" de las monjas y una turista

Todo ya resuelto, a trancas y barrancas, Don Ignacio, sulfuroso, hizo sonar el “tararí” con la corneta, y volvimos a entrar en el templo, esta vez como Dios manda. Cerca del altar, a la derecha, rodeamos, maestro y discípulos, el cuerpo incorrupto de Sor María, y allí -ella muy atenta-, me tocó pronunciar la “ponencia histórica”, que versó sobre las Cartas de Sor María dirigidas al Rey, el Felipe IV. Había escogido para el comentario, el siguiente texto de la Carta CDXLI:
“Señor mío, las guerras entre príncipes cristianos son para defender sus estados, ciudades y reinos, quédanse en fines humanos; pero las que son con herejes y enemigos de Dios defienden Su causa y la fe santa, con que por todos los lados, se justifica la guerra” (año 1656).

El lector no esperará que ahora analice las enjundias de ese interesante texto del pensamiento católico del “bellum iustum, ni que enrede con los repetidos consejos de la Madre Venerable a Su Majestad, que antes de Rey, debería ser, según ella, cristiano -principio del máximo sometimiento de lo político a lo religioso, en teoría y en práctica-. Fue muy interesante, para la Historia, lo que escribió la monja en la falda del Moncayo, y a la que el Rey tanto leyó; una monja, no obstante lo de la Monarquía religiosa y Absolutísima, a la que “zurró” la Santa Inquisición y el Santo Oficio (los inquisidores de la Orden de Predicadores se paseaban por el claustro de San Esteban (Salamanca) presumiendo de Vitoria.

Cuadro de La Inmaculada en el Convento de las Concepcionistas
Años después, cuando un adjunto de otro profesor grande, don Luís Díez del Corral, en un examen de Políticas, me preguntó sobre el pensamiento político en el barroco español, se sorprendió que diera pelos y señales de Sor María y también –le añadí- que podía darlos de Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima, contestándome él, atemorizado: “No, por María Santísima, no”. Y ello también se lo debo a mi profesor de Historia del Derecho.

Es muy de advertir que de todas las peripecias, muchas, ocurridas en mis visitas frecuentes a conventos de monjas de clausura –una pasión-, de las más destacadas no ocurrió allí, allá o acullá, sino aquí, en Oviedo, en la calle Muñoz Degraín. El misterio de las Carmelitas Descalzas encerradas con severidad en su convento en aquella calle, me envolvió.

Ocurrió que, por arte de milagro, fuese a vivir al piso 5º del número 20 (hoy 30) de la Calle Sacramento (esa casa hoy está pintada de un rojo pimentón), también con vistas directas a Muñoz Degraín. Resultó que, lo que no podía ver por abajo, lo veía por arriba: el pasillo conventual hacia la huerta, situada al fondo. Por ese pasillo transitaban las monjas legas, que eran tres: una pequeñita, otra muy garbosa y la tercera, mayor, que calzaba madreñas, grandes, muy grandes, como las de Telva y Pinón y el “sobrín” Pinín; también a ese pasillo se asomaba la pollería alborotada del convento, para ver lo mismo que yo, pero desde el otro lado.

Siempre a las monjas de clausura atribuí, por místicas, poderes de elevación y/o levitación, y me pregunté muchas veces recordando a la lega del Carmelo ¿cómo se puede levitar con madreñas, y con madreñas tan grandes? Nunca lo supe y sigo en el dilema: o es que no levitan o es que levitan hasta con madreñas. Y lo del brazo incorrupto de Teresa, Santa Carmelita, que tanto pasearon por la calle Santa Susana de Oviedo, con cirios, faroles y escapularios, lo dejamos para otra crónica.


Vista del Convento (Agreda)

Sólo por esta ocasión: que Dios guarde y resguarde a Filipo o Felipe VI, y que su última morada sea en el Panteón del Monasterio (El Escorial). Que no le ocurra lo que a Filipo V, que está en una Granja.

Ángel Aznárez.  


  
                                                      


"UN CARDO DE ORO", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO

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ANDANZA Y CORRIDA DEL CELEBRE AUTOR DON LAZARIO DEL TOMILLO.
    "Bien predica quién bien vive y yo no sé otras TOLOGIAS".
               (Don Quijote)
   
Girasol zamorano

   Ando por Tierra de Campos; ahora estoy sentado, en cómoda postura, sobre una encina muy picuda, teniendo cerca una zarza sagrada, que todas las zarzas son divinas.
    No veo, como vio Moisés, el desierto del Sinai; veo la espadaña, con cigüeña, de la iglesia adobada de Roales de Campos --soy cofrade y amor de la Virgen del Socorro en pobladura vecina--.
No veo, como vio Moisés, arder la zarza cuando lo de las Tablas de la Ley o lo de los Mandamientos por decenas.  ¡Menudo «cristo» con lo de las Tablas, que aquello fue un auténtico TABLAO bíblico de mucho cante, cantejondo, jondísímo!
En aquella zarza de fuego empezó todo, la de dios y los dioses, que sí Yahve, Alá o la Santísima Trinidad.
    Y veo lo que no vio Moisés: un ejemplar del Quijote, en el suelo, rodeado de hormigas enlutadas y de ancho abdomen; de moscas verdes que parecen esmeraldas;9 de mariposas amarillas: "capullitos, capullitos de alelíes; que capullito eres tú" cantó el poeta de amorios o amoritos imposibles--.
    Lo del Quijote tiene su porqué, pues he de conferenciar, en tarde de otoño, sobre "Un  único quijote y muchos panzas", que tratará (tararí-corneta) de ricachos nuevos y de ricachas, de muchas cachas.
    Antes habrá que escribir sobre Tauromaquia, sobre toreros (torerismo) y sobre tancredos (tancredismo). Eso sí, de la Tauromaquia me gusta todo, a excepción de las corridas de toros -de eso nada-. Hasta me gustan los y las de las Peñas taurinas de Gijón, que, en fotografía de periódico, me excitan como los y las de Hoolywooood.
    Casi hasta aquì ¡Ancha es Castilla! llega la plaga de esas chicas teñidas o pintadas de rubio rabioso, como cardos de oro, secos y resecos; que conducen "Minis" descapotados que parecen huevos encapotados; que escuchan "Kiss FM", y que se  bañan ellas, las chicas rubias, en la «pisci» de la urbanización.
   
    Por lo del Quijote, lo de Tomelloso, o por ser yo del Tomillo, no sé sí llamar a esas ninfas de color tocino, o Marcelas,o Doroteas.
    La mía, que es de lecho honrado, se llama Hortensia.
    Fdo. Lazario del Tomillo.
   
Un cardo de oro






La sombra del caminante
Fotos del autor

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                       EL PALOMAR DE LOS APALOMINADOS” Artículo de Ángel Aznárez


                       (Sigue la andaza y corrida del célebre autor don Lazario del Tomillo)

                                                                      
Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta, y todos limpios… En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones que, cosidos por encima, servían de darle sabor y enternecerle. Apeaos  dijo un cocinero a Sancho-y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos.
(DON QUIJOTE)

 


Recibo a don Lucio, que viene de Boñar, pues casó con una de La Vecilla, y me trae “nicanores” para el desayuno. Don Lucio, que se apellida Tajada y es de Las Tajuñas, abajo de Madrid, es todo bonhomía, sabiduría y caballerosidad, y que duda en presentarse al Premio del Foro Jovellanos (q.e.p.d), a lo que le animo vivamente. Don Lucio porta chaleco, su reloj es de cadenita y es peludo en bigotes y paletillas; acaso el único “pero” a ponerle sea el que vive de rentas, de rentas no aristócratas, como serían las de las alfalfas y centenos, sino de rentas de locales comerciales. Que vivir de rentas heredadas, de lo que sea, no es ninguna inmoralidad ni amoralidad ¡Qué caramba!

Después de lo de los “nicanores”, atravesamos primero el Monte de La Mata (Zamora), luego el de Roales (Valladolid), saludando a Elpidio en su caserío, y a los herederos de Benito en el suyo. Llegamos por fín -Ponciano estaba en Valdescorriel- a la Villa leonesa que, según don Cesidio Blanco, tuvo Reina, la llamada doña Apolonia Urraca y López, hija de doña Aldonza.

A esa Villa, don Cesidio, cantó:

Erguida (Valderas) sobre el Cea te levantas,
Etérea de verdor sobre la altura,
Ungida con la llama pulcra y pura,
De heroicas hazañas que son santas”.

Y siguió:

Sosegada en el tiempo y la cordura,
Dulce y serena paz de pulcra historia,
Perfuma como rosa tu hermosura”.

           Saludamos a “Luisina”, que sigue haciendo, sin parar, encajes de puntillas y bolillos delante de su Mercería. Nos vende “Petrita, pan y prensa” los periódicos dominicales del 17 de agosto de 2014. Don Lucio compró un periódico nacional y yo compré un periódico miliciano.; luego, nos sentamos en el céntrico “Bar La Periferia, Tapas y Variados”, a beber vinos picudos de Gordoncilllo y tapear ancas de ranas del Esla.
          
           Él, que es muy monárquico desde los tiempos de Recaredo, se asusta, se desabrida y enoja por lo que le leo, que es lo que “trae” mi periódico. Resulta que en el “papel”, una tal Laurentina, que la llaman Laurence, dice que “El Rey Juan Carlos es un chivo (expiatorio)”; más adelante, añade Laurentina, que el mismo Rey “sigue siendo un animal (político). Ahora se comprenderá el porqué del “milicianismo” de mi periódico.

           Puesto a calmar a don Lucio, tratando de explicar lo inexplicable, le digo que lo de chivo es asunto profundo –de antropología profunda-, muy estudiado por un tal Giorgio Agamben, que, como romano que es, no cree en nada, en nada absolutamente. Y lo de animal, reitero que es cosa de Aristóteles y de Santo Tomás, que, por vivir éste en un convento, sabía mucho de Política. En verdad, es comprensible el alboroto de don Lucio, pues no obstante apellidarse Tajada, dice ser pariente –de ahí el mamado monárquico- del Conde de Puñonrostro, Mayordomo Real, que intervino en los telares matrimoniales de Isabel II, la gorda, y de su esposo, Francisco de Asís, el flaco. También intervino en el talar  y sin acierto, el Conde de Novaliches, así como Sor Patrocinio, la monja de Isabel II, tan querida por Valle Inclán.

           Reconozcamos que en esto de parentelas y titulaciones fantasmagóricas, faroleras o de figurones, está el mundo a rebosar, a rebosar como la leche hervida en puchero. ¡Ya quisieran muchos tener la sensatez necrológica más que genealógica de don Tajada! Y en estas estábamos cuando se acerca, para los saludos, la nuera de don Ponciano que, como es asturiana, se lamentaba así por sus dos hijas adolescentes que la acompañaban: “¡Estoy de vosotras hasta los “tétanos” y “parar quietas” de una vez!”.




           Primero, don Lucio, quedó con la boca abierta al oír los barbarismos de la asturiana, pero inmediatamente la cerró, a cal y canto, cuando le propuse almorzar un conejo guisado en el célebre “Gatito”. “Doy fe –le dije para su tranquilidad- que lo que se come es conejo, conejo; que lo de “gatito, gatito” es sólo el rótulo del establecimiento”. Dado que la oferta gastronómica, en la Villa de don Cesidio, es amplia, también le ofrecí la alternativa de comer bacalao en casa de los Farto, bacalao bien a lo grande o gordo, bien a lo pequeño y por partes: alitas, cogotes, orejas, kokotxas, carrilleras u hojas, todo de bacalao -las kokotxas, advertí para que no las pidiera, están muy caras, a 15, 20 euros, y las orejas también de bacalao, advertí para que las pidiera, están baratas, a 5,90 euros-.

           La comida resultó espléndida, casi como la de las bodas de Camacho, y también con los cocineros limpios. Únicamente debo añadir, no revelando intimidades, que el postre fue a base de mus,mus,mis,mis,miau,miau de limón, no saliendo de la casa de comidas, precisamente, mojigatos o gatosmojís. Luego, don Lucio y yo, nos sentamos en la terraza de “El Canario amarillo” y hablamos mucho de Felipe IV y Felipe V, un Austria y un Borbón. Empezamos con el primero, el IV, recordando yo el consejo que le dio el prisionero de la Torre de Juan Abad y que, naturalmente no le hizo caso: “A los reyes más los acaba la adulación de la cura y el halago de los remedios que el rigor de la enfermedad”. 

           Y la jornada continuó con historias y verdades…

           Fdo. Lazario de Tomillo.


          









            





                                                                     



"TOROS EN GIJÓN Y TOREROS EN OVIEDO", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO ("La Nueva España", 1/09/14)

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El farmacéutico, a gritos desde la rebotica, ante mucha gente que allí esperaba, le dijo: “Caballero, caballero, no tenemos los supositorios que usted ha pedido, los de su talla, y hay que hacérselos a la medida”.
(Lo contó el ovetense Sebastián Miranda, escultor)



Terminó la feria taurina de Gijón y, como siempre, el éxito de “de público y de taquillas” fue total. Se vio la Monumental de “El Bibio” a rebosar de mantillas españolas, de mantones de Manila, y de manolas y manolos del mismo color que el  estofado de rabo de toro. Lo del “se vio” es referencial y no presencial (por fotos de prensa) pues quien esto escribe no va ni ve espectáculos bárbaros, conformándose con la Tauromaquia de salón, también de muchos cornúpetos y de zafarranchos de mamoneos.  
Lo de Monumental es natural en una villa, Gijón, de tantos monumentos y de gigantes monumentales. Y si la Plaza de Toros es la Monumental por excelencia, hay otras muchas “monumentales”, como la de la sidra: el gran botellón, instalado en el Muelle. A ese botellón voy y de ese botellón vengo, desde siempre; más ahora por lo que acabo de saber: que la palabra “sidra” procede del hebreo “shejar”, que significa “bebida fuerte” (página 163 del libro Los judíos y las palabras”de Amos Oz, Editorial Siruela, 2014). Siempre se supo que la manzana (por lo de Eva) era fruto del Paraíso, bíblico y mesopotámico, y ahora se sabe que la sidra también lo es, lo que explica misterios, misterios de Gijón. ¡Viva la Fiesta Nacional y la de la sidra! ¡Letizia, Letizia, que es alegría en latín (laetitia)!
Que la villa de Gijón y la ciudad de Oviedo son complementarias es repetido por los abundantes polígrafos e ilustrados, los de antes y de ahora, separados o en caterva, con residencia en ambos poblados; y complementarias, naturalmente, en lo taurino. Es indiscutible que hoy la Villa (Gijón) es la reina, la reina en el arte de lidiar o lancear acémilas, con astas o sin ellas, pues en la Villa sigue habiendo toros –que en alguna corrida de las del abono falten toros es de despiste circunstancial-.
Oviedo, que es ciudad gustosa del diminutivo en “in” –excepción de los carbayones que termina en “ones”- se fue quedando sin toros acémilas, poco a poco. El “Coso” de Buenavista fue de tarde taurinas con gloria y triunfos; tardes aquellas en las que a la Plaza de Toros se subía, o en tranvía (línea de Colloto al Alto de Buenavista, escalando por la Vega y paseándose por Uría, antes de trepar por Toreno), o en autobús telonero (con techo de lona), que salía del Paseo de Los Alamos, resoplando como arrastrado por Santa Cruz. Hoy, aquel “Coso” es una “cosina”, nada. ¡Pensar que allí hasta toreó un Mondeño II, el “colgate”, que, por tribulaciones vocacionales, colgó primero las taleguillas de torero por las faldas albinas de los hijos Santo Domingo, colgando después éstas.
Y Gijón no tuvo lo que tuvo Oviedo: un torero muy torero, un autentico torerazo. Es verdad que en Gijón nacieron toreros, pero nada comparables al ovetense, que se llamó  don Julián Cañedo Longoria. La excepcionalidad de don Julián resulta de un cúmulo de portentos o maravillas.
Nació en Campomanes, calle, sin duda, muy principal, y de cunas muy ilustres; nacieron casi enfrente don Julián, a la derecha (bajando), y don Ramón Pérez de Ayala, a la izquierda, que tan amigos fueron, y a los que se unió otro ovetense, célebre y muy gamberro: don Sebastian Miranda. Fue don Julián de familia noble y linajuda “¡Cuánto me gustaría tocar sus linajes!” – dijo el varón enamorado a la condesa de Vía Manual y del Palancar-. El ovetense torero se hizo cañí, se puso una corbata colorá y aprendió caló para casarse con una gran dama, una princesa: una noble y bella gitana.
Fue todo junto, marido y amante; algo que ocurre muy pocas veces (ser marido y amante). Aún, todavía, se cuenta en la calle Campomanes, habiendo trascurrido muchas decenas de años, que, cuando don Julián trajo a presentar a su esposa gitana –la llevó incluso a Luanco de veraneo-, los hombres se maravillaban del pompis o trasero despampanante de la caló, tieso y empinado como dos pechugas de pichones. Lo que pensaron las mujeres del contoneo de la gitana, levantando tormentas con su abanico, no es para dicho ahora, aquí irrepetible; y las mismas que no hacían otra cosa que rezar el oremus y comprar botones en La más barata”. Años atrás se vivió otro amor apasionado: el de Anita Delgado y el maharajá de Kapurtala.
El torerismo de don Julián dividió a la crítica y doctrina especializada, pues unos decían que su toreo era de estilo clásico y otros que era de estilo gitano; que si era de Belmonte o de Joselito, de Bombita o de Machaquito, o de Rafael el Gallo. Y de su toreo tenemos la crónica de don Gregorio Corrochano, fedatario taurino, publicada en el ABC  de 17 de mayo de 1917: “Lo verdaderamente extraordinario y asombroso fue la manera de matar de Cañedo. No conozco a ningún torero que domine esta suerte como él. Es un matador estupendo, de los que matan con la mano izquierda, o sea, con la muleta. A su primero le dio con la muleta en el hocico y metió el estoque algo trasero; salió limpiamente por el costillar; cruzó muy bien”.
Y más aún: Don Julián Cañedo escribió un libro, que, en aquel tiempo, era algo (escribir un libro) muy selectivo; no como ahora, que es tan abundante como la “mocosidad” de los pavos, unos pavos que sólo repiten: ¡Glú, glú y glú! Por frecuentar el carbayón el Café Fornos de Madrid, de pájaros bohemios y de damas “horizontales”, conoció al manco y capeador, don Ramón María de Valle Inclán y Montenegro, de melena merovingia y barbas no de chivo, sino de Santo.
Don Ramón repetía a gritos:
--Para escribir libros, don Julián, hay que ser manco, como Cervantes y como yo; entérese, entérese.
--Y ¿cómo puedo escribir un libro –preguntó el torero- si no soy manco?
--Pues, póngase una capa, sea capeador, que es el abrigo de los mancos, y aunque no sea manco, lo parecerá –le contestó el Valle.
Don Julián se puso la capa, cogió el estoque y escribió el libro. Fue hombre de espadas y de letras.
Se continuará con lo del libro.   
                                                                  FOTOS TORERAS DEL AUTOR
           

            

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS CAMPAL EN EL MAGAZINE "LUZ CULTURAL"

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Conversando con el Poeta Visual José Luis Campal

A.P.- ¿Cómo definiría la poesía visual, qué destacaría de la misma?
J.L.C.- Cada operador o creador visual tiene/tendrá su propia definición de una modalidad tan antigua y vampírica como la palabra y la elaboración del pensamiento, pero uno prefiere recurrir a estudiosos/as que han fijado con suficiente cautela y rigor sintéticos las múltiples formas de encarar hoy día la poesía visual. Me acojo y suscribo las palabras de la profesora Laura López Fernández, que ha dejado escrito que «la poesía visual constituye un género en sí misma y a la vez es una manifestación que forma parte de la poesía experimental», apuntando luego que «en un poema visual hay que tener en cuenta las relaciones que se establecen entre dos lenguajes como mínimo: el icónico y el verbal, aunque también puede participar en su aspecto visual el lenguaje sonoro, el fonético, el lenguaje matemático, etc. Estos lenguajes se entrecruzan y forman una especie de metalenguaje que opera de manera diferente a la poesía verbal». Me excuso por la largura de la definición, pero entiendo que agrupa, integra y tiene en cuenta casi todas las variantes y variaciones que un espectador/lector hallará en el universo visual. Otro cantar es que sintonice con lo que ve o que valide la escritura visual como pertinente y factible de crear un discurso propio penetrante.
JOS__ LUIS CAMPALSi se me pidieran semillas de mi propio granero diría lo que en otro lugar ya hilvané, y que ahora repito en sus parámetros principales porque no he modificado mi juicio: La poesía visual, en su sintética concreción comunicativa, anula barreras, lima estereotipos, desjerarquiza la falseadora función elitista o minoritaria de la poesía y promueve una inhalación de novedosas vías expresivas que no se han agotado, ni mucho menos, con el viejo siglo XX. En este campo, las aportaciones pueden resultar no sé si reveladoras, pero creo que bastante provechosas para desanquilosar los lenguajes estéticos, ya de por sí mixtos, híbridos y fusionados.
A.P.- ¿Qué influencias ha recibido de las vanguardias y en qué momento esta toma auge o eclosiona?
J.L.C.- Las vanguardias de la primera mitad del siglo XX (Futurismo, Ultraísmo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo) quebraron de un modo radical los principios de la tradición literaria conocidos hasta entonces. Introdujeron una buena cantidad de alteraciones en el discurso entendido como tal y le incorporaron un sinfín de componentes pertenecientes a otras áreas que eran consideradas hasta ese momento incompatibles con una escritura poética lógica. Abrieron, de ese modo, una espita para dar cabida, de forma imparable, a las experimentaciones y las formulaciones más arriesgadas. Como era previsible, y como casi siempre sucede, estas revoluciones no fueron comprendidas por la sociedad cultural de su tiempo, y todavía hoy a muchas personas ilustradas les cuesta aceptarlas como una evolución natural de las manifestaciones artísticas, porque el arte es algo activo cuya vida está en constante mutación y muda.  
Después de los movimientos de las llamadas “vanguardias históricas”, el concepto de Arte cambió completamente. Este ya no volvería a ser como antes. Se avivó un mestizaje de las disciplinas, que se fundieron en un solo propósito, contaminándose mutuamente sin atender a encasillamientos. Todo repercutiría en el proceso creativo y sus conquistas. Desde ese momento, y hasta nuestros días, en poesía van a convivir las corrientes que se plegaban a lo que se venía haciendo desde siglos atrás (poesía basada en una sintaxis objetiva o subjetiva pero sin romper un orden establecido) con otras que emergieron arrolladoramente en el periodo de entreguerras y que abrevaban en fuentes diversas, vertientes transgresoras que trataban de sacarle partido a las múltiples posibilidades y recursos que los nuevos tiempos ponían a su alcance. Esa poesía que explotó a finales del XIX y principios del XX tuvo su época dorada en los numerosos ismos que poblaron las letras europeas y a los que se fue incorporando infinidad de gentes reunidas bajo diferentes escuelas: Experimentalismo, Visualismo, Concretismo, Espacialismo, Letrismo, Conceptualismo, etc. En realidad, toda esta jungla de nombres y tendencias, muy similares en las intenciones entre sí, apuntaban a una sola dirección: la sustitución de los compartimentos estanco en que se desenvolvía la literatura por una visión menos constreñida de la comunicación, que no se agotaba en una simple lectura y que, por el contrario, hacía de la polisemia su inagotable reserva.
Todas las muestras que han llegado hasta nosotros dan prueba irrefutable de que los orígenes de la poesía visual se remontan prácticamente a los orígenes de la escritura literaria. Que entonces se consideraran juegos de ingenio o artificios difíciles de aprehenderse no les resta un ápice de validez y, con su permanencia a lo largo del tiempo transcurrido, ratifican algo que pienso que no puede discutirse: la poesía visual es tan vieja como las demás artes, y de tales ancestros hay que estar siempre orgullosos y defender su honorabilidad frente a los que tratan de minimizar, cuando no ridiculizar (actitud por desgracia más frecuente) sus credenciales literarias y artísticas.
A.P .- ¿Es España un país fructífero en poesía visual?
'SONETO' (2014)-JLCJ.L.C.- Sin duda. Los autores visuales españoles hacen de la concisión y la potencialidad expresiva un campo de acción donde lo poético viene definido, no por la sujeción a unas reglas que se suponen potestad de la poesía textual, sino por la intuición, la voluntad de transmitir sensaciones poéticas sin necesidad de recurrir a una escritura racional, descriptiva y lineal. Los poetas se han dado cuenta de que tan importante como nombrar o enunciar es buscarle su sitio dentro de la composición a los elementos poéticos y no-poéticos para que provoquen, convenientemente manipulados, las vibraciones que toda obra persigue para traspasar las fronteras que la lengua impone y que en muchas ocasiones simplifican o esterilizan las pretensiones de los autores.
Los artistas experimentales de nuestro país han traído al folio en blanco ingredientes ajenos a la mera ordenación sintáctica de las emociones y de los mensajes, porque en ellos no hallaban cuanto deseaban trasladarles a sus lectores. No pretendían renunciar al discurso, pero no podían usarlo como hasta entonces se había hecho, había que darle un lavado y transformarlo sin abandonarlo. Los creadores visuales con los que comparto espacio y momento histórico quieren que la poesía sea, además de conocimiento, juego y reconcentración, donde encuentren su acomodo significativo las pulsiones sensoriales provocadas por los trazos, collages, acumulación de códigos diversos o una síntesis enriquecedora de elementos aparentemente contradictorios o incompatibles. La suma de todo ello hace más fructificadora hoy día la exploración de las posibilidades de esta “otra escritura”, que no busca matar al padre ni nada semejante.
A.P – ¿Hay Centros de Poesía Experimental, dónde se encuentran?
Claro que los hay, pues paulatinamente la experimentación visual, entre otros logros, ha ido hallando acomodo en la enseñanza universitaria. El más relevante, creo, pues es el único que como tal ejerce de polarizador de las manifestaciones existentes en España, se encuentra en la localidad cordobesa de Peñarroya-Pueblonuevo del Terrible y organiza con criterio clarificador y ajeno a cualquier clase de polémica un encuentro bienal sobre poesía visual que este año alcanzará su quinta edición. Colecciones de poesía visual/experimental de carácter privado las hay, además, en diversas instituciones (el Museo Vostell-Malpartida, el centro de documentación Babilonia), pero resultan infinitamente más sugerentes los fondos que a lo largo de los años han ido atesorando personalidades de referencia obligada en la historia de nuestra poesía visual contemporánea como Fernando Millán, en primer lugar, o Antonio Gómez, Nel Amaro (†) o César Reglero, este último en un área más específicamente especializada en mail-art (arte postal). He de decir que, en mayor o menor medida, cada poeta visual, dependiendo de las capacidades físicas de su lugar de residencia, ha ido, como no podía ser de otra forma, recopilando y custodiando su particular museo portátil de poesía visual, lo que me da pie para proponer –aunque sea un brindis al sol- una reunificación o agrupación de todas esas piezas en un único centro expositivo a nivel nacional, porque la cantidad de producción alternativa nacional e internacional de que disponemos se puede calificar sin temor a exagerar de monumental e incesante, y cada día crece más, y se corre el serio peligro de que pueda perderse o deteriorarse por los avatares de la vida actual en que todos estamos inmersos.

A.P.- ¿Puede citarnos algunas publicaciones y revistas de interés?
'__BANZAI!' (2014)-JLCJ.L.C.- Aun a riesgo de ser excesivamente prolijo, me permito citarle casi medio centenar de publicaciones actuales y pasadas (porque no se puede olvidar la tradición, aunque sea de cincuenta años a esta parte) de todo punto imprescindibles para hacerse una somera idea de lo mucho y bueno generado por esta práctica experimental. En una reciente ponencia, que se publicará en breve, confeccioné un compendio del que resultaron unas 170 publicaciones. De dicha selección indico, saltándome mi propia revista ensamblada como es lógico, las más consolidadas y a mi juicio fundamentales:A.N.C.A. (Valencia); Arco Iris (Mérida); Art/Life (Estados Unidos); Arte Postale! (Italia); ARTchivo (Colmenar Viejo);@RtH*Le (Estados Unidos); BAOBAB (Italia); Bric-a-Brac(Gran Bretaña); Caja de Truenos (Mérida); Cancionero Visual (Vitoria); CAPS.A. (Mataró);Cardmaker/Postkortet (Dinamarca); Coisa com Coisas Circulares (Oporto); Commonpress(Polonia); Copy-Left (Suiza); Edition YE (Alemania); El Costurero de Aracne (Granada); El Mail Tao (Alemania); Field Study (Australia); Geiger (Italia); Grisú (Córdoba); Karta Zine(Polonia); La Más Bella (Madrid); La Wuevera (Mérida); Lalata (Albacete); Laurel (Huelva);Leopold Bloom (Hungría); Magazine Poetry Mondragón (Asturias); Mani Art (Francia); Menú(Cuenca); Obskuritas (Alemania); Piedra Lunar (Toledo); Píntalo de Verde (Mérida); Planet Susannia (Alemania); Réparation de Poésie (Canadá); Señales de Humo (Palencia); SineDie(Asturias); S.T. Libro Objeto (Madrid); Tensetendoned (Estados Unidos); Texto Poético(Valencia); The I.S.C.A. Quarterly (Estados Unidos); UNI/vers(;) (Alemania); Wipe (Australia);1 von 20 (Alemania); 7 Formes (Barcelona), etc.

A.P.- Usted dirige la Revista Ensamblada El Paraíso. ¿Cuál ha sido su recorrido, qué pretende y que anécdotas , gratificaciones y dificultades le ha deparado?
J.L.C.- El Paraíso es una revista ensamblada dedicada a la poesía visual y experimental, así como en menor medida, pero también al mail-art. La fundé en el otoño de 1991 y esta primavera de 2014 ha alcanzado su número 103, dedicado en esta ocasión monográficamente al “Lujo”; ya está lista para ver la luz en el próximo otoño el 104, que consagraremos al tema “Caduco”, con un recipiente especial. La coordiné en solitario en la villa asturiana de Pola de Laviana, donde viví hasta finales de 2005; luego El Paraísotrasladó su taller a Oviedo, donde desarrolló una segunda etapa entre 2006 y 2012. La actual tercera etapa nos ha traído, a mí y a la revista, hasta Córdoba, donde cuento, entre otras personas que me han animado a no bajar la guardia, con la colaboración, en el concepto gráfico remozado de la revista, del diseñador Pedro Peinado. La periodicidad deEl Paraíso, en sus 23 años de existencia, ha variado y probado casi todas las opciones (mensual, bimestral, trimestral, semestral), estableciéndose actualmente en cuatrimestral, a lo que hay que sumar la aparición de un tema estable por número (antes los asuntos sobre los que los autores trabajaban eran de libre elección) y la variabilidad del formato/contenedor. Han participado, a lo largo de su singladura, más de tres centenares de autores. Su tirada está establecida, a día de hoy, en 30 ejemplares y creo que tardaremos en incrementarla (a no ser que la afluencia de participantes nos desborde, que va camino de ello), pues es una autoedición artesanal, donde prácticamente no hay dos ejemplares idénticos y por lo tanto su valor artístico e intrínseco ya es de por sí intenso afectivamente. Los artistas aportan las unidades necesarias para completar cada número y reciben, en contraprestación y sin cargo alguno, un ejemplar de la revista en la que han intervenido de forma tan altruista. Sin ellos no existiría El Paraíso, ese idílico territorio creativo donde las fronteras se han destruido y se eterniza el éxtasis contemplativo.
La “filosofía”, o manual de conducta, de El Paraíso y que ha alentado el proyecto desde su nacimiento es el diálogo interdisciplinar y poliédrico desde un vértice innovador de las técnicas, tendencias y lenguajes visuales, sin exclusión de otras modalidades. Como es fácil comprender, una publicación de esta clase solo aporta satisfacciones. La trayectoria está trufada de anécdotas, ya ni recuerdo la de veces que habré tenido que explicar el concepto de ensamblaje, pero no ha sido inútil ni estériles ni una sola de las incontables fatigas y sacrificios personales económicos que he tenido que hacer para que la revista saliera y llegara vía postal a sus destinatarios, esforzándome por que todos la tuvieran en sus manos en las mejores condiciones y en el menor lapso de tiempo posible.
Echo la vista atrás y se me dibuja, en las costuras del orgullo paterno, una sonrisa de cabo a rabo. Es la “niña de mis ojos” y mientras yo pueda y los artistas sigan dispuestos a emplearla como plataforma donde mostrar su inmenso talento, El Paraíso no tirará la toalla porque carecería de sentido hacerlo, y si para sostenerla hay que ensayar fórmulas de financiación alternativas, las estudiaré siempre y cuando no vulneren este espíritu de desprendimiento mutuo colectivista que le dio origen, pues lo último que se busca es el rédito económico. Además, como la paciencia es un don impagable y siempre hay en todas partes gentes dispuestas a batirse el cobre y reconocer la labor desarrollada, este año se le rinde homenaje  a El Paraíso en la Bienal de Poesía Experimental de Euskadi “ex!poesia2014”; hasta Barakaldo me desplazaré la primera semana de septiembre para mostrar viejos ejemplares de la revista y departir con los asistentes sobre las incógnitas que pudiera plantearles estas iniciativas editoriales al margen del estándar. Nunca he perseguido distinciones por una labor absolutamente desprendida, pero agrada muchísimo recibirlos. Creo que somos la revista ensamblada española más longeva,  por lo que de reconocérsenos algo habría de ser la constancia y, quién sabe, la cabezonería.

A.P.-  También ha llevado a cabo un estudio y recopilación del arte mural callejero que ha denominado “Paleografía civil”, ¿puede comentarlo?
'GAZA' (2014)-JLCJ.L.C.-Por supuesto. Desde hace ya mucho tiempo pienso que el arte no reposa en los museos, catafalcos momificantes que ya denunciaron en su momento los futuristas con sus personales modos, sino que, al igual que les ocurre a tantas manifestaciones de nuestros días, se pasea por las calles y en ellas plasma sus inventivas e invectivas. El grafiti es un pozo sin fondo que se desparrama a válvula abierta por todas las ciudades y pueblos donde haya una superficie dispuesta a acogerlos. Cuando llegué a Córdoba me alegré de poder continuar aquí con mi afición recopilatoria, y más al percatarme de que, incomprensiblemente, las autoridades locales, de pascuas a ramos, borraban pintadas cuando se aproximaba alguna festividad de cariz procesional o si recalaban por la ciudad personalidades en visita oficial. Esta aberración (porque eliminar muestras artísticas  de incalculable aprecio confundiéndolas con prácticas de gamberrismo es de una ceguera superior a la de Mr. Magoo o el Rompetechos de nuestro imponente Ibáñez) me animó a seguir, si cabe con más empeño, “salvando” mediante la captación fotográfica, las inscripciones de la sociedad civil, que constituyen, y de ahí el título de la serie: “Paleografía civil”, un testimonio vivo y palpitante de esa disidencia artística que ha hecho de su entorno cotidiano el inmenso museo sin puertas, comisarios ni mercaderes culturales que proscriban o certifiquen calidades. Inscripciones cívicas de los ciudadanos transformados en creadores, porque esta condición no se otorga en diplomas, se ejecuta sin intermediarios y anónimamente. Personalmente no comprendo como un grafiti puede firmarse, ya que se introduce en el ámbito del copyright y eso me parece un contrasentido de prácticas libérrimas y anticorporativas como las que llenan nuestras tapias y muros urbanos.
A.P.- Nos gustaría conocer su opinión sobre la cultura oficial, sus errores recurrentes y las alternativas que surgen a la misma. ¿Es marginadora y excluyente, cree que desoyen a las voces creativas disidentes, o algunas veces integran, tal vez por propia conveniencia?
J.L.C.- La denominación “cultura oficial”, además de ser –como yo lo veo- un enorme pastizal subvencionado muy poco estimulador y eminentemente conservadurista en el plano de propuestas transformadoras, me inspira, en consecuencia, poca confianza. Los errores son comunes a todo adocenamiento institucional: complacencia en lo ensayado y que funciona en una recepción básica, huida en desbandada de cualquier iniciativa que se salga del cauce establecido, dar gusto a los cortesanos de lo propio y hacer oídos sordos a la voz distintiva, equiparándola con el sarampión del ocioso que se opone al sistema por ídem. ¿Alternativas a todo ello? Catapultar las propias iniciativas desde plataformas donde ni rija ni prime la remuneración contante y sonante, y no hacer de la práctica artística una forma de manutención. Pienso, y mi criterio no vale nada más allá de mi íntima convicción, que la cultura estandarizada, institucional u oficial es vacilante, temerosa, insegura, dubitativa y desprecia cuanto no puede controlar/domesticar crematísticamente. Siempre ha sido así y no hay visos inmediatos de que esto vaya a modificarse. ¡Qué más quisiera uno! Pero no me rasgo las vestiduras: siempre hemos sobrevivido y seguiremos haciéndolo.

"EL LIBRO DE UN TORERO", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO ("La Nueva España, 8/9/2014)

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Estoy jodido, completamente jodido, y perdona lo impuro de este participio pasivo en gracia a su poder gráfico.
Oviedo está sumido en una apacibilidad de sepulcro que es una delicia. Aquí no pasa nada.
            Don Ramón Pérez de Ayala (en 1905).


Don Ramón Pérez de Ayala, don Sebastián Miranda y don Julián Cañedo Longoria fueron ovetenses, muy amigos y estudiosos de Leyes, aquí, en la Universidad del inquisidor Valdés. Los tres fueron dandis, unos arbiter elegantiarum, del estilo de un Wilde o de un Beaudelaire, con mucho señorío, bastante de bohemia y golfería, sólo la necesaria. Don Ramón, don Sebastián y don Julián no fueron pisaverdes ni  lechuguinos ni gilis ni lilas ni lindos ni tarugos ni neo-nobles, con amores arrebatados por la Tauromaquia torera, la de la danza y el movimiento entre los “cuernazos” de la acémila; ese es el peligro del torerismo.
Y eso nada tiene que ver con la otra Tauromaquia (también con mayúscula), la de permanecer quieto, ser estatua, no hacer nada ni siquiera moverse, y de esa imperturbable manera, como don Tancredo López, albañil, aguantar las  tarascadas de la bestia cornúpeta; ese es el peligro del tancredismo. Torerismo y tancredismo, que trascienden lo taurino y con importantes significaciones. Pudiera ser que el quid de la vida –uno de ellos, importante- esté en saber cuándo hay que ser torero, cuándo Tancredo, y cuándo, acaso, ser los dos a la vez. Muchas veces me pregunto qué soy, si torero o tancredo; y usted, lector mío, ¿se lo preguntó alguna vez? ¡Quién será preferible, un político torero o un político tancredo?
Don Ramón, don Sebastián y don Julián, payos, paillos o busnés,fueron embrujados por la buenaventura y el fario de los “calós”, los gitanos y la gitanería. Su torerismo, más que el clásico, fue el de los gitanos como Cagancho, “El Gallo”, “Gitanillo” y el “Pasmo de Triana” (Belmonte) –este último no fue gitano, aunque estuvo muy cerca de serlo-. Don Ramón Pérez de Ayala llegó a escribir dos pequeños ensayos: “Los Gitanos” y “Prácticas de los gitanos”, en los que recuerda que, para la Inquisición española, los gitanos eran “gente barata y despreciable”  (éste, don Ramón, siempre fue anticlerical y republicano).
Don Sebastián Miranda fue siempre un lambión y, entre dulce y dolcefar niente, esculpió gitanas, sólo gitanas. Y don Julián, que fue aristócrata de cepa, más o menos pura, llevó el arte a su vida, casándose con una sultana, una cuchichi gitana, una ninfa de lindas trenzas, cual diosa de Homero ¡Cuál poeta o teólogo, loco y sandío, escribió que las ninfas, como los angelitos, sólo son rubias! Don Julián hasta escribió un libro taurino, que es un tomo con lomos de azul intenso, placenteros y “gozosos” al tocamiento, estando los bordes de las hojas bañados en oro, todo lo cual recuerda a los misales de antes, los mismos que mi amigo don Jesús Peláez, caballero cervantino como del siglo XVI e ilustrado jovellanista como del siglo XVIII, compra en el Rastro dominical a precio barato. Mi amigo es coleccionista de misales y yo de dramas litúrgicos del siglo XVII.
El libro de un dandi tiene que ser original y no convencional, y ello de cabo a rabo, rabo de toro o de cochino. Sólo un dandi puede titular su libro así: ”… De toros”, que es de ingeniosidad gramatical, pues colocar los puntos suspensivos delante y no detrás, no sabiendo lo que suspenden, es la pera y la repera juntas. También sólo un dandi puede comenzar el libro así: “Voy a permitirme una divagación sobre motivos taurinos”, y ello porque los dandis sólo pueden vagar, han de ser vagos, vagarosos, vagabundos y vaporosos, vagando siempre por fuera (extravagantes). El afán por lo concreto, por el grano y el meollo, es cosa de snobs y de trincones; por eso don Julián divaga y divaga, desde el principio al fin, en asunto tan serio como es el taurino, que es de vida y muerte.  
El “delantal” del libro –tal como llamó don Francisco de Quevedo a los prólogos o prologuillos- lo puso don Valentín Andrés Álvarez, economista, astrónomo y poeta, que resume muy bien: “Este libro de Julián Cañedo es una larga lamentación, una elegía a la fiesta en trance de desaparecer, en su autenticidad al menos…”. Y don Julián, en un arranque de barbaridad, bruto y alborotado, desabrochándose, se lamenta a gritos: “ Entregamos la fiesta a la menopáusica sensibilidad de unas cuantas forzosas vírgenes de pelo panocha, que militan en la sociedad protectora de animales” (página 105). 
¡Hombre, señor conde don Julián, pasose de extravagancia, enloqueció! Las venerandas de las “Peñas Taurinas” de Gijón no se lo perdonarán por lo importante que es lo femenino en el toreo, en el de plaza o el de salón. Que, en la lucha entre el toro y el torero, resulta que el toro es el macho y el torero la hembra, la que lancea con capotes, hace quites y faenas, menea la franela o gamuza, gusta de los cascabeles, precisa de mozo de espadas, de peones y subalternos, lleva moño y los únicos “machos”, oficialmente reconocidos al torero, son unos cordones de atar, rematados en borlas, que cuelgan de la parte baja de la taleguilla. Y el pobre toro es al que engañan, todo es un engaño, y ello nada más que ve la luz, al salir de la tenebrosidad de los chiqueros.
No es casual que los nombres de los toros sean muy machos y el de los toreros, muchas veces, ambiguos: “Lagartijo”, “Gallito”, “El Salchicha”,”Talle de avispa” y muchos “Conejitos”, incluso hubo hasta un “Conejito Chico”, que toreó en Oviedo, y se llamó Rafael de Dios. Que un banderillero se apodara “El Pito”, fue algo excepcional.
Y en el libro de don Julián hay poesía, mucha poesía. Es poético lo del león y el tigre, que son “flechas vigilantes que disparan el dardo de sus poderosas garras y mandíbulas sobre la desprevenida víctima”; y lo de la araña es sublime:”Arquitecto sutil, atento y terrible, que se aureola de perfidia para devorar a su víctima…” (de arácnidos debía saber mucho don Julián Cañedo, pues el palacio del Marqués de la Rodriga, el de la calle Campomanes, estaba lleno de ellos, así como de gallos y de fantasmas). Frente a esas fieras, el toro resulta “que es fiero, pero que no es una fiera, y que hace el son al que el lidiador se ha de doblegar”.
A partir del capítulo IV, el escritor torista sigue divagando acerca de las tres partes o tercios de la lidia, las llamadas suertes: la de varas, la de banderillas y la muerte o la “suprema”. Y por lo de las suertes, recuerdo ahora a otro que también colocó al mundo en su montera, el gran escrito José Bergamín, autor de “Mangas y capirotes”, que escribió: “El arte de birlibirloque de torear, como todo arte verdadero, tiene su verdad y su mentira, su trampa. Las verdades del arte de torear se llaman suertes y en toda suerte hay la burla  verdadera de un peligro”. Don José, castellano barroco y más español que Góngora y Calderón, llevó su extravagancia hasta la sepultura, pues fue enterrado en Fuenterrabía una mañana de septiembre de 1983, arropado su féretro en la ikurriña y acompañado de independentistas vascos (su fallecimiento ocurrió dos años y siete meses después, en fecha trascendente, de haber cenado con él en casa del escritor don Marcial Suárez.
Mis hermanos adoptivos de Gijón, por eso más queridos, me recuerdan, reiterativos, los nombres de ilustres toreros gijoneses. Les repito que me da igual; que si el ovetense don Julián sólo hubiese sido torero, ni caso le hubiese hecho, ya que de toros, de toros, apenas escribo.    
FOTOS DEL AUTOR




























































































                                               EL LIBRO DE UN TORERO


Estoy jodido, completamente jodido, y perdona lo impuro de este participio pasivo en gracia a su poder gráfico.
Oviedo está sumido en una apacibilidad de sepulcro que es una delicia. Aquí no pasa nada.
            Don Ramón Pérez de Ayala (en 1905).


Don Ramón Pérez de Ayala, don Sebastián Miranda y don Julián Cañedo Longoria fueron ovetenses, muy amigos y estudiosos de Leyes, aquí, en la Universidad del inquisidor Valdés. Los tres fueron dandis, unos arbiter elegantiarum, del estilo de un Wilde o de un Beaudelaire, con mucho señorío, bastante de bohemia y golfería, sólo la necesaria. Don Ramón, don Sebastián y don Julián no fueron pisaverdes ni  lechuguinos ni gilis ni lilas ni lindos ni tarugos ni neo-nobles, con amores arrebatados por la Tauromaquia torera, la de la danza y el movimiento entre los “cuernazos” de la acémila; ese es el peligro del torerismo.
Y eso nada tiene que ver con la otra Tauromaquia (también con mayúscula), la de permanecer quieto, ser estatua, no hacer nada ni siquiera moverse, y de esa imperturbable manera, como don Tancredo López, albañil, aguantar las  tarascadas de la bestia cornúpeta; ese es el peligro del tancredismo. Torerismo y tancredismo, que trascienden lo taurino y con importantes significaciones. Pudiera ser que el quid de la vida –uno de ellos, importante- esté en saber cuándo hay que ser torero, cuándo Tancredo, y cuándo, acaso, ser los dos a la vez. Muchas veces me pregunto qué soy, si torero o tancredo; y usted, lector mío, ¿se lo preguntó alguna vez? ¡Quién será preferible, un político torero o un político tancredo?
Don Ramón, don Sebastián y don Julián, payos, paillos o busnés,fueron embrujados por la buenaventura y el fario de los “calós”, los gitanos y la gitanería. Su torerismo, más que el clásico, fue el de los gitanos como Cagancho, “El Gallo”, “Gitanillo” y el “Pasmo de Triana” (Belmonte) –este último no fue gitano, aunque estuvo muy cerca de serlo-. Don Ramón Pérez de Ayala llegó a escribir dos pequeños ensayos: “Los Gitanos” y “Prácticas de los gitanos”, en los que recuerda que, para la Inquisición española, los gitanos eran “gente barata y despreciable”  (éste, don Ramón, siempre fue anticlerical y republicano).
Don Sebastián Miranda fue siempre un lambión y, entre dulce y dolcefar niente, esculpió gitanas, sólo gitanas. Y don Julián, que fue aristócrata de cepa, más o menos pura, llevó el arte a su vida, casándose con una sultana, una cuchichi gitana, una ninfa de lindas trenzas, cual diosa de Homero ¡Cuál poeta o teólogo, loco y sandío, escribió que las ninfas, como los angelitos, sólo son rubias! Don Julián hasta escribió un libro taurino, que es un tomo con lomos de azul intenso, placenteros y “gozosos” al tocamiento, estando los bordes de las hojas bañados en oro, todo lo cual recuerda a los misales de antes, los mismos que mi amigo don Jesús Peláez, caballero cervantino como del siglo XVI e ilustrado jovellanista como del siglo XVIII, compra en el Rastro dominical a precio barato. Mi amigo es coleccionista de misales y yo de dramas litúrgicos del siglo XVII.
El libro de un dandi tiene que ser original y no convencional, y ello de cabo a rabo, rabo de toro o de cochino. Sólo un dandi puede titular su libro así: ”… De toros”, que es de ingeniosidad gramatical, pues colocar los puntos suspensivos delante y no detrás, no sabiendo lo que suspenden, es la pera y la repera juntas. También sólo un dandi puede comenzar el libro así: “Voy a permitirme una divagación sobre motivos taurinos”, y ello porque los dandis sólo pueden vagar, han de ser vagos, vagarosos, vagabundos y vaporosos, vagando siempre por fuera (extravagantes). El afán por lo concreto, por el grano y el meollo, es cosa de snobs y de trincones; por eso don Julián divaga y divaga, desde el principio al fin, en asunto tan serio como es el taurino, que es de vida y muerte.  
El “delantal” del libro –tal como llamó don Francisco de Quevedo a los prólogos o prologuillos- lo puso don Valentín Andrés Álvarez, economista, astrónomo y poeta, que resume muy bien: “Este libro de Julián Cañedo es una larga lamentación, una elegía a la fiesta en trance de desaparecer, en su autenticidad al menos…”. Y don Julián, en un arranque de barbaridad, bruto y alborotado, desabrochándose, se lamenta a gritos: “ Entregamos la fiesta a la menopáusica sensibilidad de unas cuantas forzosas vírgenes de pelo panocha, que militan en la sociedad protectora de animales” (página 105). 
¡Hombre, señor conde don Julián, pasose de extravagancia, enloqueció! Las venerandas de las “Peñas Taurinas” de Gijón no se lo perdonarán por lo importante que es lo femenino en el toreo, en el de plaza o el de salón. Que, en la lucha entre el toro y el torero, resulta que el toro es el macho y el torero la hembra, la que lancea con capotes, hace quites y faenas, menea la franela o gamuza, gusta de los cascabeles, precisa de mozo de espadas, de peones y subalternos, lleva moño y los únicos “machos”, oficialmente reconocidos al torero, son unos cordones de atar, rematados en borlas, que cuelgan de la parte baja de la taleguilla. Y el pobre toro es al que engañan, todo es un engaño, y ello nada más que ve la luz, al salir de la tenebrosidad de los chiqueros.
No es casual que los nombres de los toros sean muy machos y el de los toreros, muchas veces, ambiguos: “Lagartijo”, “Gallito”, “El Salchicha”,”Talle de avispa” y muchos “Conejitos”, incluso hubo hasta un “Conejito Chico”, que toreó en Oviedo, y se llamó Rafael de Dios. Que un banderillero se apodara “El Pito”, fue algo excepcional.
Y en el libro de don Julián hay poesía, mucha poesía. Es poético lo del león y el tigre, que son “flechas vigilantes que disparan el dardo de sus poderosas garras y mandíbulas sobre la desprevenida víctima”; y lo de la araña es sublime:”Arquitecto sutil, atento y terrible, que se aureola de perfidia para devorar a su víctima…” (de arácnidos debía saber mucho don Julián Cañedo, pues el palacio del Marqués de la Rodriga, el de la calle Campomanes, estaba lleno de ellos, así como de gallos y de fantasmas). Frente a esas fieras, el toro resulta “que es fiero, pero que no es una fiera, y que hace el son al que el lidiador se ha de doblegar”.
A partir del capítulo IV, el escritor torista sigue divagando acerca de las tres partes o tercios de la lidia, las llamadas suertes: la de varas, la de banderillas y la muerte o la “suprema”. Y por lo de las suertes, recuerdo ahora a otro que también colocó al mundo en su montera, el gran escrito José Bergamín, autor de “Mangas y capirotes”, que escribió: “El arte de birlibirloque de torear, como todo arte verdadero, tiene su verdad y su mentira, su trampa. Las verdades del arte de torear se llaman suertes y en toda suerte hay la burla  verdadera de un peligro”. Don José, castellano barroco y más español que Góngora y Calderón, llevó su extravagancia hasta la sepultura, pues fue enterrado en Fuenterrabía una mañana de septiembre de 1983, arropado su féretro en la ikurriña y acompañado de independentistas vascos (su fallecimiento ocurrió dos años y siete meses después, en fecha trascendente, de haber cenado con él en casa del escritor don Marcial Suárez.
Mis hermanos adoptivos de Gijón, por eso más queridos, me recuerdan, reiterativos, los nombres de ilustres toreros gijoneses. Les repito que me da igual; que si el ovetense don Julián sólo hubiese sido torero, ni caso le hubiese hecho, ya que de toros, de toros, apenas escribo.    























































































































   


   


              

















   


   



             

"LA DAMA DE ROJO", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUYLLA publicado en el diario "L A NUEVA ESPAÑA"

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            El otro día estaba oyendo la radio y de repente sonó “The Lady in red” de Chris de Burgh, es una de mis canciones favoritas desde la primera vez que la escuché, me emociona,  me pone el corazón a cien mil latidos. Me veo a mi misma, hermosa,  vestida de rojo,  sin ojos más que para él. Se dijo que la canción estaba dedicada a la Princesa Diana porque utilizaba el color rojo en su vestuario muy  a menudo y ella misma lo creyó y le dio las gracias, él contaría más tarde que le había inspirado su esposa Diane.
           
Virginia Álvarez-Buylla en el Ateneo Jovellanos (foto  realizada Delia Sánchez)
Con la canción sonando en mi cabeza, decidí vestirme de rojo ese día y así lo hice, de rojo de los pies a la cabeza, zapatos rojos, bolso, pendientes, collar, pulsera, vestido rojo, vamos que yo creo que brillaba en la oscuridad.
            Salí de casa con la moral tocando el cielo, sintiéndome segura de mi  misma, flamígera, bella. Mientras paseaba por la calle Corrida, vi una tienda de modas muy elegante, dedicada a mujeres de tallas pequeñitas, pero al final del escaparate había un blusón precioso que creí podría servirme. Entro pisando fuerte, frente a mí una dependienta huesito, muy bien vestida, peinada, de mirada desdeñosa. No me deja terminar la frase-no hay nada de su talla-, grazna, intento explicar que es el blusón el que me interesa, pero ella insiste que no hay nada  para mí. Salgo de la tienda con la moral casi por los suelos, estoy a punto de correr a casa y vestirme de negro, pero lo pienso mejor y decido darme otra oportunidad.
          
Virginia Álvarez-Buylla en el Ateneo Jovellanos (foto  realizada Delia Sánchez)
  Me encuentro con un grupo de jovencitos, están discutiendo, uno guapito, rodeado de niñas, insulta a otro gordito, blandito al que llama maricón, el susodicho contesta enfurecido, insultando al personal. Yo me pongo rabiosa y sin pensarlo me meto en medio, siempre lo hago y ya me han dicho que un día me van a dar una paliza pero hasta ahora he resistido. Quedan tan asombrados que se paran y me escuchan. Les explico que es horrible insultar a un amigo, que se pasa mejor llevándose bien, que maricón es una palabra inadmisible, que todo el mundo puede ser como sea heterosexual, homosexual o bisexual y que hay que dejar a la gente vivir su vida, llegado este punto se marchan corriendo dirigidos por el guapito y una niña que quedó atrás, me dice –es que es verdad es maricón. Bueno no sé si la cosa fue positiva o no, pero al menos no me insultaron y me escucharon un momentito.
            Sigo mi camino algo más animada y al pasar por la confitería “La Playa”, intento no mirar las princesitas porque si las miro entro y las acabo, miro mi reflejo en rojo y me gusta, por el rabillo del ojo veo los pasteles, los bombones, todo tan buenísimo, y me voy sin comer nada, un triunfo. Y entonces me acuerdo una anécdota que le ocurrió a mi suegra en ese mismo lugar. Ella estaba tomando un café en casa de una amiga que vivía allí en el tercer piso. Ese día llevaba una chaqueta roja con un pañuelo también rojo, me acuerdo porque no solía vestir de rojo. Estaban charlando, tan felices y oyeron un gran estruendo, se asomaron a la ventana y era una manifestación  con tambores, flautas, banderas rojas y gritos de protesta. A mi suegra, Rosa, no le gustaba la política, al final de la guerra asesinaron a su hermano los rojos en la playa de la Franca  y su marido fue perseguido por los nacionales.
            Pero las manifestaciones no le gustaban, así, que gritó “Que os lo arregle Felipe”, los manifestaron creyeron que decía “Viva Felipe” y se pararon, dándole vítores y aplaudiéndola sin parar, debieron creer que era la nueva Pasionaria, una señora bajita, delgadita, vestida de rojo, le pidieron que bajara pero ella afortunadamente no lo hizo porque no sé que se hubiera armado.
            Paseé otro poco y volví a pasar por la tienda distinguida, me armé de valor y entré, la huesitos seguía parada en el mismo sitio con la misma mirada desdeñosa. Entré intentando parecer altiva y arrogante y le dije que nunca hubiera ´llevado aquel blusón ni aunque me lo regalasen y mi consejo para ella era que comiera dos platos de sopa y un pastel porque parecía un cadáver. Salí pisando fuerte y contenta conmigo misma, creo que el rojo estaba funcionando.

            Me fui a coger mi coche y casi me muero de risa cuando veo el papel que me habían dejado en el parabrisas, “compro oro”, mi coche es un matiz que tiene mil años y está lleno de abolladuras, con silla de niño y todo. ¿Alguien puede creer que yo tenga algo de oro para vender?  .

"VIAJE INOLVIDABLE", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA ("La Nueva España")

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Virginia en su cumpleaños


            A  mí siempre me ha gustado muchísimo viajar y tuve la suerte de empezar a hacerlo bastante joven, cuando la gente de mi edad no viajaba. No siempre los viajes fueron un éxito, hubo de todo, pero siempre aprendí algo provechoso de todos y cada uno de ellos. Últimamente viajo poco, con lo de la crisis, nuestra numerosa familia, en la cual siempre te necesita alguien y con el amor que les tengo me cuesta perderlos de vista aunque sea poco tiempo y finalmente con los achaques de la edad, te cansas demasiado, no puedes con las maletas, así que poco a poco me he retirado bastante de mi gran afición.
            Pero ahora tengo que contar el último viaje que hemos realizado mi marido y yo. Invitados por los mejores amigos que se pueda tener, pasamos una semana en el Puerto de Santa María. Me cuesta encontrar palabras para explicarlos maravillosos días que pasamos porque aparte de haber estado en Sanlúcar de Barrameda comiendo las famosas tortillas de camarones, en Puerto Sherry que aún sin acabar está muy bonito y en Cádiz, la preciosa tacita de plata, tuvimos tiempo de estar con nuestros amigos, que nos acompañaron a todas partes, unas veces venían a buscarnos unos otras veces otros, comida en un sitio, cena en otro, aperitivos aquí y allá. Llovió tres días pero no nos importó nada porque la amistad llena de tal manera que disfrutamos con todo lo que organizaban.
            Estábamos al lado de un pequeño centro comercial lleno de tiendecitas y restaurantes y pubs. En todas partes unos precios mucho mejores que aquí. La gente de las tiendas agradabilísima, sonriente, tanto si comprabas como si no. El famoso Piojito, el rastro del Puerto que tiene mercancías fantásticas, yo fui con el dinero contado porque me conozco y todavía le pedí prestados 28 euros a una de mis amigas.
            Baños en las piscinas porque aunque llovía a ratos, no hacía frío. Dos días a esa preciosa playa, larguísima de arena fina y casi vacía. Nos relajamos como hacía mucho que no lo habíamos conseguido. Nada que planificar, nada que decidir y el placer de la amistad.
      
Virginia en la fiesta de su cumpleaños acompañada por su amiga Delia Sánchez
      Volver a pasear por Cádiz es un placer, es una ciudad preciosa, en la parte antigua con todas esas calles sinuosas y estrechitas, te entra la risa cuando paseas por la calle ancha pero claro al lado de las otras es ancha. Te imaginas estar allí hace dos siglos con esas casas tan fastuosas, con esos patios. Tener que echarte a un lado porque pasa un carruaje con alguno de los habitantes de esos palacios.
            Los barcos que llegan de América llenos de plata del Perú y de riquezas sin cuento. La animación en las calles. Los bailes en el casino y en las grandes mansiones. Visitamos el yacimiento Arqueológico fenicio “Gadir”, ciudad fundada por los fenicios hace 3.000 años, lideraba el “círculo del estrecho” formado por ciudades de gran importancia comercial. Lo visitamos acompañados de una de las arqueólogas que realizó los trabajos y fue un placer gracias a los profundos conocimientos que tenía de toda la obra. Pasear por encima de un suelo de cristal viendo el yacimiento, con sus casas debajo, las cocinas, los hornos, el esqueleto de un perro, de un gato en el mismo sitio en que se encontraron. Está el esqueleto de un hombre joven de 1.78 de altura, Mattan, que murió en extrañas circunstancias y nunca fue enterrado y luego el de otros dos huyendo de la ciudad, parece ser que Gadir fue destruida, incendiada y quedó enterrada durante muchos años. También están los restos de una factoría de salazones romana. Ahora podemos saber cómo era la ciudad y algo de lo que pasó.
            Comimos unos helados con sabores de casi todo  en la heladería “Los Italianos”, invitados por Carmen, mujer de Gianni, los dueños. Casi nos da una borrachera de helados.
            No sé si nuestros amigos hicieron mal enseñándonos como puede ser la vida de jubilado en el Sur. Sobre todo con amigos, con una alegría que se contagia y una generosidad que no tienen parangón.
            Lo único malo, al cuarto de hora de recogernos en la estación nuestro amigo Diego, nos paran dos guardias municipales y me ponen una multa de doscientos euros por no llevar el cinturón abrochado, yo estaba atrás y no me había dado cuenta. Le rogué, le explique que llevábamos 10 horas de viaje, pero ni caso. Cuando lo contamos nadie recordaba a ninguna persona que le hubieran puesto una multa por no llevar el cinturón abrochado detrás y reconocieron que ellos no se lo ponían.

            Algo malo tenía que pasar si no hubiera sido el paraíso.

"EL AMOR LO PUEDE CASI TODO", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUYLLA ("La Nueva España")

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            Toda la vida he sentido una necesidad excesiva de ser querida y admirada. No sé porqué, quizás al ser la mayor de cinco hermanas, siempre estabas comparándote con alguna. No lo sé. Y durante mucho tiempo me salí de mi camino para poder pertenecer a algún grupo, que ni siquiera me gustaba y decir cosas que no sentía para ser admitida. Muchas veces me sentí  sola y poco querida y sufrí  demasiado por ello.
          
  Quizás ese sentimiento me hizo ser antipática y disparaba mi mal genio a límites demasiado altos. Gritaba, daba portazos, lo que no contribuía a mi aceptación. Pero afortunadamente, el tiempo pasa y una va suavizando su carácter y entendiendo que no se puede gustar a todo el mundo y menos mal porque sería un follón de muerte. Comprendí que había gente con la que no tenía nada en común y no me interesaba. En esos casos procuro no frecuentar a esas personas y si tengo que hacerlo a veces soy educada y amable pero nada más.
           
En estos últimos años, me he dedicado a querer y cuidar a mi familia a la que adoro y decirles que les quiero y estoy aquí para ellos. También me he dedicado a mis amigos a los que quiero muchísimos y últimamente les repito a todos que les quiero. Me ha costado un montón porque yo era más bien cardo borriquero, mi corazón estaba lleno de amor pero era incapaz de decirlo.
          
  Todo este amor mío ha cristalizado y el sábado pasado se convirtió en uno de los mejores días de mi vida.
            Mis hijos con la colaboración de mis primos más queridos y un gran número de mis amigos me dieron una fiesta sorpresa en el club de tennis de Gijón, un lugar emblemático para mí  porque mi padre fue socio fundador número uno y para mí es como mi casa. Me llevaron hasta allí con la excusa que mi nieto Lucas estaba en un cumpleaños y se encontraba mal y no localizaban a su madre. Por supuesto salí como una exhalación para allá, no veía a nadie y de repente se abren unas puertas correderas y detrás estaban todos mis hijos, mis nietos, mis hermanas, muchos de mis primos y muchos de mis amigos, algunos venidos de Cádiz y de Madrid. Me tuve que apoyar en las puertas porque me temblaban las piernas y por un minuto se me paró el corazón.
           
Fue un instante maravilloso, ver a todas esas personas a las que quiero tanto allí reunidas para festejar conmigo. Muchos no pudieron venir por otros compromisos anteriores y me enviaron tarjetas y de todo. Comprobé que el amor que les tengo se ha visto correspondido. Mis hijos trabajaron unidos para que todo saliera bien, la principal trabajadora y la mejor organizadora Ainhoa ayudada sobre todo por Virginia. Tito me hizo un video, con la ayuda de todos y sobre todo de su amigo Borja, Algo tan emocionante que lo voy a conservar siempre y legarlo a las futuras generaciones. Me felicitaron mis sobrinos que están lejos: Lucia desde Frankfurt, Enzo desde Venecia, Leo y Nora desde Londres, Lucia desde Madrid, y Piano y Rai desde tierras valencianas. 
         

   Tiro reunió toda mi música favorita, la italiana de Sergio Enrico, Mina, Pino Donaggio, la francesa de Charles Aznavour, Marie Laforet, Silvie Varten, la inglesa de Procol Harum, los Beatles, Petula Clark etc que estuvo sonando todo el tiempo.
            La comida estupenda y los postres de morirse.
            Hoy es el primer día de mi nueva vida, aunque no dure mucho. Voy a dejar salir todo ese amor que tengo encerrado y voy a aburrir con abrazos, besos y palabras de amor. Os voy a aburrir porque ese amor que todo lo puede va a estar presente en mi vida y espero que os ayude a sobrellevar vuestras penas, yo estaré allí aunque a veces no pueda estar presente, mi corazón estará con vosotros.
           
Mi deseo es que todos esos políticos de pocas miras, todos esos estafadores, todos esos mentirosos que nos quieren engañar en todo momento, se dediquen a abrir a su corazón al amor y que eso les enseñe a ayudar, a construir, no a dividir. En otro momento diría el cretino de Mas, el tramposo de Pablo Iglesias, el Rajoy que no se sabe si va o viene, pero hoy diré caballeros vale ya, amar vuestro país y todos juntos haremos algo. No puedo decir que os quiero porque faltaría a la verdad. Pero estoy dispuesta a estrecharos la mano. Y a mi familia y amigos una nube de amor que estallará sobre vuestras cabezas. 

LAS FOTOS LAS HIZO NUESTRA AMIGA COMÚN DELIA SÁNCHEZ

"EL ABUELO DE ALTAMIRA"

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Cuento escrito por JOSÉ MANUEL BALLINA ZERMEÑO dedicado a sus nietos Ian y Roxu

Mira papá, son bueyes…
María Faustina Sanz Rivarola
El abuelo 


Los nietos son únicos e irrepetibles, como todos nosotros.
Este apotegma me fue revelado en 2004 cuando sólo tenía dos nietos: Ian (3) y Roxu (2).
Un buen día, me encontré con que Ian me golpeaba inmisericordemente con mi propia espada, la cual, previamente, me había pedido prestada. Molesto por la golpiza, lo amenacé: Si me vuelves a pegar, me voy a convertir en un oso y te voy a apretar con mis enormes brazos. Ian (siempre lógico) decidió suspender el ataque y me dijo, “Iannenesita que no te vuelvas un oso sino seas un abuelo buena gente”.
Una semana después, en Irapuato, fui sometido a otro episodio de violencia nietil. Esta vez el que me atacaba con su espada era Roxu.
Recurrí al mismo argumento: “Si no suspendes el ataque me voy a convertir en un oso enorme”.
Roxu respondió: “¿Un oso eh?, entonces baila”.

Ante la alternativa, ese día decidí, que no sería oso sino abuelo buena gente.

Marilú y yo habíamos estado en la antigua cueva de Altamira durante nuestro viaje de Luna de Miel. Regresamos con Ian y Roxu, cuarenta y tres años después. Bueno, regresamos a la cueva artificial que reproduce la original.
Este museo está muy bien pensado y excelentemente planeado.
Hay mucha información de la era paleolítica y lo que más me impresionó fue un video muy bien hecho que muestra como debió haber sido la vida humana en esa cueva durante tres mil años.
Se mostraba a un hombre (seguramente un abuelo), cosiendo, laboriosamente, prendas de vestir rodeado de niños que jugaban alrededor de una hoguera a la entrada de la cueva.
También se presenta un video comparando la evolución del homo sapiens (de Altamira) con el hombre de Neardenthal, que fue su contemporáneo y competidor. Resulta que los neardenthales tenían mayor capacidad craneana que el homo sapiens. Supuestamente esto debió permitirles dominar el mundo, pero ellos se extinguieron, mientras el homo sapiens se desarrolló y eliminó toda competencia.
Finalmente hay una reproducción muy fiel de los dibujos rupestres que adornan la cueva original y que hicieron exclamar a la hija del descubridor de la cueva (Sanz Rivarola): ¡Mira papá, son bueyes!

Pasé un buen rato observando los dibujos y luego mucho tiempo dedicado a tres asuntos:
El primero tratando de comprender lo lento que transcurría el tiempo en la época del Abuelo de Altamira. Pensar que pasaron más de tres mil años (cientos de generaciones) encerrados en esa cueva, sin que prácticamente nada cambiara durante esos 30 siglos.
La segundo, admirando la belleza del arte desplegado en los muros de esta verdadera capilla sixtina del paleolítico.
Por último, cavilando las razones por las qué el homo sapiens, teniendo un cerebro más pequeño, sobrevivió y se impuso al Neardenthal.

Meses después me vino a la mente que todos los animales pintados por el Abuelo (ó abuelos) de Altamira son animales relativamente mansos. No hay tigres ni leonesni osos; todos son caballos, ciervos y bisontes.
Ninguno de los animales representados puede inspirar temor a los niños.

Quizá ahí está la clave de porque el Homo neardenthalensis se extinguió, mientras el homo sapiens, representado por el abuelo de Altamira, sobrevivió.

¡El abuelo de Altamira no quería asustar a sus nietos!.
Los quería demasiado.
Por eso quiso ser un abuelo buena gente.

El homo sapiens no se impuso por su cerebro, sino por su corazón.

Además queda claro que sólo por el amor a los nietos se puede soportar el aburrimiento de pasar tres mil años metido en una cueva.





IMPRESIONES DEL VIAJE DE DELIA SÁNCHEZ A NUEVA YORK

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Hace cuatro años que fui por vez primera a NuevaYork con la ilusión de años esperando que el sueño se hiciese realidad. La satisfacción del viaje prueba que, al anunciar el Ateneo este viaje, no dudé un momento en decidirme a ir. Y aún  con mayor satisfacción al saber que nos acompañaban Isabel y Chechu.

Desde el helicóptero
Desde el helicóptero
MIÉCOLES DIA 8: Llegada a N. York a media tarde. Lo primero nada más llegar al hotel fue dejar las maletas y dirigirnos al Empire State. La espectacular imagen de Manhattan  con luces multicolores es fascinante. La vi con mucha más iluminación que la vez anterior, quizá porque la atmosfera estuviese más limpia o que la imagen es tan bella que te embelesas. El cuanto al color rosa fucsia de la torre, al llegar a Oviedo me informan de que en esas fechas los edificios más emblemáticos de muchas ciudades estaban iluminadas con ese color en el “Día mundial del cáncer de mama”. En Oviedo estaba la fuente de La Escandalera.
Mariví y Delia en el Empire State
Trini, Delia, Isabel y Ana María en el Empire State
JUEVES DIA 9: Alto y Bajo Manhattan. Recorrido en autobús por la Octava Avenida, la Avenida Central Park West; en  el edifico Dakota nos bajamos y nos adentramos en Central Park, donde nos hicimos la foto obligada ante el memorial a John Lennon, un mosaico con el nombre “Imagine” y un corto paseo (muy cortito por tratarse de tan hermoso lugar) por el espléndido parque. Seguimos por la Avenida CentralPark West, Harlem, bajamos por la Quinta Avenida. Hicimos un alto en el parque BatteryPark desde donde  sepueden contemplar bellas panorámicas, una de ellas es la Estatua de La Libertad. Seguimoshasta la Zona Cero.  Hermosa La Torre de La Libertad, que se divisa desde muchos puntos de  la ciudad; su diseño quizá influya en ello.Desde el piso 20 hacia arriba, los bordes cuadrados de la base cúbica de la torre están biselados hacia dentro transformando la forma del edificio en ocho triángulos isósceles, o en una forma alargada antiprisma.
La so dos Alicias e Isabel frente al estadio de los Yankees
El almuerzo, cerquita del hotel. Tarde libre. La atención de Isabel y Chechu en acompañarnos fue muy importante. Nos acompañaron  a la Estación GranCentral Terminal, el Rockefeller Center y la iglesia de S. Patricio. Majestuosa la Estación GranCentral Terminal; en el exterior hay unas esculturas de Mercurio, Hércules y Minerva que dan un aire de grandeza a la entrada. En el interior el monumental vestíbulo, pudimos apreciar decorados espacios con suelos y paredes de mármoles.
Al complejo Rockefeller Center entramos por un hermoso paseo ajardinado, theChannelGardens,  hasta llegar a Lover Plaza presidida por  la escultura de Promoteo, conocida por su pista de patinaje sobre hielo y el gran árbol de Navidad en muchas películas. Lo más llamativo  de esta plaza es que está flanqueada por banderas de todos los estados que pertenecen a las Naciones Unidas.
VIERNES DÍA 10: Día libre. La mayoría de las personas del grupo se desplazaron a Washington. Al haberla visitado la vez anterior opté por disfrutar el día en Manhattan. Y  tuve la suerte de  acompañar a Trini a visitar el museo THE FRICH. Digo suerte porque visitar un museo al lado de una profesora, licenciada en Historia del Arte, y de profesora para mi solita, que con delicadeza y gran paciencia iba explicándome la técnica en el arte de la pintura, ¿no es para pavonearse? Gracias Trini. De nuevo regresamos por la Quinta Avenida.Parada para el almuerzo frente al museo Moma con la intención de visitarlo más tarde. Nuestro gozo en un pozo: la cola era tan larga que desistimos pues sería inútil la espera. Nos acercamos al hotel para un corto descanso. Al final de la tarde, Trini, Alicia madre, Alicia hija, y un buen cicerone, Chechu, paseamos hasta la zona Chelsea y degustamos la cena en un restaurante italiano. El regreso, de nuevo paseando hasta el hotel. Por la noche me dije: Delia, hoy te has pasado, las piernas te pasaran factura.
SABADO DÍA 11: Ruta de Contrastes. En autobús pasamos por el túnel Lincoln  de más de dos Km de longitud y 48 m de profundidad bajo las aguas del río Hudson para llegar a Nueva Jersey. Desde aquí con el río Hudson en medio, la imagen  de la isla de Manhattan  con sus 21 Km de largo ¡es una estampa preciosa! Así es cómo lo contemplé la vez anterior. Pero en esta ocasión el día estaba lluvioso, y la bruma impedía verlo en todo su esplendor. Las fotos las hicimos con paraguas, pero aun así mereció la pena. Igual nos sucedió en el Bronx, pero la foto ante el Stadio de los Yanquis no podía faltar en el viaje.
En Queens  visitamos el Queens Museo, donde está la maqueta a escala de Nueva  York. Es muy interesante, se ve claramente la isla de Manhattan y el resto de los  condados de Nueva  York: Brooklyn, el Bronx, Queens y StatenIsland. Fin de la ruta con el almuerzo en un restaurante en el edificio Empire State.
Es  mucho lo que se quiere ver  en Nueva York,e imposible ver todo lo que se desea. Algo que no logré la vez anterior, y que en esta ocasión conseguí, fue asistir a un musical en Broadway. En el teatro Majestic  vimos “El Fantasma de la Opera”. Nuestro hotel, hotel Millennium  Broadway, está en la zona y desde  el hotel fue un corto paseo.
DOMINGO DÍA 12: En autobús nos dirigimos hacia Harlem. Hicimos un alto ante la famosa universidad de Columbia. Subimos unos pasos de escaleras, las mismas por las que han subido grandes hombres en todos sus años de historia. Seguido asistimos a una misa Gospel, culto religioso de la comunidad afroamericana. La vez anterior salí con gran satisfacción, tanto que ahora volví con gran ilusión, pero ¡qué decepción! No tiene comparación la una con la otra. Quizá dependa del coro, de la coordinación…Un fallo de la agencia: este lugar no hace honor a lo que son las misas Gospel.
Las dos Alicias, Delia e Isabel en la escalinata de la universidad de Columbia
TARDE LIBRE. Sin la compañía de Isabel y Chechu, no sería posible ver todo lo que con ellos hemos visto. En el metro fuimos hasta la zona sur, luego un paseo por Wall Street, Mercado Financiero, La Reserva Federal con oro de  73 países del mundo en bodegas bajo el suelo a prueba de bombas y de incendios. En el Nº 50 está la Bolsade Valores de Nueva York. Seguimos hacia el puente más famoso y fotografiado del mundo, el puente Brooklyn. Siento que empiezo a decaer, exagerando un poco, cómo cuando los ciclistas sufren “la pájara”. Chechuse da cuenta y me ofrece su brazo y así poder llegar al puente tantas veces inmortalizado en cine y series de televisión. De aquí hasta el muelle y en el ferry hicimos un pequeño crucero a StatenIsland.
LUNES DÍA 13: EXCURSIÓN OPCIONAL A FILADELFIA. Varias personas del grupo nos desplazamos a Filadelfia, cuna de la cultura de Estados Unidos. La primera visita a la Casa de Betsy Ross, diseñadora de la bandera de E. Unidos en 1776 con 13 estrellas blancas que eran los estados que había en ese momento. Visitamos luego La Campana de La Libertad y El Campus de la Biblioteca Municipal.
Nos acercamos a las inmediaciones  del Museo de Arte de Filadelfia. Abajo, al pie de las escaleras, la escultura de Rocky nos incitaba a subir los 72  escalones que a él le hicieron famoso. Los peldaños son cómodos lo que me resultó fácil subir. En el peldaño 72 me detuve para contemplar la hermosa Avenida Benjamín Franklin que parte de la base de la escalinata y de la grandiosa fuente con esculturas, y arriba, en el centro la ecuestre de George Washington. Es un lugar de gran belleza. Mª. Luisa, su hija Carolina, Ana Mirantes y su amiga Isabel han ascendido hasta los 96 escalones que hay hasta la entrada del Museo ¡y bajaron tan frescas!
El almuerzo  fue en un excelente restaurante, servido con variedad de típicos platos con productos ecológicos de la comunidad Amish. Ecológicos o no, eran exquisitos.
Al regreso,  la lluvia hizo acto de presencia, y desde el autobús fue la única forma de ver a los Amish  con sus clásicos carruajes y sus típicas viviendas.
En el Cotton Club

En el hotel nos esperaba Isabel para acompañarnos, (éramos ocho personas) a una actuación de jazz en directo. No es que yo entienda de música de jazz, pero me hacía ilusión asistir en el lugar de los Grandes de la historia en este género. Ha sido en el mítico Cotton Club con una orquesta de 12 músicos. En opinión de Mª. Luisa, estudiosa de la  música, le gustó el conjunto.
Una de las Isabeles en el crucero
MARTES DÍA 14: A las 10 horas nos embarcamos en un crucero de tres horas por toda la isla de Manhattan a lo largo de los tres ríos que la rodean. El buen tiempo nos acompañó bordeando los cinco condados,  y disfrutar más de todo el entorno, sus puentes, sus edificios más renombrados… Resultó muy interesante. Pero esto no quedó aquí. Cuatro aventureras, Mª Luisa, su hija Carolina, Mariví y yo nos lanzamos a espacio; al espacio en helicóptero sobre la ciudad de Nueva  York. Contemplarla desde lo alto es ¡fantástico! Nueva York a nuestros pies es una nueva experiencia difícil de olvidar. En la retina conservaré estas bellas imágenes. Un día dedicado a estar en Nueva York por tierra, mar  y aire. ¿Se puede pedir más?
Delia, Mariví, María Luisa y Carolina

Desde el cielo

Tarde libre que dedique a pasear con Mariví por la Quinta Avenida hasta el hotel Plaza donde tomamos un café en su lujosa cafetería. Luego un vistazo por las tiendas de grandes firmas para regresar hasta el restaurante en el Empire State, donde nos esperaban Isabel y Chechu  para la cena de despedida de todo el grupo.
MIÉRCOLES DÍA 15: Hoy era el último día, pero el incansable Chechu  se ofreció acompañarnos hasta High Line Elevated, un paseo (inagurado el primer tramo en 2009) de más dos Km que se ha construido sobre las vías de un antiguo tren urbano elevado que se extiende sobre los edificios. Es algo que llama la atención esta peculiar zona verde elevada en el mismo Manhattan. Un agradable paseo de despedida de Nueva  York.
Cena de despedida
En el anterior viaje cité que la magia que tiene Nueva York te engancha y te susurra…¡tienes que volver! He vuelto y de nuevo te engancha, entras en su vorágine sin darte cuenta, pero disfrutando a tope. La ciudad más cosmopolita de la tierra es una mezcla  de guetos  o un crisol de razas bajo un mismo techo. De todas las partes del mundo hay alguien en Nueva  York. Es una mezcla de culturas, 120 idiomas y dialectos y donde se profesan todas las religiones. Con toda esta diversidad, las calles y plazas abarrotadas de gente, se puede pensar que quizá resulte agobiante, pero no sientes esa sensación en ningún momento.  Times Square es un ejemplo de ello, es la zona más viva de Nueva  York, un lugar tan bullicioso y concurrido que se caracteriza por su animación, allí  se agolpa gran multitud, que hace que el lugar sea un espectáculo al aire libre; creo que esto es el encanto del lugar, añadiendo  claro está,   el magnífico sector de publicidad.
Delia, Mariví y Zenaida, un haciendo un alto en el camino

Los calificativos que le dan a Nueva York  tienen su porqué: “La ciudad más convulsiva de la tierra”, “La ciudad de los contrastes”, La ciudad que nunca duerme”, “Lo que no veas en Nueva York es que no existe y si lo hay no merece la pena”. Nueva York es conocida por ser la ciudad de los rascacielos, la capital del mundo y por muchas cosas más. Aquellos primeros colonos holandeses nunca pudieron imaginar, cuando se instalaron al comprarla isla de Manhatan en 1624 alos indios por 24 dólares, que hoy es el corazón de los negocios de los estadounidenses, núcleo mundial del comercio, las finanzas, las artes, las publicaciones, el entrenamiento, el turismo; 23 millones de visitantes exploran la ciudad cada año. Parte de esa cifra es un  grupo muy especial: los 19 socios del Ateneo Jovellanos, que regresamos encantados; a este encanto también contribuyó  la ayuda de Isabel y Chechu. Siempre digo que un guía o te hunde o te salva el viaje; en esta ocasión los que salvaron el viaje fueron estas dos excelentes personas. No hablo solo por mí, hablo por todo el grupo pues no cesaban de comentarlo. Gracias amiga/o. Por mi parte las hago también extensivas a todo el grupo por su grata compañía. 

 Textos y fotos: DELIA SÁNCHEZ    (Oviedo - noviembre 2014)


GALERÍA DE FOTOS, autora : DELIA SÁNCHEZ
















17.000 NIÑOS

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El titular no es noticia. Estos pequeños -menores de cinco años- no son corruptos, no generan actualidad, no van  de una  televisión a otra a contar sus miserias -o las de otros-, no tienen interés en esta  nuestra avanzada sociedad. Ellos sólo se mueren cada día, las más de las veces de hambre. Y todos tan tranquilos.
Hoy, me he encontrado en el diario local   con  un hermoso faldón solidario. En realidad es un anuncio en colaboración con UNICEF, esa organización que vela por los derechos de quienes no los tienen, para pedir una pequeña ayuda. Yo añadiría que, además de esa petición, intentan concienciarnos de la situación. Pero, ¿Cuántos lectores habrán reparado en él? No habrá estadísticas, que parece ser son las  que dan las respuestas   válidas a todas  nuestras intenciones.  Probablemente muy pocos se habrán detenido a leerlo completo. Pero ahí está, casi que para nuestra vergüenza. En realidad para la de los gobiernos –si es que alguna les queda- que son los que debieran de tomar conciencia de la penosa situación. Se publican las listas  Forbes con los más ricos del mundo,  y  hasta despiertan admiración. Y en alguna parte he leído que algunos millonarios gastando un millón de dólares diario su fortuna les duraría  220 años. De momento, que se sepa, nadie vive tanto. Y me reitero en el titular aún sabiendo que no es noticia: 17.000 niños podrían vivir con menos de dos euros diarios.
              


                                                                         

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Pedimos que este mensaje de la SIBI aparezca permanentemente en todos
los e-mail y páginas web, y en todos los idiomas.             Marcelo Palacios

SE CONVOCA EL 62 PREMIO DE NOVELA ATENEO-CIUDAD DE VALLADOLID

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El Ayuntamiento de la ciudad y el Ateneo de Valladolid convocan el 62 Premio de Novela “Ateneo-Ciudad de Valladolid”, dotado con 20.000 euros y publicado por Algaida Editores (Grupo Anaya), según las siguientes bases:


1.- Podrán concurrir escritores de cualquier nacionalidad con una o varias novelas, excepto quienes hubieran obtenido este galardón en ediciones anteriores.

2.- Las obras, de tema libre, deberán ser originales, inéditas y escritas en español.

3.- Su extensión oscilará entre 150 y 300 páginas, en formato DIN A-4, a doble cara, letra de doce puntos e interlineado doble.

4.- Los originales, por duplicado y convenientemente encuadernados o cosidos, deberán remitirse a:

Ayuntamiento de Valladolid
Casa Consistorial-Centro de Publicaciones
Plaza Mayor, núm. 1
47001. Valladolid

5.- Los originales habrán de ir encabezados por el título de la obra y un pseudónimo del autor. En un sobre cerrado aparte, en cuyo exterior deberá estar escrito únicamente el título de la obra y el pseudónimo, se incluirán los siguientes datos del autor: nombre, dirección, teléfonos de contacto y un breve currículo bio-bibliográfico, así como una declaración firmada en la que conste que la obra es inédita, no se ha presentado a otro concurso pendiente de resolución, ni tiene sus derechos comprometidos de alguna manera.

6.- El plazo de admisión de los originales finalizará el día 18 de abril de 2015. No se admitirán envíos por correo electrónico.

7.- El Jurado del Premio “Ateneo-Ciudad de Valladolid” de Novela estará compuesto por cinco miembros: dos designados por el Excmo. Ayuntamiento de Valladolid, dos designados por el Ateneo de Valladolid (en calidad de presidente y secretario, ambos con derecho a voto) y uno por Editorial Algaida.

8.- E l fallo se hará público durante la segunda quincena del mes de septiembre de 2015, en un acto institucional que se celebrará en la ciudad de Valladolid.

9.- El Ayuntamiento de Valladolid entregará al ganador, que deberá estar presente, 20.000 euros (de los que se descontarán los impuestos legales correspondientes) en concepto de anticipo de los derechos de autor y su obra será publicada por Algaida Editores S.A. y distribuida a escala nacional por Comercial Grupo Anaya, previa firma del oportuno contrato de edición.

10.- El fallo del Jurado será inapelable. Los concurrentes, por el mero hecho de presentar sus novelas, se atienen sin reservas a estas bases y a la decisión del Jurado y el ganador se compromete a suscribir cuantos documentos sean legalmente preceptivos para el cumplimiento de la base novena.

11.- No se devolverán las obras no premiadas ni se mantendrá correspondencia con sus autores, por lo que se les aconseja que conserven en su poder una copia de las mismas. Las obras no premiadas serán destruidas tras el fallo definitivo.

12.- El premio podrá ser declarado desierto.


Valladolid, enero de 2015

DOULAS Y MATRONAS (publicado en el diario "EL COMERCIO", 26/2/2015)

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Gloria Aranguren, Amparín Platero, María Luisa Solares, Lolina, Mª Antonia, Sela,  Maribel -mi propia madre-, y un largo etcétera responde a aquellas comadronas –hoy se les conoce más como matronas- que desde que tengo memoria asistían en Gijón al nacimiento de los niños. Primero nacían en  sus casas y por fortuna, sanitariamente hablando, luego pasaron a los centros hospitalarios. Todas ellas – concretamente las que cito- eran mujeres tituladas en las facultades de medicina de Valladolid o de Salamanca, aclaro esto porque en alguna parte he leído que eran “parteras” sin formación. Es un error, en mi casa tengo el título de mi madre, y estoy hablando de la década de los cincuenta, lo que significa que su formación viene ya de bastante atrás. Mujeres avanzadas para su época que habían decidido formarse en una antigua profesión que requería, por el bien de la madre y del naciturus, una preparación muy específica. Aún conservo el recuerdo de mi madre levantándose a las tantas de la madrugada para desplazarse allí donde un niño estuviese a punto de nacer y también recuerdo cómo algunas veces permanecía más de un día al lado de la parturienta esperando el alumbramiento. Como ella, las demás. Todo el mundo las conocía en Gijón porque formaban parte de la vida familiar de las parejas jóvenes. Mi progenitora aún conserva una gran caja llena de fotografías de recién nacidos que ponen cosas como,  “a mi segunda madre”, “a quien me ayudó a nacer”… Pues bien, ahora aparecen  en escena unas señoras que dicen llamarse “doulas”  - el significado del vocablo, leo,  es el de  sirvienta de la mujer en griego-, que, según ellas mismas afirman “dan cariño, aconsejan, tranquilizan a las mujeres y las acompañan emocionalmente”. Como si eso no lo hubiesen hecho toda la vida las comadronas. Pero lo más grave es que no tienen ningún tipo de formación: invitan a dar  a luz en casa  - por supuesto, sin la participación del marido-, e incluso algunas  aconsejan que se coman la placenta,  ya que  dicen  tiene hormonas y facilita la lactancia. Kafkiano. Pero lo más grave, a mi entender, no es que existan ese tipo de personas, nadie está libre de cruzarse con un iluminado, en este caso iluminadas, lo que me parece gravísimo es que haya mujeres que se pongan en sus manos en pleno siglo XXI, y precisamente ahora que hemos conseguido formarnos, demostrar que no somos menores de edad. ¿O algunas aún lo siguen siendo? 
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