"EL COMERCIO", 8/07/2013) |
El escritor y periodista de EL COMERCIO será homenajeado el próximo 6 de octubre en el Teatro Jovellanos. Dedicó su vida a defender la tradición y el folclore del campo asturiano
Toda una vida dedicada a evitar que la tradición y la lengua asturianas cayesen en el olvido. El próximo 6 de octubre tendrá lugar un homenaje a José Avelino Moro. El acto, que se celebrará a las 12 en el Teatro Jovellanos, está enmarcado en el programa de EL COMERCIO 'Bravo Asturianísimo' y estará presentado por Gonzalo Mieres.
Nacido en 1928 en Infiesto y fallecido en 1977 en su querido Gijón, Moro fue, además de escritor y periodista de EL COMERCIO, un acérrimo defensor de las tradiciones y el folclore asturianos. Esta importante faceta de su vida es la razón por la cual un grupo de amigos ha decidido homenajearle. Decisión que el periodista, según afirma su hija, Isabel Moro, jamás habría aceptado.
«Para él lo que hacía no era nada extraordinario, era su trabajo y su ocio, decía que las cosas que se hacen, bien por amor, bien por devoción, no son extraordinarias. Lo anormal es no hacerlas, pudiendo», explica.
Moro comenzó su andadura en EL COMERCIO a finales de la década de los cincuenta, tras la marcha a México de Paco Ignacio Taibo, encargándose de el ciclismo.
El periodista siguiendo la Vuelta a Asturias a bordo de un escarabajo en el que también iban un gaitero y un tamborilero |
Ciclismo y Sporting
En estos primeros años se dedicó a cubrir las vueltas ciclistas a Asturias y España, en su sección 'Moro a la vuelta'. También estuvo muy volcado con el fútbol y el Sporting, sobre el que llegó a escribir un libro, 'Historia sucinta del Real Sporting de Gijón', publicado en 1972 por la imprenta La Industria. Posteriormente, se dedicó a la información local y publicó por entregas, en este diario, durante los veranos de 1968 y 1969, las aventuras de Tadeo y Balba, personajes de ficción creados por él.
Caricatura que acompañaba su sección "Moro a la vuelta" |
En estos relatos reflejaba la realidad cotidiana del momento, analizando los temas de actualidad y disimulando sus certeras críticas bajo un manto de brillante ironía. Más adelante estos escritos se publicarían en forma de los libritos de una treintena de páginas, 'Quince histories de Tadeo' y 'Quince histories de Balba', editados también por La Industria.
Museo del Pueblo de Asturias
Aunque siempre estuvo ligado al deporte, la verdadera pasión del periodista fue su tierra natal, su Asturias. El bable, las tradiciones, el folclore, las aldeas, el campo... En definitiva, el 'asturianismo'.
Firmó durante muchos años la leidísima sección 'Cartas a Pepín el concejal', publicada entre 1966 y 1972 y que escribía íntegramente en bable. Esto le granjeó muchísimas críticas por parte de diversos medios y personalidades, que descalificaban sus intereses por considerarlos 'aldeanismos', frente al predominante ansia de progreso que triunfaba en la época. Pero, para Moro, la aldea y el campo eran una parte importantísima de la vida asturiana, y se embarcó en varias iniciativas para evitar que cayesen en el olvido.
Una de las más ambiciosas fue la creación de un Pueblo de Asturias, que finalmente conseguiría en 1968, de la mano de Luis Adaro, por entonces responsable de la Feria de Muestras, que decidió destinar un espacio en ella a instalar un auténtico pueblo asturiano. Durante muchísimo tiempo, Moro se dedicó a recorrer infinidad de aldeas asturianas, donde recogía aperos de labranza, objetos cerámicos y otros muchos artefactos en desuso que reflejaban a la perfección cómo había sido la vida en el campo antes del auge de las ciudades.
Además, todas las semanas publicaba una reseña con los objetos conseguidos y sus donantes, lo cual multiplicó su número en un tiempo récord. Próximamente, se colocará en el museo una placa en honor a su labor y a la de Luis Argüelles. Su hija Isabel recuerda cómo «cientos de piezas pasaron por casa para limpiarlas y restaurarlas, antes de dirigirse al Museo del Pueblo de Asturias».
Por todo esto, y mucho más que queda para los más cercanos, Moro fue una persona muy querida y respetada por todos los gijoneses y, por fin, 35 años después de su muerte, tendrá el reconocimiento que su completa entrega a la causa merece.