(Con ocasión del XXV aniversario del fallecimiento del propietario de “La Voz de Ortigueira” (La Coruña).
Llegué a Santa Marta (de Ortigueira) una tarde de final de verano de 1978, para ejercer mi oficio de notario en la comarca y villa Condal. Parece que fue ayer, pero si pienso que días antes había falleció Pablo VI, concluyo que fue hace mucho tiempo. Vicente, el dueño del "Hostal La Perla", inteligente y muerto, para desgracia, años después por un "traspiés" cardíaco, me presentó a David, lo cual fue inevitable y necesario -no por azar o por la fortuna-, pues David era Santa Marta y Santa Marta era David. ¡Tiempos aquéllos de una Arcadia feliz!
Llegué a Santa Marta (de Ortigueira) una tarde de final de verano de 1978, para ejercer mi oficio de notario en la comarca y villa Condal. Parece que fue ayer, pero si pienso que días antes había falleció Pablo VI, concluyo que fue hace mucho tiempo. Vicente, el dueño del "Hostal La Perla", inteligente y muerto, para desgracia, años después por un "traspiés" cardíaco, me presentó a David, lo cual fue inevitable y necesario -no por azar o por la fortuna-, pues David era Santa Marta y Santa Marta era David. ¡Tiempos aquéllos de una Arcadia feliz!
David Fojo Salgueiro (izda.) y Federico Maciñeira Teijeiro |
Aquello, el garito o palacio, era como una rebotica de tertulia -la botica de Tito Sandomingo estaba enfrente- en la que no faltaban (en la rebotica de David) gentes de curia y toga: el juez Antonio Rubín, los letrados Santomé, J.L.Pía y Ramón Álvarez, la registradora de Puentedeume, María Jesús, que, aunque casó en la Villa, siempre conservó la lozanía de fallera valenciana. El que esto escribe siempre pedía lo mismo: ¡Cuénteme, don David, cosas fabulosas de Cunqueiro, sobre tortugas corredoras o dragones voladores!
Maruja Bouza, esposa de David Fojo |
Cuando llegaba de Madrid, el militar Luis Vierna, natural de Mera, contaba inconfesables secretos de la Armada y de sus barquitos. Mi querido, también notario, Federico Maciñeira, nos hablaba de su lancha y de su tío, el de Mañón, que amaba las camelias y que tenia un novio. Nunca confesé los baños nocturnos, en pelota, en la playa de Morouzos, en compañía del "rojerío" llegado al Instituto para enseñar y cuyo director, del Bloque, fue Tello.
Mientras esas tertulias se celebraban, Leandro Pita Romero escribía a don David desde Argentina; Lumumba moría de cáncer, cerrándose el bar; Piñón arreglaba Renaults; Jerónimo, en el Banco Pastor, pagaba letras de cambio; Durán probaba pantalones y prendas de muy finos paños; Carmona hacía bocadillos con queso y con tocinos traídos de Lugo; Moncho Prieto vendía candados y surtía gasolinas; Platas se iniciaba en adivinaciones y cosas de brujas, conjuros y maleficios; Matilde, mirando a "Las tres farolas", confeccionaba flores de color rosa con trapos; Dorila, soltera y solitaria, disfrutaba de los jugos de las retorcidas vides.
Mi amistad con David fue tan grande que cené en su domicilio muchas veces; su gran esposa Maruja era primorosa en las albóndigas, en las tortillas de toda clase, incluida la de los berberechos de Ladrido, y en las filloas, muchas filloas. En esa casa jamás comí o cené pollo frito, jamás. Debo decir, no obstante, que la mejor tarta de Ortigueira la guste en casa de Margarita de la Peña, esposa de Adolfo, médico de Puentecesures.
David me contó muchas historias de Alianza Popular, de Fraga, de "Totora" o esposa del periodista Augusto Assia, del "Cura Picúrri" de Cariño, que tenía levantado al pueblo de Cariño, de conserveros y de "la merluza al pincho", en lucha por la liberación municipal de Santa Marta. Don David llegó hasta regalarme un voluminoso libro, enorme, de un tal Bascoy que, por supuesto, jamás leí.
David Fojo sigue estando en la memoria, en mi memoria, luego no está del todo muerto. No y no. En cualquier caso y por si necesario fuese -no lo creo-, aquí dejo mi deseo, que no es ritual o frío, sino de mucho afecto, hacia él y a las personas fallecidas que aquí recordé. Para todas un REQUIESCAT IN PACE.
A.Aznarez.