El próximo domingo, Angel Aznárez, ya ex de importantes profesiones jurídicas, propone a los lectores y lectoras, unas reflexiones sobre tres casualidades, que no son causalidades.
Tres casualidades, tres, que podrán interesar.
La primera es muy subjetiva que afecta de manera directa, muy personal, al firmante del artículo anunciado y de esta nota, y que está relacionada (la casualidad) con una desaparición: un puño que desaparece al extender la mano (mire el lector su mano izquierda, ciérrela ahora y verá un puño; abra la mano, luego, y el puño habrá desaparecido).
La segunda casualidad está relacionada con la página de un periódico, editado allá por los años noventa del pasado siglo, y en cuya página se copian las solemnes palabras de un discurso de una sapientísima mujer, dando la bienvenida a un cardenal, hijo de una víctima de la terrible SOAH.
La tercera casualidad la protagonizan las letras, letras de literatura y letras de periodismo, que, ciertamente, son diferentes. Es de apestar el tratar de rellenar insignificante curriculum vitae, añadiendo un improcedente e indebido escritor (¡soy escritor!) por mal escribir unas líneas en un periódico. Y en la casualidad correspondiente se escribe de un literato y de periodista español, de gran talla.
No podemos, y lo dejaremos para más adelante, profundizar en eso tan interesante que es “caer en la verdad por puro azar” o del cada vez mayor e importante papel de lo fortuito e imprevisible –lo casual- en la vida de las personas.
CALZAS DE OBISPILLO |
Y concluimos “cargando” contra Google, habiendo empezado el artículo “cargando” contra Amazon.
Las tres fotografías corresponden a tres hechos casuales.