... el próximo domingo, día 17, de este mismo mes de las flores, se publicará, aquí también se colgará, un “no se sabe bien qué”, el cual, como casi todo, tiene un principio y un fin.
Las tramoyas, que son artefactos teatrales de prodigios, ocupan la escena, adornadas con genitales –flores- desde el principio al final. Al principio están las amapolas coloradas que brotan a lo loco, allí donde menos se espera –no sé si son locas, sí sé que son alocadas-. Al fin están los florecillas de los almendros, en flor por momentos.
Más no conviene distraerse, pues al escribir del género humano, desgraciadamente, salen balas disparadas –eso sí, de las llamadas de fogueo, pues hay muchas llamadas de atención y de fuego: hay robos, y bastantes. También Cajas y cajones.
Y hacer la “pelota”, jamás, jamás, ni siquiera al pueblo, llamado soberano del que dicen que nunca se equivoca; pues bien –mejor mal- eso es mentira, ni es soberano y se equivoca casi siempre.
Pudiera ser que lo hasta aquí escrito resulte confuso. Lo comprendo: lo que antecede se entenderá mejor después de haber leído el “no se sabe bien qué” y no antes. Luego, el llamado anuncio no es tal o es de lo incomprensible.
La lectura de lo propuesto tiene una postura corporal recomendable, que es la misma que esculpió Carmen del Castillo (fotografía primera). Y la segunda foto tiene que ver con calvos, cavilaciones, calvarios y calaveras, que hay muchas.
Fotos y texto, ÁNGEL AZNÁREZ