el reloj. Cualquier habitación es eterna
con sólo desalojar de ella el tiempo.
La alcoba de la Isabel era la eternida
porque yo me quitaba allí la vestidura del tiempo
al quitarme mi pantalón y mi camisa.
F. Umbral, Los males sagrados.
Fueron una vez bachilleres de los Maristas, de la calle Santa Susana de Oviedo, a los que en clase de la llamada “Filosofía real”, se les explicaba la Cosmología, y sus dos realidades que integran el mundo material: el Espacio y el Tiempo (o Cronología). El Hermano profesor, bien llamado “el Pichaías” por su delicadeza en modos y movimientos, explicaba un libro, que era un manual de Filosofía, escrito por un tal Joaquín Carreras Artau, catedrático de los de antes, escasos y que sabían. Tal libro estaba aprobado por el Ministerio de Educación Nacional y tenía, por supuesto, las licencias del Obispo de Madrid-Alcalá y también del Arzobispo de Sión y Vicario General Castrense, que éste tenía de apellido una hipérbole de lo bruto: Muñoyerro, que es muñón de hierro. ¡Qué bárbaro debió ser aquél, por castrense y por clérigo!
"Un mirón" |
"De complementos" |
Además el tiempo es elegante y dandi, pues que no se deja comprar por dineros o “cuartos”. Los que son ricos y los que somos pobres tienen y tenemos las mismas oportunidades; no hay en relación al Tiempo ni papás ni hijos de papás, ni herencias ventajosas ni bodas aprovechadas. Verdad es que Benjamín Franklin escribió que “el tiempo es dinero”, pero con eso sólo quiso decir que es también valor de cambio –valor de uso (del Tiempo)- y verdad es que en Radio Asturias, E.A.J 19 de Oviedo, se anunciaba en los años sesenta que “El tiempo es oro y Sigma, máquina de coser, es un tesoro y que, para máquinas de coser, las Sigmas de la calle Campomanes”.
Más aún, el Tiempo es escurridizo como una lamprea gallega, y es de género, masculino aunque tiene maneras de hembra, como los “bellocratas” y los diseñadores de complementos (¡Cuánto me gustan los complementos, ufff!
De la biblioteca francesa del autor |
Una vez que se publique la tesis doctoral que se está haciendo sobre “Umbral y el calendario”, escribiré sobre él, sobre Paco el gran majadero, majadero por haber reprochado a Alejandro Soljenitsyneno haber sido partidario del seminarista y tirano llamado Stalin y, también, por haber dicho de doña Letizia, esposa de Felipe, que fue “una modesta estrella de T.V”. Lo de “modesta” nada me gusta, pues me suena a modista y me recuerda los ojales. Umbral, uno de tantos burgueses, minués de la monarquía --se podría subtitular así, desde aquí, Oviedo, en cuyo mes de octubre tanto se ve y a tantos minués-.
"El lápiz de los verdes encantos". Macron lo coloca sobre el féretro de Ormesson |
El Presidente Macron colocó sobre el féretro d´Ormesson, no collares, no insignias, no espadas, no grandes cruces, brillantes como luceros y comoestrellas, sino un lápiz, un crayon, el lápiz de los “encantos”. Terminó el discurso fúnebre y los músicos militares de Les Invalides interpretaron la más triste sonata para piano de Mozart. Y su Tiempo se terminó con la incineración, que es alternativa rápida, siendo más lenta la de pudrirse en un cementerio. También él, calificado de ecrivaindubonheur pudo elegir: que le quemen o pudrirse.
Jean d´Ormesson llegó a escribir un libro que tituló El olor del Tiempo, crónicas de un tiempo que pasa. En la crónica de 4 de noviembre de 1994 (Le FigaroLittéraire) dedicada al escritor Philippe Sollers, habla de una mujer papa, cuya elección, después del Cónclave, se anunciaría a la Plaza romana con un solemne HabemusMammam, y yo añadiría: “”pronunciado por una eminentísima y reverendísima “cardenalacamarlenga””.
Un libro |
A los judíos siempre preocupó mucho lo del Tiempo, pues su obsesión por la idea de la “transmisión” lo implica. En esto lo judío recuerda a lo católico: en el año 2008, en el programa de T.V. (PublicSenat), denominado Conversationsd´avenir dijo Attali que la razón del Estado de la Ciudad del Vaticano es sólo una: que dure y no desaparezca el catolicismo. Attali asimismo escribió La vieéternelle y lo último que publico fue Ser uno mismo (“Devenir soi”). Entre uno y otro apareció el Diccionario amoroso del judaismo, que empieza con la letra A de Aaron y termina con la letra Z de Zohar.
Como escribe el arquitecto PrestinenzaP. que no se debe cansar a los lectores, aquí me detengo después de frenar con mucha resistencia, seducido por eso que puede ser tan complicado, de llegar “ser uno mismo” y que tan pocos lo consiguen: de ahí la necesidad de tomar tantas pastillas, a las que tan aficionados son los psiquiatras.
Prometo que en pocas semanas continuaré con lo de Attali, con lo de la duración y el dolor por la melancolía de locos. Eso será, en cualquier caso, antes de salir de Valderas (León) en dirección a Benavente (Zamora) siguiendo el cauce del Río Cea.
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