Colegio Santo Ángel |
Una niña de 14 años se quitaba la vida hace unos días en esta ciudad a la que yo le pongo tantas caras, porque sus compañeras de colegio le hacían la vida imposible. Me duele que cosas tan tremendas sucedan en cualquier parte del mundo, pero que suceda tan cerca me pone los pelos de punta. La niña era alumna del colegio del Santo Ángel, allí donde yo hice parte de mis estudios y donde fui tan feliz. Por eso me cuesta tanto trabajo entenderlo. ¿Es que han cambiado tanto los niños? ¿Qué les está pasando a nuestros hijos y a nuestros nietos? En los medios de comunicación se apunta hacia el colegio como responsable de ese acoso escolar. Y a mí me cuesta mucho creer que los padres y abuelos no tengamos una parte importante de culpa. No hace mucho me contaba una maestra, compañera de estudios, que tenía que andar con pies de plomo a la hora de llamar la atención a sus alumnos, porque los padres apoyan siempre a sus hijos hagan lo que hagan, y reclaman constantemente los derechos del alumno, desposeyéndola de todo tipo de autoridad. Me parece que han quedado atrás esos tiempos en los que era suficiente que el maestro te dijera que si sigues por ese camino hablaré con tus padres, para andar derechita. Y ni se me pasa por la cabeza qué habrían dicho si llegase a sus oídos que simplemente rechazase a una compañera. Pero que no se me malinterprete, mis padres no han sido educadores rígidos, pero sí han tratado de inculcar unos valores ahora perdidos, en aras de una libertad que no entiendo y que trae estas consecuencias. Algo no funciona, está claro.