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IMPRESIONES Y FOTOS DE DELIA SÁNCHEZ DE UN VIAJE A LOS EMIRATOS ÁRABES (del 20 al 27 de marzo de 2015)

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                            EL GRUPO FRENTE AL PALACIO DEL SULTÁN DE OMAN

De izquierda a derecha: Pilar Calero, Tere Ballina, Marilú, Pepe Ballina, Isabel, Ana Mirantes, Pilar Rodríguez, Tomás, Choni, Isabel Moro, Pipo Vallina, Delia Sánchez, Virginia Álvarez Builla, Loli, Germán Argüelles, Priscila y Chechu Marrot.

    Al empezar a escribir mis impresiones sobre este viaje, me sorprendo, sí, me sorprendo, al constatar que he realizado un viaje que ni en sueños imaginaba que llegaría a hacerse realidad. Soñar es libre, pero esto, por inalcanzable, ni me lo planteaba.
   En la reunión del Ateneo para informarnos de los viajes, al nombrar el de  Dubai ¡oh, sorpresa! no lo dudé un instante y, sin pensar en el problema de mis piernas, allí mismo reservé mi plaza.
    Viernes 20: después de todo el día por aeropuertos con sus largos recorridos y más de nueve horas de vuelos, llegamos a Dubai, al aeropuerto más grande y hermoso del mundo. Lo de grande, por impactante, se ve al momento; lo de hermoso, por cómo es a vista de pájaro; debido al escaso tiempo del que disponíamos, no hemos podido disfrutar de la belleza y grandiosidad del lugar. Lo que más resalta es la cantidad de palmeras que hay dentro del aeropuerto. La palmera es el árbol sagrado de los musulmanes. Y, entre otros muchos símbolos, es el del poderío. Este poderío  nos lo demuestran nada más aterrizar. En un minibús cruzamos la ciudad hasta el puerto Mina Qaboos para  embarcarnos en el buque Costa Serena. Pasadas unas 22 horas desde que me levanté, al fin, extenuada, caí rendida en la cama. Por la mañana la megafonía de nuestro camarote no funcionó, para alegría de Pilar y mía: de ese modo evitamos levantarnos a primera hora para asistir al simulacro de salvamento. Pero no nos libramos, pues con delicadeza se nos invitó a asistir por la tarde.
     Sábado 21: todo el día y noche de navegación hacia la capital de Omán, Muscat (320 millas, equivalentes a 515 km), por las aguas del golfo Pérsico. Transitamos por el estrecho de Ormuz hasta el golfo de Omán (durante la navegación hemos estado a 45 km de Irán). Esto nos vino bien para descansar (descontando el simulacro de salvamento), aunque en el barco hay cantidad de servicios para disfrutar a gusto cada uno de nosotros: teatro, cine, casino, discoteca, gimnasio, biblioteca, tres piscinas, jacuzzis, tobogán acuático, termas, doce bares, etc.
     Domingo 22: por la mañana nos bajamos del barco para visitar Muscat (capital de Omán), empezando por el barrio de Mutra. Nos esperaba Paloma, una  guía madrileña que lleva un tiempo viviendo allí y se encuentra a gusto; nos dice que los omaníes son gente amable y abierta, y esto lo demostraba con el interés que ponía en explicarnos lo más relevante de Muscat y el desarrollo sin precedentes que ha conocido en los últimos 40 años. La capital del sultanato, Muscat, ha pasado de ser una pequeña  localidad costera a ser una ciudad con modernas infraestructuras. De este a oeste sus barrios abarcan una treintena de kilómetros, hileras de casas blancas a ambos lados de la vía rápida que atraviesa la capital. En el extremo de la cornisa se alza un monumental quemador de incienso, uno de los emblemas de Muscat. Se dice que es lo más fotografiado del lugar por los extranjeros (entre éstos estoy yo, pues desde el barco se veía muy bien, al igual que a todo lo largo de la ciudad de Muscat, muy idóneo para la fotografía, así que, cámara en mano, disfruté a gusto). Hicimos un recorrido por la lonja del pescado y el zoco con un calor asfixiante, y seguidamente nos acercamos al centro de Muscat, donde en todo el entorno están ubicados los edificios gubernamentales, el museo, La Ópera (inaugurada por Plácido Domingo). Y destacando entre todos, el Palacio Al Alam, una de la residencias del sultán de Qaboos. Se utiliza para recepciones oficiales y de visitantes distinguidos. Por lo visto no tenemos la distinción ni el “caché” necesario, y la espera a la puerta sólo nos sirvió para hacernos la foto de todo el grupo. En opinión de la guía, Paloma, el pueblo omaní quiere a su Sultán, disfrutan de sanidad y educación gratis, la luz  y agua son subvencionadas, no hay impuestos…
    Regreso al barco: las salidas y regresos al barco se realizan en un bus lanzadera que nos lleva desde el barco hasta la salida del puerto. Allí siempre nos espera un minibús para nuestro grupo.
   Por la noche, “Cena de Gala”. Nos presentamos más o menos elegantes, por lo que nuestra imagen no era la misma  del día anterior, agotadas del viaje. Las cenas  siempre eran en el mismo comedor, con todo el grupo reunido.
   Lunes 23: nos bajamos del barco “preparadas” para visitar La Gran Mezquita de Muscat, inaugurada en el año 2001. Fue un regalo del Sultán de Qaboos al pueblo, para conmemorar el 30 aniversario de su sultanato. Es el símbolo  del renacimiento del país, y presenta una refinada arquitectura moderna. El descalzarnos, ¡ideal!; es un placer pisar por tan mullida y hermosa alfombra persa de 60 x70 metros, hecha con mil setecientos millones de nudos y 21 toneladas de peso. Las puertas son de acacia india. El techo, de teka de Malasia. La enorme lámpara se realizó en Alemania, y el cristal de Swarovski procede de Turquía. Es una obra suntuosa, y la única Mezquita donde pueden entrar los no musulmanes en todo Omán. Finalizada la visita, han tenido el detalle de obsequiarnos con lo típico y sabroso del país, dátiles y café, momento que hemos disfrutado sentadas a la sombra en uno de sus jardines.
    Por la tarde el barco zarpa hacia Khasab (250 millas náuticas equivalentes a 402 km).
   Martes 24: una excursión de media jornada por Khasab y alrededores. Lo más destacado son la fortaleza de Khasab, el Fuerte Bukha y un museo donde representan el pasado reciente. La carretera  de reciente construcción, bordeando la costa unos 40 km es tallada en la montaña, de perfil rocoso y paisaje agreste: altas montañas calcáreas y desoladoras. Esta carretera es de gran interés por su comunicación entre Omán y los Emiratos Árabes Unidos.
    A las 18 h el Costa Serena zarpa hacia Abu Dhabi (165 millas equivalentes a 265 km).
   Miércoles 25: estamos en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos. El guía Mohamet nos espera, y la primera visita es al Heritage Village, un museo al aire libre donde está representada cómo era la vida de la ciudad antes del boom del petróleo.
   Seguidamente nos dirigimos a La gran Mezquita de Abu Dhabi. Inaugurada en 2007, es la mayor de los Emiratos Árabes Unidos y la tercera del mundo: una fantasía arquitectónica sin comparación con ninguna otra. Se trata del edificio de mármol más grande del mundo, de un blanco inmaculado. Tiene 80 cúpulas de mármol diseminadas por toda la mezquita, que parecen un collar de perlas blancas que rodean el patio en su totalidad.
   Si espectacular es el exterior, su interior te deja con la boca abierta. La decoración es de una delicadeza exquisita: mármol, oro, piedras semipreciosas y cerámica se unen formando composiciones inspiradas en diseños musulmanes, marroquíes, turcos e indios. Figuras de plantas y flores llenan el interior de la mezquita, las paredes, los techos y el interior de las cúpulas, dando la sensación de ser una mezquita de flores. Columnas blancas de mármol con incrustaciones de piedras  semipreciosas y nácar, con capiteles que tienen el diseño de las hojas de la palmera para mantener la tradición del país. Las paredes también están decoradas con relojes que muestran los horarios de las cinco oraciones islámicas al día, más cuando amanece. En medio del reloj  está la fecha cristiana y la fecha islámica.
   La magnífica y hermosa alfombra cubre una superficie de 5700 metros  cuadrados de una sola pieza, y está hecha en Irán. La trajeron a la mezquita en siete trozos y los iraníes la siguieron uniendo durante tres meses. Rompe el récord de ser la alfombra más grande del mundo. Y yo añado que es la más hermosa y, sobre todo, ¡es una delicia pasear sobre ella!
    En la sala principal hay diez lámparas de araña de cristal de Swarovski, fabricadas en Alemania y recubiertas de oro. La de mayores dimensiones es una obra maestra, y es la más grande del mundo, ¡impresionante, maravillosa!
    Las normas son muy estrictas en lo referente a cómo tienen que ir vestidas las mujeres para entrar a la mezquita; siento de veras que  Isabel y Viky no pudieran entrar, y sobre todo por una nimiedad: a la blusa de Isabel le faltaría solo un centímetro para llegar justo a la muñeca. Está bien que respetemos las normas, pero esto es pasarse. En la mezquita de Muscat no actúan de este modo, ni tampoco en las que he estado de Egipto y Estambul. Lo siento, queridas amigas, porque la mezquita es digna de verse, es impresionante. Si me toca la primitiva, volvemos las tres juntas y, el hotel, a vuestra elección.
    Mohamet nos lleva a un moll (galería comercial); en la sección de tapices nos hacen una demostración; si no fuera por la pedrería que tenían, eran más propias para alfombras. Mientras Viky nos hizo de intérprete, yo no me pude resistir a hacer fotos al colmo de la ostentación: tantas piedras semipreciosas incrustadas entre el tapizado para colgarlas en las paredes…
    Nos dirigimos a la isla Yas Marina donde está situado el parque temático cubierto más grande del mundo y la primera ciudad inspirada de los Ferrari. El Mundo Ferrari es grandioso, por lo que el corto  tiempo pasado en él nos pasó en un suspiro. Fue visto y no visto. Hice fotos a una construcción que me llamó la atención; luego me informé y supe que se trata de los techos que tienen las tribunas del Circuito de Yas Marina con forma de tiendas de beduinos para mantener la tradición.
   A las 22 horas zarpamos hacia Dubai (110 millas equivalentes a 177 kilómetros).
  Jueves 26. Día completo en Dubai, con intención de vivirlo al máximo. La  primera visita fue al emblemático hotel  Burj Al Arab. Es un hotel calificado como leyenda del mundo árabe por  su estructura en forma de vela, la forma del barco tradicional de Dubai. Está construido en una isla artificial a 300 metros de la costa. Es el único hotel de 7 estrellas que hay en el mundo, con un lujo extremado del que hace gala; claro está que va parejo a su precio. Sin duda alguna, una buena opción para la “mayoría” de los mortales, ¿verdad? Pues una pequeñísiiiiiiiiiiiima opción es la que hemos tenido este grupito para  darnos el placer de desayunar en uno de sus comedores. Todo lo que hemos visto es como lo describen, ¡fantástico! El impresionante lobby de 200 metros de alto, su enorme y bella fuente… ¡fascinante! Satisfechos por lo vivido, seguimos ruta.
   Nos adentramos por el tronco de la isla La Palmera  e hicimos una parada en el rompeolas justo enfrente del magnífico hotel Atlantis, situado en la misma cabeza de la isla de La Palmera, a seis km de la ciudad, momento que aprovechamos para   hacer unas fotos del hermoso lugar.
  La siguiente parada es en el Canal Dubai Marina, un canal artificial de más de tres kilómetros con acceso al mar desde sus dos extremos; su puerto deportivo es el mayor del mundo construido por el hombre; está rodeado por un bonito paseo con restaurantes, terrazas. En el hermoso Dubai Marina hay numerosos rascacielos, centros comerciales  y lujosos hoteles.
    Subir al impresionante edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, fue fascinante; 126 pisos en un minuto a 828 metros de altura, para divisar  imágenes de todo Dubai. El diseño de la base es la flor de Dubai, el  “Hymenocallis”, una flor blanca con seis pétalos. En el entorno está lo citado anteriormente: Dubai Marina, el lago y sus fuentes danzantes y el centro comercial más lujoso y grande del mundo, el Dubai Mall, de seis pisos, con 1200 lujosas tiendas. Más que un centro comercial es un centro lúdico: acuario, pista de hockey sobre hielo, Centro Médico de lujo, hoteles, restaurantes; en uno de ellos es donde almorzamos; la decoración es de estilo árabe, hermosa y lujosa, y la comida excelente en un entorno fascinante.
   La visita al museo de Dubai es la única visita cultural de la ciudad. Se encuentra construido en la fortaleza Al Fahidi. En una pantalla gigante se nos muestra la historia de Dubai desde sus inicios, cuando solo era una villa de pescadores, de recolectores de dátiles y de perlas, el desierto y los beduinos, hasta el descubrimiento del petróleo y los planes urbanísticos futuros.
   En un abra (barco tradicional) navegamos por la ría Dubai Creek para ir al barrio de Deira, donde está el mercado antiguo, y ver el zoco de las especias y del oro. El del oro, aunque no es muy grande en espacio, sí es lo suficiente para sorprendernos con la cantidad de tiendas dedicadas a la venta de todo tipo de  artículos de oro y brillantes. Se estima que el oro que allí hay son 30 toneladas. Es evidente  que los estridentes collares no los compraría ningún occidental, ni mucho menos para lucirlos en público.
       El broche final fue ver el espectáculo de Las Fuentes Danzantes, una hermosa combinación de agua, color y música. ¡Maravilloso!
   En Abu Dhabi iba de sorpresa en sorpresa, al igual que luego en Dubai; todo es lo más grande del mundo, lo más lujoso y, ciertamente, lo más fascinante, como fascinante es el cambio tan radical que han experimentado estos dos emiratos en poco más  50 años (los jeques de ambos emiratos compiten entre sí). Dubai es la que más ha crecido en la última década, tiene varios récords mundiales en cuanto a estructuras y construcciones. En Dubai la vivienda, sanidad, agua, luz y educación son gratuitas, incluso si quieren estudiar en el extranjero. No hay impuestos de beneficios, ni impuestos sobre la renta, no hay retención en nómina, no hay IVA. Estas prebendas son únicamente para los nativos, y estos solo son el 20% de la población, y el restante 80% son de 20 nacionalidades distintas. El extranjero que quiera abrir un negocio tiene que buscar un nativo, y este tiene un beneficio del 51%.
   Los proyectos son muchos; el crecimiento es a un ritmo acelerado: el 15% de las grúas que hay en el mundo están trabajando allí. A este ritmo no me puedo imaginar cómo será Dubai dentro de cinco años, el año de la EXPO mundial 2020.
   El petróleo fue y es el milagro  de estos emiratos, y la buena visión de futuro de estos gobernantes  es de admirar. Pero algo me “duele”; me aclaro: la creciente oferta de trabajadores en los últimos años ha provocado que el precio de los salarios se devalúe, pura ley de la oferta y la demanda como en todos los países del mundo, y este no es una excepción; los sueldos se pagan  en función de  la oferta y la demanda.  En esto, el paganini es el pobre trabajador sin cualificar que malvive  hacinado en barracones. Esto lo pueden evitar con menos oro en la decoración, no que lo quiten (Dios me libre), pero  con un poquito menos seguirían reluciendo y los pobres trabajadores vivirían más dignamente, ¡Ilusa de mí!
    Para finalizar, un recuerdo cariñoso para todo el grupo, esperando volver a vernos. En esta ocasión nos acompañaron tres americano/as, personas muy agradables que nos animaron varias noches con su buen humor; aunque estéis muy lejos, espero que no sea impedimento para que os animéis para los  próximos viajes. Un abrazo para toda/os.
                                                                                        
                                                                                                    Delia Sánchez
              




                        GALERÍA DE FOTOS DE DELIA




Dispuestos a visitar la mezquita, Pepe Ballina, Marilú y Teresa Ballina

En la mezquita de Abu Dabi, Pilar y Delia

En la mezquita, todo es lujo

Un alto en el camino para almorzar comida típica

Delia y Choni atravesando el río en Dubai en un bote "casero". 

Pipo Ballina, Marilú, Pilar, Tere Ballina y Chechu, nuestro acompañante

Edificio singular, como todos lo más de lo más

En la entrada del único hotel de 7 estrellas del mundo, el Burj Al Arab de Dubai. Con una preciosa recepcionista
Teresa Ballina, convenientemente tapada, no se resistió a hacer la foto 

Pepe Ballina, Delia, Chechu y Pipo Ballina, en el barco del crucero Costa Serena

Parte del grupo en la visita a la fortaleza de Khasab

Tere Ballina en la fiesta en el barco donde no faltó el buen humor

Y lógicamente si Tere Ballina se divertía, no lo hizo nada mal Delia

A la salida de la mezquita de Muscat obsequiaron al grupo con té y dátiles
Pepe Ballina y Pilar en Dubai

Las "chicas de oro" en el barco, Pilar, Delia,Tere, Marilú e Isabel
Isabel y Pipo Ballina en el  Dubai Marina

El famoso espectáculo de fuentes en Dubai

El grupo en el Mundo Ferrari
Tere, Marilú, Isabel y Chechu frente al Burj Khalifa




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