La belleza es difícil de clasificar porque lo que para uno es bello para otro puede no serlo, pero en líneas generales hay unos cánones de belleza que son más o menos parecidos para todo el mundo. Aparte de esos cánones hay cosas y personas que resultan bellas o atrayentes por su misma imperfección, porque les vuelve originales y diferentes. Voy a dar unos cuantos ejemplos, todos referentes a mí o a mis cosas para no ofender al resto del persona.
Mi coche es un ejemplo de esto que he dicho, al menos para mí. Es pequeñito y muy cómodo para andar por ciudad y aparcar en cualquier sitio. Además por dentro es más amplio de lo que aparenta. Pero resulta que el garaje de nuestra casa está mal diseñado y aunque es muy grande sólo caben un coche normal y el mío de aquella manera. Tardé un poco en aprender a aparcar y conseguí alguna abolladura que otra. Ahora aparco muy bien pero a veces el otro coche que está aparcado no está bien y el resultado es otra abolladura. Así he conseguido tener unas cuentas, más unas cuantas ralladuras. Resultado un coche con la carrocería en estado lamentable, lleno de sillas de niños, libros y paraguas. Me he convencido que es un coche con personalidad y que todo el mundo conoce, me imagino a mis vecinos diciendo-Allá va la abuelita chiflada- cantando a voz en cuello porque siempre llevo la radio puesta.
Otro ejemplo de imperfección a la enésima potencia es nuestra casa. No tiene aleros, con lo cual la lluvia arrolla por las paredes, dejando unos surcos que nos juraron que se quitaban y luego pintaban encima con una pintura traída de no sé dónde. Bueno pues no se quitó nada y la pintura podrían haberla traído de Olloniego y no ir tan lejos para lo que sirvió. Es una casa llena de estrías, goteras y humedades. Sin embargo un arquitecto nos dijo una vez que era una casa con personalidad que no se parecía a ninguna, eso la hacía parecer hermosa. Fingiré creerlo.
La calefacción nunca funcionó bien y como es bastante grande cuesta como si calentaras tres casas. Toda la vida estuvo como un cuerno. Como a nosotros nos gusta invitar gente a casa y siempre la tenemos llena de amigos, niños y parientes, lo que hacemos es repartir mantas por toda la casa, todo el mundo que venga a visitarnos tiene derecho a su manta. Eso sí las tengo muy monas y de todos los colores, lo que contribuye a hacer que la casa resulte más “cozy” cómoda como dicen los ingleses. Y también damos bien de comer, lo que desde luego anima.
A mí me gustaría creer que yo también tengo la belleza de la imperfección, pero me temo que tengo la imperfección sin la belleza. Yo era bastante guapa de pequeña, parece ser, pero a los siete años me dio por engordar y deslucí bastante. Yo creo que hasta entonces me daban purés, pescados y cosas así y no comía nada, cuando probé la tortilla de patata y el chocolate fue mi perdición. Así que aquella niña, convertida en un saco de complejos, no acababa de encontrar su belleza imperfecta y no hay nada más triste que verse fea porque entonces todo el mundo te ve así.
Andando el tiempo fui mejorando algo, pero el destino no quería que yo fuera guapa, así que me dio una parálisis facial y me dejó la cara a la virolé, la boca torcida y un ojo más pequeño que el otro y que llora sin parar. También mejoré algo pero no lo suficiente. Así que me miro al espejo esperando descubrir si mis imperfecciones me vuelven bella y entonces me acuerdo de mi padre que siempre me decía que lo importante era la belleza del alma. Así que como no pienso ir a retocarme a un centro de estética ni nada parecido, voy a intentar mejorar mi belleza mejorando mi alma. Creo que eso es más importante que todo lo demás y redunda en beneficio de los otros.
Cuidar a todos los quiero, abriendo mis brazos fuerte, fuerte para acogerlos a todos, darles mi apoyo siempre que puedo, por supuesto no siempre es posible pero se avanza. Esto me hace feliz y casi, casi, me siento bella o no me importa no serlo.