En breves horas, saltará a la pilastra, que es también palestra, una nueva crónica, que es local por ser de Soria, y global por ser mundial.
Como por arte de magia o de chistera, se recuerda a los calvos en su calvario; se recuerda a los que siempre andan con prisas que son unos horteras (no hay foto de protagonistas de la Feria de Muestras de Gijón, con las manos juntas apoyándolas en la bragueta); se recuerda a los pájaros, muy numerosos, aún no enjaulados; y se recuerda a una monja, con extrañas calzas, muy pesadas para elevarse o levitar hacia el Cielo, por mística.
Con ello, los lectores tendrán una idea aproximada y precisa, a la vez, del contenido de la crónica.
La foto que se adjunta fue realizada en el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria). El monje del Cister, con su ropaje gris, de puntillas como un bailarín y enseñando calcetines, sale fotografiado en plenitud del “ora et labora”, que es lo que se debe hacer cuando se tiene la Regla.
Y termino: una ilustrada lectora, que vive por San Esteban de las Cruces, me formula la siguiente comprometida pregunta: “¿Cómo es posible, don Ángel, que habiendo tantos capullos y tan variados, haya tan pocas mariposas?”. Y la respondí: “Señora mía, de Zoología apenas entiendo, pues lo mío son las ciencias artificiales, del hombre o de Dios”.