He regresado de vacaciones y mientras estuve fuera se publicó en "EL COMERCIO", el artículo que sigue y que cuelgo en el blog para -fundamentalmente en esta ocasión- someterlo a vuestro juicio, dado los insultos que por él me han hecho en Facebook. Lo he vuelto a leer con detenimiento y, la verdad, no me parece que atente contra nadie o insulte, y menos contra la solidaridad, pero no todos pensamos igual. Por mi parte respeto profundamente a quien de mi discrepe. Y si quien me insulta considera que lo hace bien, pues... nada que objetar. No obstante sí quiero que el artículo se lea y sin ningún ánimo de polémica y si es que os apetece lo censuréis, dejando claro que no es más que mi personal opinión.
Al final os pongo lo que ha aparecido en Facebook.
Hace unos días los medios de comunicación se hicieron amplio eco de una noticia que bajo el lema “Ni un niño sin cenar”, ofrecía alimentos gratuitos a los pequeños que lo necesiten. La iniciativa, que tuvo buena acogida pública, partía de dos personas que con excelente voluntad ejercían de ONG particular. Faltó tiempo para la solidaridad se desatase y llegasen aportaciones particulares en forma de alimentos. Desgraciadamente eso no puede funcionar así, y quienes colaboramos con cierta frecuencia en las entidades que se dedican a ello de forma profesional -por decirlo de alguna manera, pues casi todos son voluntarios- sabemos muy bien que sin una organización muy precisa no se puede ejercer de forma individual esa solidaridad asistencial, y menos la del reparto de alimentos.
Cuando esto escribo soy consciente del rechazo que puede producir lo que digo en algunas personas que lo lean, a las que yo les aconsejaría que se asomasen un poquito a las entidades que de forma oficial ejercitan esa solidaridad, tan necesaria en estos momentos, para conocer de primera mano cuál es su funcionamiento.
Probablemente lo que afirmo necesite una explicación, pues tal parece dicho así que atento contra ese valor tan importante que es la solidaridad, que, por otra parte, deberíamos potenciar ahora más que nunca ante esta brutal crisis que nos afecta. No tiene una explicación: tiene varias. Trataré de esbozar alguna.
Lo primero que yo me permitiría decir –y creo que no estoy desinformada-, nadie y recalco lo de nadie, en Gijón pasa hambre mientras esté funcionando la Cocina Económica , la Cruz Roja , el Albergue Covadonga o Cáritas, por dar algún ejemplo. En alguna colaboré durante un tiempo y fui testigo de que hay comida para todo el que la necesite. También sé que los servicios sociales de la ciudad que funcionan bien, hasta donde les es posible, no dejan desasistido a quien de verdad necesita ayuda, máxime si por medio hay niños, al canalizar las ayudas hacia donde corresponda.
Es decir, gestionar la pobreza –paliarla- tiene sus cauces. No podemos convertirnos en ONGS particulares por mucho que nos lo pida el corazón. Hacerlo generaría un tremendo caos que perjudicaría a los más necesitados. Lo que sí debemos es colaborar con ellas, aportando trabajo, alimentos, algo de dinero… Porque, por desgracia, hay mucho fraude en los intermediarios. Pero líbreme dios de referirme a el caso de “Ni un niño sin cenar” en ese sentido: no tengo la menor duda de la buena voluntad de quienes la están poniendo en práctica.
A lo anterior, añadiría que en el caso concreto de dar de cenar a los niños, la cosa es más complicada. No se trata, en mi modesta opinión, de facilitarles unas galletas o un plato de comida sin más, porque los alimentos han de estar controlados. Aquellos establecimientos que las sirven -Cocina Económica, entre otros-, tienen unas exhaustivas revisiones sanitarias. Un coche particular no es el medio adecuado de transportar alimentos . También las instalaciones han de ser las adecuadas, no se puede recibir a unos niños en un local que no tenga las mínimas condiciones para la función que se piensa desarrollar en él. Esta forma de ayuda, sin que se entienda en lo que digo ningún ánimo ofensivo hacia quien puso toda su buena voluntad en este proyecto, recuerda más a una caridad de pos guerra. Los tiempos han cambiado y la dignidad de quien nada tiene es algo que hay que salvaguardar con mucho celo. Personalmente me aterra pensar en esos niños que acudirían, si esta sui géneris ONG prospera, a recoger su plato de comida como “niños pobres”. Los estaríamos, sin ninguna duda, estigmatizando. Nuestros niños no pueden –no deben- de ser consciente de que son pobres, no podemos truncarles su infancia dándoles de comer en lugares de beneficencia. Tienen que ser como los demás, y las ayudas necesarias han de ser realizadas por los cauces adecuados, aquellos que los organismos estatales o privados les ofrezcan; allí donde personas especializadas ejerzan más que la pura y dura caridad, una justicia social. Y aquí apelo a quien competa esa función, al defensor del menor tal vez, que espero ya haya puesto en funcionamiento el sistema para averiguar en primer lugar, si es verdad que en Gijón hay niños que pasan hambre; y si así fuera, espero que esté trabajando para subsanarlo. Nosotros, los ciudadanos de a pie debemos de colaborar con esos organismos que tanto bien hacen a la sociedad, pero no constituirnos en ONGS. Animo a quien esto lea a darse una vuelta por la Cocina Económica o por Cáritas, y a depositar allí su ayuda. La información que le faciliten de primera mano, lo que vea in situ, les aclarará muchas dudas que yo por este medio no puedo explicar
ESTE ES EL TEXTO APARECIDO EN FACEBOOK
Bueno hoy despierto con un escrito en El Comercio de una que dice llamarse Isabel Moró y, que si es periodista, la Ética no la estudio.
No se detrás de ella quien esta, pero ella es mentirosa, cínica y demás. Que sabrá de La Cocina Económica? Yo estoy allí casi todos los días, trabajando, voluntariamente y feliz, desde las nueve de la mañana hasta las dos que se cierra el comedor, ella lo del voluntariado lo vio en algún programa de la tele.
Con personajes como ella, en este País, así nos va. No sabe nada, pero lo inventa y lo hace para hacer daño y lo único que consigue que hoy recibí llamadas de muchísima gente, involucrados en el proyecto y que dirigen otros muy importantes, desacreditando las mentiras de esta escritora de pacotilla.
Entérate Isabel y cuando sepas la verdad del proyecto, si te apetece lo plasmas, pero mentiras sobre tu trabajo, pero sobre el mío no, porque no te lo voy a consentir.
Con lo que hiciste se ve que no eres nadie.
Blanca.