Desde el observatorio (foto del autor) |
Introducción al artículo:
El artículo del domingo, 12 de enero, sigue la serie (es el sexto) sobre cuestiones canónico-matrimoniales; en él hay reflexiones generales sobre la economía matrimonial y de sociología religiosa, estando muy presente la dialéctica entre clérigos y laicos, dentro de una misma Religión.
La serie puede acabar con el sexto (no mandamiento, aunque lo roce) o puede continuar con un séptimo. Todo dependerá de lo que diga el papa Francisco en el clásico discurso ante los miembros del Tribunal de la Rota Romana , con ocasión de la inauguración del Año Judicial.
Este año la expectación ante el discurso papal es máxima, teniendo en cuenta que Francisco, felizmente reinante, es el Papa que mejor está predicando sobre la Misericordia. Naturalmente que todos los papas han escrito y predicado sobre la Misericordia –Juan Pablo II escribió hasta una encíclica Dives in Misericordia (1980) ¡Escribió tantas y tan diferentes!-. La novedad es que con el actual papa, hasta la Divina Misericordia parece distinta.
Y recuerdo lo olvidado: un especialista de la Misericordia es el Decano del Sacro Colegio Cardenalicio –el cardenal Sodano, el de siempre-, que dedicó a ella la homilía de la Misa Pro Eligendo Pontifice, que se ofició en el Vaticano el 12 de marzo de 2013, horas antes de la elección de Francisco, Obispo de Roma. “Misión de Misericordia –dijo el cardenal, el de siempre- que está confiada de modo particular a los pastores de la Iglesia ”.
Es una pena que dicha homilía, tan oída, haya sido tan poco escuchada.
Y es que los temas religiosos son apasionantes, pues en ellos cabe casi todo: Teología, Política, Derecho, Literatura, Sociología, Filosofía, Psiquiatría y hasta Farmacopea; esta última de mucho consumo y gasto por el clero romano, desfasando presupuestos, aunque se disponga de “economato”.
Sobre la fotografía adjunta:
La fotografía no fue hecha en Europa, en la que las cigüeñas hacen nidos en torretas peligrosas de luz eléctrica o en espadañas inseguras y estrechas de en iglesias rurales. La fotografía corresponde a África, al sur de un país de bereberes, muy cerca ya del Atlas. Se ve el confort que disfrutan la cigüeña y su cría, allí muy lejos y no aquí muy cerca, siempre más estresadas. Es normal que, desde el alto observatorio, la cigüeña lo vea todo, todo, con luz de rayo y sin trueno, y que si algo se oculte, lo pregunte y se responda; para ello, precisamente para ello, tiene un pico muy largo, muy afilado y muy recto o tieso.
Sobre los lectores:
Todos los lectores, todos, son muy queridos por el autor. Mas aún: los considera como de su familia; ahora que con las familias se pueden hacer virguerías, que si la biológica, la espiritual, la jurídica, la simple, la compuesta, la recompuesta, etc.
Pero el autor debe manifestar un especial cariño por los lectores ociosos, que son los auténticos aristócratas, no los de los negocios que no tienen ocio. La lectura requiere tiempo, buscar y rebuscar lo escondido; leer entre líneas y párrafos, para no caer en los cepos que el autor pone, con malicia, a los conejillos lectores –caen también pretendidas liebres, aunque éstas, aturdidas, ni se enteran-.
Solidez y no estados gaseosos o líquidos. Y tiempo, ocio, y no ajetreo. Ya lo contó Umbral: “Los que siempre tienen prisa, son unos horteras”.
Y por si se precisare, felicidades nuevas para el Nuevo Año.