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Channel: LAS MIL CARAS DE MI CIUDAD
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A LETIZIA NO LE GUSTA SU PROFESIÓN DE PRINCESA

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Probablemente esta consideración se le escapó en su día a  la hoy princesa Letizia. Lo difícil, en principio, debería de ser encontrar un príncipe dispuesto a casarse con una plebeya; entendiendo por tal, alguien que no pertenece a la nobleza y no en sentido peyorativo. Pero no debe de serlo menos ejercer de princesa sin haber sido educada para ello. Según dicen los especialistas en temas de corazón Letizia está seria, contrariada, con un mal humor permanente que  no disimula en público. Se habla de crisis en el matrimonio, la de la institución viene de atrás. No me extraña que esté harta de la vida que tiene, sí me extrañó que una mujer como ella, libre, republicana, divorciada de un hombre que ya había estado casado y que era su profesor, con un aborto a sus espaldas –según publica su familia, por fastidiar, claro-, con  sus abuelos veraneando  en Benidorm y en pleno éxito profesional, quisiera aterrizar en ese mundillo de reyes, príncipes y princesas que no es ya más que un lastre del  pasado,  que tan poco encaja  con la vida moderna; aunque algunas personas –y países- se empeñen en metérnoslos por las narices como la mejor solución, no sé para qué. Pretendiendo ser admirados, se están encontrando con abucheos y reprobaciones de una sociedad que los quiere poco. Lo que está claro es que Letizia está incómoda en ese papel. Atrás quedó el glamour  de su espectacular matrimonio, su timidez, el tiempo dedicado al cambio de imagen, al retoque de su nariz, a pulir los modales de chica normal. Ahora ya nada de eso le sirve, porque en mayor o menor medida lo ha con seguido. Y el amor eterno… dura, lo que dura. Le ha llegado el momento de ser “una profesional”, esa frase acuñada por el Rey respecto a su consorte. Pero, por lo que parece, a Letizia esa profesión no le gusta mucho. Ella que era una periodista con ambiciones, haciendo lo que le daba la gana –eso dicen quienes la conocieron antes de ser princesa-, hija de madre sindicalista, de padre que campa a su aire ajeno a la fama, de abuela popular donde las hay. Todos libres, con gozos y sombras, que también precisamente por ser ella quien es, transcienden con frecuencia a los medios. La princesa parece que no es feliz y  era ya lo único que nos faltaba. De nada sirve que nuestros impuestos soporten su ritmo de vida, que gocen de privilegios que sólo ellos tienen y que quienes tan mal lo están pasando porque no logran llegar a fin de mes tengan que contemplar en revistas, televisión…: “La princesa en esta ocasión eligió un modelo de Oscar de la Renta”, “La Casa Real no informa del destino de los Príncipes en sus vacaciones privadas” –y luego resulta que se fueron en vuelo privado a un país paradisíaco, lejos de todos nosotros, porque somos un fastidio los españoles-, “La familia real dice que los abucheos se producen porque la gente tiene muy mala educación”. Y bla, bla, bla.   A ver si nos va a dejar plantados y se divorcia de nuevo…

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